lunes, 16 de febrero de 2015

Alí Bey, biografiado por D. Manuel Berruezo en 1865


Como ya se ha comentado en el artículo Alí Bey y su relación con la familia Berruezo en Vera, el cronista de Barcelona, Don Víctor Balaguer, publicó una reseña biográfica de Alí Bey en 1866 en su libro Las Calles de Barcelona. Origen de sus nombres. Sus recuerdos, sus tradiciones y leyendas. Biografías de los personajes ilustres que han dado nombre á algunas. Historia de los sucesos y hechos célebres ocurridos en ellas y de los edificios más notables así públicos como particulares, que existen en cada una, con la reseña y noticia de todo lo más importante relativo a la capital del Principado. Una fuente de información que ayudó a este autor catalán a la comprensión de este peculiar personaje de la Historia de España fueron las notas biográficas que recibió de Don Manuel Berruezo Ayora en 1865. A continuación se transcribe como fueron recogidas estas notas en la obra:

Escritas ya las anteriores líneas, recibimos unos apuntes biográficos de Badía que nos fueron enviados generosamente desde Garrucha por el Sr. D. Manuel Berruezo, sobrino de aquel ilustre viajero.

Los publicamos á continuación, tal como nos han sido enviados, sin añadirles ni quitarles una coma, pues creemos que hay algunas particularidades dignas de atención.

Dicen así:

Notas biográficas de don Domingo Badía y Leblich, enviado por S.M. católica don Carlos IV al descubrimiento de los parajes interiores de África y Asia, las cuales son dadas con vista de los antecedentes que se conservan por la familia de la esposa del viajero que en la actualidad reside en la villa de Garrucha, provincia de Almería.
«Don Domingo Badía y Leblich, hijo de don Pedro y doña Catalina, nació en Barcelona en el último tercio del siglo pasado; vino á la ciudad de Vera en compañía de sus padres en una edad muy tierna, donde se instruyó en las primeras letras y latinidad: su celo y entusiasmo por las ciencias y artes fué tan singular y maravilloso desde esta época de su vida que excitó la admiración general.
En el año 1784 obtuvo el empleo de contador de guerra con ejercicio de comisario de dicha ciudad de Vera y su partido; en el de 1791 casó en la misma con doña María Lucía Berruezo, en cuya
Domingo Badía. Grabado de 1804.
ciudad continuó hasta el año 1792, que, á solicitud suya y quedando con los honores de tal contador, fué promovido á el de administrador de rentas de Córdoba, en donde, constante como hasta el fin de sus días en su amor á las ciencias, construyó un magnifico globo aereostático ansiando conseguir con sus observaciones físicas la utilidad de las ventajas que se proponía á otros mayores descubrimientos; que si a su pesar teniendo ya concluida la obra y en estado de dar principio á sus observaciones, no tuvieron efecto, fué á causa de que su padre, conmovido indiscretamente por el temor de cualquiera desgracia, consiguió obtener órden del Supremo Real Consejo de Castilla para que se suspendiera la citada empresa del globo; que en verdad no dejaron de seguirse á el Badía gravísimos perjuicios en todos sentidos.
Posterior á todo esto fué promovido á la Comandancia principal del Resguardo del Puerto de Santa María; mas no siendo este destino acomodado á sus ideas, que giraban en un círculo elevadísimo, hizo dimisión, y en el año 1801 propuso al Gobierno el descubrimiento de los parajes incógnitos y más interiores de África. Aprobada que fué por don Carlos IV tan arriesgada cuanto heróica proposición, fué habilitado suficientemente con credenciales, y protección al mismo tiempo de los gabinetes francés é inglés, dándosele asimismo los intereses necesarios para el viaje que con el nombre de Alí-Bey el Abbassi se habia de internar en el África, penetrando millón y medio de leguas cuadradas y en los parajes más prohibidos á toda persona que no profese la religión mahometana; para lo cual tenía que arrostrar inmensos peligros y dificultades insuperables, cual supo vencerlas con admiración de todas las naciones, especialmente del emperador Napoleón I, á quien por haber regresado en el año 1809 y llegado á Bayona en circunstancias de estar cautivos la familia real española bajo la sombra de haberse abdicado la corona (que por entonces no pudo menos el Badía de creer, según sus auténticas contestaciones del mismo monarca español, para que se reconociese como rey de España á José Bonaparte) se presentó al mismo, y admirado del feliz éxito de tan árdua empresa, le concedió por el gran concepto que formó del mismo las mayores distinciones haciéndole Brigadier é Intendente y dándole á seguida la Prefectura de Segovia. Poco después, y á instancia del mismo Badía, fué trasladado á la de Córdoba en virtud del grato recuerdo que conservaba de aquel país, cuyos habitantes merecieron muchos y singulares beneficios, evitándoles las arbitrarias y excesivas contribuciones del cruel Mariscal Soult, circunstancia porque el Badía sostuvo empeñadísimas cuestiones. A principios del año 12 y poco antes de la evacuación general de las tropas francesas, se le confirió por el Rey José Bonaparte el empleo de Tesorero de la Real casa; mereciendo la confianza del Emperador Napoleon para residenciar á los Mariscales Marmon y Such á consecuencia de las quejas dadas por su hermano el Rey José, considerándoles como reos de inobediencia al despreciar á los emisarios que el mismo les dirigiera. Satisfecho S.M. de los servicios de Badía, a solicitud suya, fué nombrado Intendente y Prefecto de Murcia por estar esta provincia inmediata á dicha ciudad de Vera, que la consideraba como su patria propia, mediante su residencia en ella desde su niñez y encontrarse en ese punto la familia de su esposa. Dejó de tomar posesión de este último destino por la retirada general de las tropas francesas para la guerra del Norte, en Octubre y Noviembre del año 1812; teniendo por consiguiente que hacerlo tambien el Badía fijando su residencia en París, donde permaneció dedicado constantemente á las ciencias, donde consiguió perfeccionarse en los idiomas Francés, Italiano, Latino, Inglés, Alemán, Ruso y Árabe. En dicha corte francesa enlazó su hija doña María de la Asunción con el sabio filósofo Mr. L’Isle de Sales, miembro del Instituto Real Francés.
En la primera expedición que hizo en el año 1801 quedó la esposa del Badía y sus dos primeros hijos bajo la protección del Gobierno Español con la pensión, aquella de 24 reales diarios, su hijo D. Pedro con la de 12 sobre la mitra de Cádiz y la doña María de la Asunción en el Real Colegio de Monterey en Madrid por cuenta del mismo Gobierno. Quedó encargado el oficial de la Real covachuela D. Francisco Amorós de estar en comunicación secreta con el Badía durante su viaje para comunicar al Gobierno las noticias que recibiese sin poderlas trasmitir ni aun á la misma familia de aquel, mas que las de su existencia, como así lo realizó, de que tal vez podrán existir en la oficina respectiva estos antecedentes; lo mismo que el envío que hizo el Badía de varios animales marítimos y volátiles de aquellos parajes que fueron colocados en el Gabinete de Historia natural de Madrid, donde deberán custodiarse aun algunos, observándose la inscripción significativa de haber sido remesados por D. Domingo Badía desde los paraje de África, á donde fué por encargo de S.M. católica.
En el año 1818, bajo la protección de Luis 18, fué enviado el mismo Badía á la continuación de sus viajes al África y Asia habiendo sucumbido en 1819 en Damasco, sin duda efecto de alguna traición emanada de pasiones mezquinas de Nación á Nación. En esta segunda expedición quedó la familia del Badía bajo la protección del Gobierno francés condecorándole al mismo con la flor de lis y el empleo de Mariscal de Campo en reforma, y á su hijo D. Pedro se le hizo Capitán del Real Cuerpo de Artillería.
En la actualidad no existe más familia del ilustre viajero que su señora hija doña Asunción, que reside actualmente en París, viuda en segundaos nupcias del Sr. Uriarte, Subsecretario que fué del conde de Toreno en tiempos que este señor fué ministro.
Los viajes de Badía fueron costeados en su impresión primera por el Gobierno francés en 1814 en cantidad de quince mil francos, cuya obra compone tres tomos y un atlas de cerca de cien láminas. En Octubre del mismo año fué el mismo Badía á Londres y arregló dos ediciones inglesas, la una en 4.º y la otra en 8.º. Al siguiente año pasó también á Alemania para arreglar otras dos ediciones en Viena y en Leipsic, llevándole el objeto de visitar de paso al Rey de Baviera, con quien estaba en relaciones íntimas así como con otros monarcas.
No hay necesidad de detenerse en la referencia de muchas y varias noticias adquiridas en el primer viaje, porque minuciosamente aparecen en la obra de sus viajes; pero sí la hay de consignar los
Luis XVIII de Francia
sublimes sentimientos de sus virtudes que hacían resplandecer la Religión Católica que profesó sin interrupción. No excitó jamás su ambición otra cosa que la de adquirirse con fruto la gloria de su trabajos sin otro premio tampoco que el interés y utilidad que de sus esfuerzos pudieran resultar, primero á su patria y en último término á la sociedad en general. Tal fué el objeto á que en toda época se lisonjeó aspirar; habiendo conseguido ver cumplidos sus nobles deseos con admiración prodigiosa. Así, pues, se expresó á los PP. del monarca Carlos IV. Al despedirse para emprender su marcha, decía, y así lo cumplió, «que no le arredrarían los invencibles trabajos para hacerle volver atrás de su viaje, como lo habían ejecutado otros muchos viajeros antes de conseguir el éxito de su obra; y si por desgracia pereciese en alguno de ellos, le alimentaba la esperanza y gloria del heroísmo para alentarle á arrostrarles con esforzado valor, superando su magnanimidad todos cuantos obstáculos pudieran presentársele; y también que si cuando la evacuación de los franceses no se decidió á quedar en suelo patrio, no fué porque su sana conciencia le arguyese de infidelidad, sino porque en el temor de las circunstancias de efervescencia de los Españoles, se receló prudentemente ser víctima sin dejar lugar á la satisfacción pública de su fiel conducta tan sabida del mismo Carlos IV y su gobierno.»

 Garrucha 8 Abril 1865.– Manuel Berruezo.

Este testimonio sobre Alí Bey que escribió Don Manuel a Don Víctor Balaguer posee una importante relevancia histórica, ya que se trata de una declaración de primera mano de la familia política del famoso aventurero y espía español. También es de destacar que la familia Berruezo siempre pensó que la muerte de Alí Bey fue fruto de un asesinato y no de muerte por enfermedad como algunas veces han sostenido biografías sobre el personaje. Hoy día hay consenso en que fue víctima de un complot urdido por el Imperio Británico para acabar con su vida. Encontrándose Domingo Badía de misión en Damasco en 1819 fue envenenado durante una comida que le brindó un pachá a sueldo del servicio secreto inglés. Su trágica muerte respondía a los intereses de Inglaterra de frenar la influencia de Francia en Oriente Medio.

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