miércoles, 30 de noviembre de 2016

1916: Vera y Garrucha regidas por los Berruezo


Ayuntamientos de Vera y Garrucha a principios del siglo XX.

En 1916 se dio la circunstancia histórica, y única hasta la fecha, de que Vera y Garrucha estuvieron gobernadas por los Berruezo.

En Garrucha era Alcalde don Pedro Berruezo Gerez, sobre el cual se ha escrito ya en diversas ocasiones, por lo que se remite al lector al artículo “el Alcalde del pueblo”, así como a las diversas entradas dedicadas a su reseña biográfica. (Ver: Parte I y siguientes).

En Vera, el 1 de enero de 1916 el Gobernador Civil nombró, por Real Orden, Alcalde del municipio a don Isidro Berruezo Ponce.

[…] En el acto el Sr. Alcalde saliente Don Miguel González Ramírez, después de felicitar cariñosamente al Sr. Don Isidro Berruezo Ponce, le cedió el sillón presidencial entregándole el bastón y demás insignias de su mando.
Todos los Sres. Concejales presentes felicitaron al nuevo presidente Don Isidro Berruezo Ponce, de quien esperan una honrada administración y grades beneficios para este pueblo.
El Señor Alcalde Don Isidro Berruezo Ponce dio las gracias a la Corporación por su cariñoso recibimiento, ofreciendo en su razonado y discreto discurso cumplir fielmente con los deberes de su cargo y velar constantemente por la tranquilidad del vecindario y por la pureza de la administración municipal.[…]
(Actas Capitulares, Sesión de 1 de enero de 1916. Archivo Municipal de Vera)
Entre la burocracia administrativa del gobierno municipal y los pequeños rifirrafes propios de las políticas locales de la época, se pueden destacar algunos hechos acaecidos durante su mandato:

En la sesión plenaria del 2 de mayo de 1916 se acordó lo siguiente:

Los Señores Concejales asistentes, secundando con gran satisfacción la feliz y patriótica iniciativa del Ayuntamiento de Lemoa (Vizcaya), por unanimidad acordaron para testimoniar una vez más la admiración y respetuoso afecto que todo español siente por S.M. el Rey Don Alfonso XIII (q.D.g.), admiración, veneración y entusiasmo que si cupiera en nuestro pecho sería mayor aún el conocer la gran obra de redención que felizmente lleva a cabo Nuestro Soberano con motivo de la catástrofe que tiene horrorizado y en conmoción al mundo, logrando la libertad de tantos y tantos seres condenados a muerte y cautiverio por consecuencia funesta y fatal de la guerra y facilitando con solicitud paternal noticias de sus hijos a tanta madre afligida, sin distinguir jamás de nacionalidades sin más estímulo ni recompensa que satisfacer los impulsos de su alma caritativa y que la Providencia en sus altos designios disponga la terminación de esta horrible lucha que tan hondamente preocupa su magnánimo y noble corazón de Rey: Que se eleve respetuosa instancia al Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros, solicitando en nombre de este Ayuntamiento representación del pueblo de Vera, que se conceda a S.M. el Rey la gran Cruz de Beneficiencia, demostrando con ello el saltar sobre las reglas y procedimientos que regulan esta materia, que el hidalgo pueblo español, lleno de admiración y plausible orgullo quiere solo por una vez ejercer sus funciones de soberana para conceder honores a su muy amado Rey, en cuya única y regia prerrogativa reside la facultad de concederla.
(Actas capitulares. Sesión de 2 de mayo de 1916. Archivo Municipal de Vera)
Este noble gesto de la Municipalidad de Vera se refiere a la Oficina Pro Cautivos, un organismo fundado por Alfonso XIII y costeado de su bolsillo al margen del Gobierno (para no afectar a la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial) con el propósito de dar respuesta a las familias que no sabían nada de sus parientes militares o civiles en zona de guerra e interceder a favor de los prisioneros. Gracias a los importantes contactos que poseía el Rey en los países beligerantes y al ejército de voluntarios españoles que participaron en esta misión, se pudo ayudar a unas 200.000 personas entre militares y civiles, salvando a una enorme cantidad de soldados de morir fusilados, repatriando a muchas familias a lugares seguros, organizando barcos–hospital y asegurándose de que no fueran atacados, así como poner a miles de prisioneros en contacto con sus familiares. Es considerada una de las mayores acciones humanitarias en la Historia y le valió a Alfonso XIII la candidatura al Premio Nobel de la Paz.

En otro sentido, en 1916 Vera contaba con unos 8000 habitantes, la mayoría jornaleros, mineros, labradores… que sufrían la carestía de trabajo como consecuencia de la paralización de las actividades comerciales e industriales derivadas del conflicto bélico que estaba desangrando Europa. Por ello, en aquellos penosos años aumentó la pobreza y consecuentemente las enfermedades, por lo que el Ayuntamiento en agosto acordó aumentar la plantilla de Médicos Titulares a tres, como se lee en la siguiente acta capitular:

El propio Sr. Presidente (D. Isidro Berruezo Ponce) expuso a la consideración de los Señores asistentes la conveniencia, o mejor, la necesidad de crear una tercera plaza de Médico Titular dado el considerable número de familias pobres que existen en la localidad y a las cuales no pueden prestar la debida asistencia los dos Titulares. Los Señores asistentes de acuerdo en todo con lo expuesto por el Sr. Alcalde convinieron en la necesidad de crear esta plaza, acordando por unanimidad que se consigne en el proyecto de presupuesto cantidad bastante para dotarla [...].
(Actas capitulares. Sesión de 7 de agosto de 1916. Archivo Municipal de Vera)
Sin embargo, en diciembre de 1916 todavía no se había tramitado la creación de la tercera plaza titular ni, por tanto, el concurso público para cubrirla. Ante la imperante necesidad de contar con un nuevo médico en Vera, don Isidro Berruezo propuso que desempeñara de manera interina este empleo el licenciado en medicina don Eduardo Yañez Montes:

El Sr. Presidente (D. Isidro Berruezo Ponce) expuso: Que en vista de que se hace materialmente imposible que los dos Médicos Titulares actuales presten asistencia al considerable número de familias que por las circunstancias por las que atraviesa el país han ido a formar en los padrones de pobres, proponía  la Corporación que mientras no se tramita el expediente para la creación de la tercera titular, y mientras esta plaza no se proveé por concurso, se nombre con el carácter de interino Médico Titular de este municipio al Licenciado Don Eduardo Yañez Montes, atendiendo de esta manera y sin perder momento los sacratísimos intereses de los necesitados. Los Señores asistentes por unanimidad hicieron suyas las palabras del Sr. Presidente y, así mismo por unanimidad quedó designado Médico Titular interino de esta Ciudad el Licenciado Don Eduardo Yañez Montes, que deberá ejercer su cargo desde el primero de Enero del año próximo.
(Actas capitulares. Sesión de 25/12/1916. Archivo Municipal de Vera)
Finalmente, don Isidro Berruezo Ponce dejó la Alcaldía poco tiempo después, el 11 de febrero de 1917, ya que ese día en sesión plenaria fue designado Alcalde, por Real Orden remitida por el Gobernador, don Francisco Cervantes Caparrós. No obstante, no se apartaría del servicio público, pues pasó a ostentar el cargo de Regidor Interventor del Ayuntamiento de Vera y formó parte de las Comisiones de Hacienda y Pósitos.

D. Pedro Berruezo Gerez
Alcalde de Garrucha en
1906-1914, 1916,
1918-1923 y 1931.
Su mandato duró poco más de un año y fue relativamente tranquilo, burocrático, sin grandes políticas municipales. A diferencia de su primo D. Pedro Berruezo Gerez que fue Alcalde 15 años, sobre don Isidro no es posible hacer un juicio extenso sobre su gestión, dado el escaso tiempo que estuvo al frente del Ayuntamiento, aunque todo parece indicar que fue un político liberal sensato, conciliador, bondadoso y de principios morales. Además, se sabe que viajó a Almería en alguna que otra ocasión para demandarle al Gobernador mejoras para Vera.

A nivel biográfico, don Isidro nació en Vera el 15 de mayo de 1874. Era hijo de D. Antonio Berruezo y Berruezo, Interventor de Minas del distrito de Garrucha e Inspector de Minas de la provincia de Almería, y de Dña. Isabel Ponce Garrido. Asimismo, era sobrino del Brigadier de Ejército D. José Antonio Berruezo y Berruezo, héroe de las Guerras Carlistas y de la de África. De profesión Procurador de los Tribunales, se casó en Vera el 1 de octubre de 1913 con Dña. Antonia Pinar Gómez y falleció en el mismo el 19 de noviembre de 1929, a los 55 años, víctima de una hemorragia cerebral.


sábado, 26 de noviembre de 2016

Descripción de Garrucha a mediados del siglo XIX


D. Pascual Madoz Ibáñez
El Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar es una obra realizada por el político, abogado, geógrafo y estadista español don Pascual Madoz Ibáñez. Este faraónico diccionario está dividido en 16 volúmenes publicados entre 1846 y 1850. En él se describen todas las poblaciones españolas, reseñando su administración, territorio, población, vivienda, educación primaria y magnitudes económicas. A Madoz le llevó terminar esta obra más de 15 años y contó con la colaboración de más de 1000 personas. 

Sin lugar a dudas, constituye una importantísima fuente de información para conocer el estado socio-económico de las poblaciones españolas a mediados del siglo XIX. Por consiguiente, gracias al Diccionario de Madoz podemos saber cómo se encontraba Garrucha a finales de la década de 1840:

GARRUCHA: Aldea en la provincia y Diócesis de Almería, Partido Judicial y Ayuntamiento de Vera, Audiencia Territorial y Capitanía General de Granada, Departamento Marítimo de Cartagena. Situada a las inmediaciones del Mar Mediterráneo, entre las desembocaduras de los ríos de Antas y Mojácar, en una llanura al pie de los cerros llamados las tierras Royas, la cual se halla interrumpida por las quebradas de dos arroyos; la población está resguardada por los vientos O., SO. y NE., y goza de clima sano, siendo las enfermedades más comunes las estacionales.
Tiene 250 CASAS, las más de 2 pisos; 45 cuevas habitables construidas a la falda de una de las dichas quebradas; 17 pozos en otras tantas casas, de los que 8 son de agua potable, aunque no muy buena, y la de los restantes salada y amarga; una casa cuartel para los carabineros destinados a este punto de la costa; una plaza cuadrilonga de 23 varas de latitud y 46 de longitud; 5 almacenes para depósito de diferentes artículo de boca, de vestir y demás; escuela pública de primeras letras concurrida por 30 alumnos, cuyo maestro disfruta de dotación de 4 reales diarios, de los fondos de la matrícula de mercantes, y otros 4 por semana que percibe de cada uno de los mencionados alumnos; un alfolí de sal en el que se depositan 7500 fanegas de ellas para surtido de más de 40 pueblos, con un fiel encargado del despacho y un pesador; una aduana con administrador, un contador y 2 fieles, incluso el del alfolí; una casa posada; una ermita donde se celebra misa los días festivos, servida por un capellán de nombramiento del cura párroco de Vera, a propuesta de los individuos matriculados del gremio de marineros, pagando este el citado capellán por los servicios que presta, 100 ducados anuales; una fábrica de fundir titulada San Ramón, sólida, bastante capaz y con buena distribución interior, construida en 1841 al objeto de beneficiar los minerales de Sierra Almagrera; compónese aquella de 45 hornos calcinatorios, 7 de manga, 3 de coagular, 2 de reverbero, uno para limpiar el plomo antes de coagularse y otro para reducir el litargirio a plomo, y últimamente una chimenea en forma piramidal, de 72 pies de elevación, que sirve para condensar los humos plomizos, la cual se halla aislada a un extremo del conductor que es obra abovedada, teniendo 500 varas de longitud con 7 pies de ancho y 8 de alto; los hornos de manga reciben el aire por medio de una máquina de vapor de la fuerza de 14 caballos; al Sur e inmediato a la población se encuentras un castillo denominado de Jesús Nazareno, y al Norte existen las ruinas de una casa fuerte que fue edificada a expensas de la ciudad de Vera, obteniendo esta por Real Privilegio el derecho exclusivo de nombrar el alcaide de aquella. La aldea que describimos carece de término jurisdiccional, en razón a que pertenece al de Vera y Mojácar.
EL TERRENO, sin embargo de la imperfección de las referidas quebradas, es llano, y en su mayor parte de secano, rubial, árido y pedregoso, comprendiendo 75 fanegas de inculto, que cría pasto para toda clase de ganado; cruzan por él los mencionados arroyos que tiene su origen, el uno al Sur y el otro al Norte en las aguas que se desprenden de los indicados cerros de las Tierras Royas, pasando ambos por dentro de la población, yendo el uno a entregar sus aguas al mar.
CAMINOS: hay los comunales carreteros que dirigen a Vera, Antas, Turre y Mojácar.
CORREOS: la correspondencia se recibe de Vera por conducto de un propio tomado al efecto por varios moradores.
PRODUCCIÓN: trigo, cebada, panizo, uvas, legumbres, hortalizas y pastos; ganado lanar, cabrío, de cerda, asnal y muy poco caballar y mular; casa de liebres, conejos, zorras, tejones y lobos, aunque de todo en corto número, y por último peces de diferentes clases en el mar, a cuya pesca hay destinados 24 barcos y 22 barcas.
INDUSTRIA: la agrícola, la arriera y la marinera, 3 hornos públicos de pan de cocer, aceite, vinagre y vino.
COMERCIO: la importación de los artículos de primera necesidad y algunos otros, y la exportación de barrilla y jaboncillo.
POBLACIÓN: 257 vecinos, 1203 almas.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Los Berruezo, entre los primeros fotografiados de Almería


Aunque Charles Clifford realizó algunas instantáneas de Almería para ilustrar el Viaje a Andalucía y Murcia que realizó Isabel II en 1862, se considera que el primer fotógrafo que se instaló en la capital fue José Pérez de Zafra. Este pionero abrió su Gabinete fotográfico en la calle Azara nº 4 en octubre de 1864. Se piensa que tuvo una actividad temporal en Almería, por lo que es posible que fuera un fotógrafo itinerante, ya que ubicó su taller en la Fonda de la Unión de los Vapores, situada en la dirección anteriormente indicada.

Al poco de instalarse comenzó a anunciarse en la prensa local, donde ofrecía “al público almeriense la galería que al efecto ha establecido en esta capital, y cuyos trabajos tendrán ocasión de apreciar sus favorecedores”. Las horas de trabajo eran de 9 a 4 de la tarde, “incluidos los días nublados y lluviosos”, además se podía elegir la hora que mejor le interesara al cliente para hacerse la foto, siempre y cuando se le avisara a Pérez de Zafra con dos días de antelación. Asimismo, cabe mencionar que más allá de octubre no se han localizado anuncios suyos en la prensa, por lo que es muy probable, como se ha comentado, que fuese ambulante.

El considerado primer fotógrafo de Almería supo ver el potencial de una Provincia rica, con una pujante y acaudalada burguesía de comerciantes e industriales mineros que deseaba retratarse, que quería inmortalizarse con el novedoso arte de la fotografía. Tal fue el caso de la familia Berruezo, ya que se conserva un retrato de don Francisco Berruezo López realizado por José Pérez de Zafra en 1864. Es uno de los retratos fotográficos más antiguos que se conservan de los Berruezo y a su vez tiene una gran importancia histórica, pues se trata de una de las primeras personas fotografiadas en Almería.

D. Francisco Berruezo López
Retrato de busto formato cdv realizado en
Almería por José Pérez de Zafra en 1864

Col. José Berruezo García
Cortesía Dolores Peyrallo Pérez
En estos años iniciales de la fotografía, hacerse un retrato era caro, por lo que sólo estaba al alcance de unos pocos privilegiados. El propio Pérez de Zafra mencionaba en sus anuncios los precios de su trabajo: el retrato original en tarjeta costaba 20 reales mientras que en busto, 25 reales. Era una cantidad considerable si se tiene en cuenta que equivalía, aproximadamente, al salario de cuatro o cinco días de un obrero.

Anotación del fotógrafo al dorso del retrato.

El retrato en tarjeta, también conocido como tarjeta de visita o carte de visite (cdv), en francés, fue un formato fotográfico patentado por el célebre fotógrafo francés Disdéri en 1854, cuyas dimensiones eran 64 x 100 mm. Sin embargo, no fue hasta 1859 cuando este formato se difundió en Europa con motivo de la distribución de una serie de retratos del Emperador Napoleón III en este tamaño. En poco tiempo se popularizó este formato por su versatilidad y reducidas dimensiones, poniéndose de moda que se coleccionasen e intercambiasen estos pequeños retratos entre amigos y familiares. En toda casa de la alta burguesía había álbumes de retratos en tarjeta.

Anuncio de José Pérez de Zafra publicado en el periódico
El Eco del Mediodía de Almería el 19 de octubre de 1864.
En España se considera que fue en 1859 cuando los primeros fotógrafos comenzaron a hacer retratos en formato tarjeta de visita, aunque su difusión por casi todo el país no llegó hasta los primeros años de la década de 1860. Tal fue el caso de Almería, ya que Pérez de Zafra se instaló, como ya se ha mencionado, en 1864.

Sobre José Pérez de Zafra poco se sabe, tan sólo que fue discípulo del italiano Patricio Bocconi Camisani (1835-1878), fotógrafo ambulante que, tras trabajar en Milán y Bolonia con éxito, recaló en España a principios de 1860 y que desarrolló su profesión en diversas ciudades como Mallorca, Alicante, Alcoy, Murcia, Salamanca, Pontevedra, Vigo, Orense y Almería, donde llegó en 1868, quizás por recomendación de su pupilo.

A la opulenta Garrucha del comercio y la minería, de los viceconsulados y los importantísimos hombres de negocios, llegó pronto el retrato fotográfico. El primer fotógrafo del que se tiene constancia que trabajó en el municipio fue Adolfo, que desarrolló su labor entre 1865 y 1870, aproximadamente. Este fotógrafo también tuvo Gabinete en Cuevas durante esos años y en su época debió fotografiar a lo más selecto de la rica burguesía minera del levante almeriense. Sin embargo, hoy día se conservan poquísimos de sus retratos en tarjeta, por lo que la aportación gráfica que se va a hacer a continuación es importante para la historia local. Se han hallado recientemente varios retratos relativos a la familia Berruezo realizados por Adolfo en Garrucha, como el que se muestra a continuación de doña María Josefa Berruezo López, hermana de don Francisco Berruezo.

Dña. María Josefa Berruezo López
Retrato de cuerpo entero formato cdv realizado por
Adolfo Fotº en Garrucha hacia 1865
Col. José Berruezo García
Cortesía Dolores Peyrallo Pérez

Sobre este enigmático fotógrafo nada se sabe pese a la intensa investigación que, en su momento, realizó al respecto el historiador don Juan Grima. La inexistencia de padrones y censos de esos pretéritos años, así como la falta de noticias en la prensa y su ausencia en los listados actuales de fotógrafos españoles en el siglo XIX ha hecho imposible conocer algo más sobre este pionero de la fotografía en el levante almeriense.

Para la historia familiar estos primigenios retratos son importantes, ya que, aparte de constituir un testimonio gráfico relevante, demuestran que la familia Berruezo no era ajena a los adelantos tecnológicos de su tiempo, pues fue una de las primeras de Almería en fotografiarse. 

En esta época la posición de los Berruezo llevaba tiempo consolidada al calor de la minería y el comercio, sin olvidar la preponderancia de la familia en la política local, pues en estos años fueron Alcaldes de Garrucha: don Manuel Berruezo Ayora (1861-1863) y don Juan Francisco Berruezo Torres (1865-1866).


miércoles, 16 de noviembre de 2016

Cuando la noticia de la «Octubrada» llegó a Garrucha


Otra vez los partidarios del eterno pretendiente D. Carlos de Borbón, el hombre más funesto de la España del siglo XIX, se han alzado en armas al grito de Dios, Patria y Rey.
Invocan el nombre de «Dios» los asesinos, los intransigentes, los fanáticos; guerrean al grito de «Patria», ellos que la han ensangrentado tantas veces, y que son sus más encarnizados enemigos; reconocen como Rey a quien ha dado tantas pruebas de ineptitud, eterno conspirador sin otros alientos que los precisos para recorrer, cual judío errante, las principales ciudades de Europa, dando «sablazos» para reclutar carne de cañón, que lava con su sangre su imbécil falta de creer en «Carlos chapa», mientras este pronuncia el consabido «ahí me las den todas», muellemente arrellenado en su despacho del Palacio de Loredan.
Otra intentona de los enemigos de nuestras libertades.
Otro paso atrás en el camino de la regeneración y del progreso.
¡Pobre España!
(El Eco de Levante. Garrucha, 8/11/1900)
Carlos VII, pretendiente al trono de España
Esta alarmante noticia pudieron leer los garrucheros en su periódico local el 8 de noviembre de 1900. No es de extrañar las duras palabras que le dedica la redacción del semanario al levantamiento carlista, pues era de ideología liberal e incluso algunos de los familiares de los redactores, como el abuelo de don Bernardo Berruezo, habían combatido heroicamente en las filas isabelinas durante las Guerras Carlistas.

Por momentos se temió lo peor, parecía que España se iba a enzarzar en la cuarta guerra civil de su desastroso siglo XIX.

Esta insurrección, también conocida como «octubrada», fue iniciada por algunos seguidores del pretendiente Carlos VII el 28 de octubre de 1900 en la localidad de Badalona (Barcelona), y pronto se extendió por otros municipios de Cataluña, Alicante y Valencia. Dicho día, una partida de 60 hombres al mando del exaltado carlista José Torrents atacó el Cuartel de la Guardia Civil de Badalona al grito de «¡Viva Carlos VII!». Sin embargo, en el intenso tiroteo, la benemérita abatió a Torrents y los sublevados emprendieron la huida, frustrándose así el intento de tomar el Cuartel.

Aunque la sublevación se extendió, como se ha comentado, a otros puntos de España, no contó con la autorización de los jefes carlistas ni del propio Carlos VII y fue sofocada rápidamente por las tropas gubernamentales. Todo parece indicar que fue fruto de algunos cabecillas locales del carlismo que, amparados en el gran descontento social por la pérdida de las colonias de ultramar en 1898 y las “nefastas” políticas seguidas por la Reina Regente, propiciaron el levantamiento al margen de sus líderes.

Esta intentona tuvo duras consecuencias para el carlismo, pues el Gobierno clausuró sus círculos y su prensa en España. Además, se produjeron registros de domicilios de destacadas personalidades de esta ideología y detuvieron a significados carlistas, como a don Salvador Soliva, General Jefe del Ejército de Carlos VII en Cataluña.


sábado, 12 de noviembre de 2016

Garrucha y D. Miguel Flores González-Grano de Oro


D. Miguel Flores González-Grano de Oro
(Extraída de reedición Historia de Garrucha)
“En la villa de Garrucha a veinte de Noviembre de mil novecientos veinte y uno, reunidos en el Salón de Sesiones de la Casa Capitular los Sres. Concejales que componen el Ayuntamiento y que suscribirán bajo la presidencia del Sr. Alcalde D. Pedro Berruezo Gerez…”, así comenzó ese día una sesión ordinaria de gran trascendencia para el municipio, ya que fue nombrado por unanimidad Cronista Oficial de la Villa de Garrucha  e Hijo Adoptivo de la misma don Miguel Flores González-Grano de Oro.

Fue el propio Alcalde don Pedro Berruezo el que hizo la propuesta al Pleno. Estaba fundamentada en la publicación de la monografía histórica denominada Garrucha, que en agosto había realizado González-Grano de Oro en unión de D. Ramón de Cala y López, y en los diversos trabajos sobre la región que ya tenía publicados o en preparación; también por su fuerte vinculación con Garrucha, pues había tenido domicilio en la misma y pasaba largas temporadas en ella, principalmente durante la época estival.

D. Pedro Berruezo Gerez
Col. José Berruezo García
Asimismo, durante la indicada sesión se acordó autorizar a su Presidente D. Pedro Berruezo Gerez, que en nombre de la Corporación y en la forma legal que estime pertinente, interese de la Real Academia de la Historia  nombre a D. Miguel González Grano de Oro, profesor Mercantil y en la actualidad vecino de la inmediata ciudad de Cuevas, Académico o Individuo correspondiente de ella, premiando así sus trabajos en la monografía histórica titulada “Garrucha”, así como los demás de investigación histórica de toda esta región que está llevando a cabo y que le ha de servir de estímulo y acicate para continuar por la senda emprendida que dará por resultado el conocer el pasado tanto de esta Villa de Garrucha como de la mayoría de los pueblos circunvecinos.

Este mandato se cumplió y el Alcalde trasladó la petición a la Real Academia de la Historia (RAH) con una certificación expedida por el Secretario del Ayuntamiento, D. Alfonso Visiedo Cano, del acuerdo adoptado en el pleno anteriormente comentado.

La RAH aceptó la petición y el nombramiento de don Miguel Flores González-Grano de Oro como “Individuo en su seno en la clase de Correspondiente” se produjo en la sesión que celebró la Junta de la Real Academia de la Historia el 23 de junio de 1922, a propuesta de los Académicos de Número D. Antonio Blázquez y Delgado Aguilera, D. Enrique de Leguina y Vidal (Barón de la Vega de Hoz), Reverendo Padre Fray Guillermo Antolín y D. Ramón Menéndez Pidal, quienes respaldaron la solicitud municipal.

Además del hecho de ser Cronista de los municipios de Cuevas del Almanzora y Garrucha, la Real Academia tuvo en cuenta su producción histórica y literaria, tanto propia como en colaboración con don Ramón de Cala, como las monografías históricas ilustradas que estaban preparando de Turre, Sorbas, Mojácar y Águilas.

Asimismo, destacaron las siguientes obras teatrales, que compuso en colaboración con José Jackson Veyan y que fueron editadas por la Sociedad de Autores Españoles:
  1. El género grande, zarzuela con música de J. Crespo que se estrenó en el Teatro Eslava de Madrid en 1908.
  2. El Desmiguen, entremés con música del maestro Crespo que se estrenó en el Salón Madrileño en 1911.
  3. La alegría del abuelo, zarzuela con música de R. Manzanares, que se estrenó en el Teatro Novedades de Madrid en 1911.
  4. Lo que manda Dios, zarzuela con música de Torregrosa y Alonso, que se estrenó en el Teatro Martín de Madrid en 1911.
De izq. a der.: D. Ramón Menéndez Pidal, D. Antonio Blázquez, D. Enrique Leguina y Fray Guillermo Antolín,
los Académicos de Número de la RAH que respaldaron la solicitud municipal presentada por el Ayuntamiento de Garrucha.

Pero, ¿quién fue D. Miguel Flores González-Grano de Oro?

Don Miguel nació en Cuevas de Almanzora (Almería) el 1 de octubre de 1879. Fue el primogénito del matrimonio formado por D. Baltasar Flores Bravo y Dña. Nieves González-Grano de Oro Henríquez, ricos hacendados que pudieron darle una formación adecuada en el Colegio Nuestra Sra. del Carmen de Cuevas. Alcanzado el grado de Bachiller continuó sus estudios en Málaga, donde obtuvo el título de Perito y Profesor Mercantil.

Fue Concejal de su ciudad natal y publicó numerosos artículos en casi todos los periódicos de Almería del primer tercio del siglo XX, convirtiéndose en unos de los autores más prolíficos en ese periodo sobre la historia de Almería y de muchos de sus pueblos. A su faceta de escritor unió la de ser empresario teatral y fundador de la sociedad Cinema Artística, con la que se adentró en el ya pujante séptimo arte.

Portada de la Monografía Histórica "Garrucha".
Publicada en 1921
Tuvo una vida social intensísima en Madrid y Almería, siendo socio activo de su Casino, del Círculo Mercantil y de la Cruz Roja. También fue Presidente del Sindicato de Riesgos de Cuevas, miembro de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, Redactor-Corresponsal de Almería de la Gran Enciclopedia Heráldica y Genealógica, Subdelegado de Turismo del Touring Club Español y Profesor de la Escuela de Comercio de Almería cuando se creó durante la República.

Tan ilustre hombre tuvo un trágico final que dejó huérfana a Almería de uno de sus más esforzados defensores en difundir su pasado. Al poco de comenzar la Guerra Civil, don Miguel Flores González-Grano de Oro, aunque de ideología liberal e ideas republicanas, buscó refugio transitorio en la casa de un amigo en Herrerías, dada la elevada tensión política reinante, pero fue descubierto, apresado y llevado ante el Comité revolucionario que decidió trasladarlo ante el de Cuevas. Aquí se acordó llevarlo a la prisión de Almería, pero cuando se encontraba el vehículo en la proximidades de Sorbas un control de milicianos les dio el alto y le asesinaron y enterraron en dicho lugar; era la madrugada del día 22 de septiembre de 1936. Tenía 56 años.

De esta manera tan atroz terminó su existencia el insigne Cronista de Garrucha, el odio, la sinrazón y la ignorancia acabaron con su vida. Ante semejante muerte se puede extrapolar aquella frase que dijo un célebre marino inglés ante el cadáver del Brigadier Churruca en 1805: «Hombres de esta talla no deberían ser expuestos al azar de las batallas».

Terminada la contienda fratricida, sus restos fueron exhumados y enterrados en el cementerio de Cuevas. Los documentos que tenía en su domicilio de Cuevas se perdieron tras la confiscación de su casa, y con ellos una parte de la historia almeriense.


martes, 8 de noviembre de 2016

Espiritismo en la Garrucha de 1920


Sesión de espiritismo en el siglo XIX

El espiritismo es una pseudociencia que surgió con fuerza en la Europa de mediados del siglo XIX. Esta doctrina se basa en que, a través de una serie de ritos, se puede entrar en contacto con los espíritus.

Aunque en España se constituyeron algunas sociedades espiritistas a lo largo de la década de 1850, no sería hasta la llegada de La Gloriosa en 1868 cuando vivió su auge y expansión por la práctica totalidad del territorio nacional. El país emanado de la Septembrina abrió las católicas y cerriles conciencias de muchos españoles hacia los temas esotéricos.

El interés hacia el espiritismo fue en aumento en nuestro país y se multiplicaron las publicaciones y centros dedicados a esta pseudociencia. Pero esta fascinación por contactar con el más allá no se restringió como pueda pensarse a personas sin formación fácilmente seducibles por el esoterismo sino que significadas personalidades de las altas esferas del poder eran asiduos participantes del espiritismo. Tal era la fascinación y verdadera creencia que despertaba en muchas personas que, por asombroso que parezca, el 26 de agosto de 1873 una serie de Diputados espiritistas presentaron a las Cortes Constituyentes de la I República Española una Proposición de Ley para la Enseñanza Oficial del Espiritismo. Con ello pretendían que se incluyera como asignatura en los Institutos de Segunda Enseñanza y que se creara una Cátedra de Espiritismo agregada a la Facultad de Filosofía. Sin embargo, todo quedó en nada al producirse el golpe de Estado de Pavía el 3 de enero de 1874.

Es muy probable que la moda decimonónica del espiritismo se difundiera también en la opulenta y cosmopolita Garrucha de la minería y el comercio, de los masones y los destacados hombres de negocios, y que existiese algún centro espiritista en el siglo XIX, o que se reunieran destacadas personalidades afines a esta creencia en alguna casa de ilustre y esotérico propietario. Parece posible, más aún si tenemos en cuenta la tradición mística de municipios circundantes como Turre, que se ha hecho célebre en la cultura popular como lugar propenso a dar médiums o personas con especiales sensibilidades para el contacto con el más allá.

Montaje fotográfico del siglo XIX en el que un
hombre es atacado por un espíritu.
No obstante, desconocemos a ciencia cierta si había alguna sociedad espiritista en Garrucha en el siglo XIX, aunque sí sabemos de la existencia de un centro dedicado a ello en la década de 1920. Sin embargo, en esta época el espiritismo estaba de capa caída, los numerosos casos de fraudes que se habían descubierto con los años habían mermado su credibilidad; además, la Restauración Borbónica, el raciocinio científico y el recrudecimiento de la tradición católica en la sociedad habían dañado seriamente este tipo de prácticas.

El centro espiritista de Garrucha de los años 20 debió ser un resquicio, una caricatura de una época pasada de esplendor para esta pseudociencia. En el mismo se hacían curaciones “prodigiosas” y se extraían demonios y otros espíritus maléficos. Además se vendía agua del Jordán, a 6 reales cada botella, para “borrar los pecados y curar endemoniados”. Eso sí, las botellas una vez vacías debían retornar al centro espiritista, no fuera a ser que otros vendieran también auténtica agua del río en el que fue bautizado Jesucristo. 

En Garrucha el centro espiritista debió contar con no pocos adeptos. Los regentes del centro, amparados seguramente en la ignorancia de muchos de sus habitantes en una época de considerable analfabetismo, jugaron con la buena fe y alimentaron sin escrúpulos la ciega creencia de muchas de estas personas, que acudían a este lugar con la esperanza de curar sus males o contactar con familiares fallecidos.

En este clima fanático favorecido por el centro espiritista surgieron en Garrucha algunos casos dignos de mención y que saltaron a la prensa de fuera de Almería:

“A una pobre histérica le hicieron creer que era una posesa de un espíritu maléfico que residía en su cuerpo. Le proporcionaron sellos de metileno y la persuadieron de que gracias a ellos expulsaría por la orina el elemento extraño”.
“Una muchacha casada con un viudo, acudió en busca de curación de una anemia. Le aseguraron los espiritistas que su dolencia no era otra cosa que el espíritu de la primera mujer de su marido, que se había apoderado de ella para vengarse”.
(“Los espíritus de Garrucha”. Diario La Cruz. Tarragona, 25/5/1928)
Hubo gente que reclamó al Inspector de Sanidad de Garrucha que actuara contra el centro por promover el curanderismo, aunque hay tradiciones tan arraigadas en la historia de los pueblos que es difícil de erradicar.

Asimismo, fue famosa en Garrucha una mística que decía ser la encarnación de la mismísima Santa Teresa de Jesús, aunque “esta nueva Teresa no es la dama sabionda y erudita que escribe «Las moradas» y azacanea de un lado para otro; es, por el contrario, una Teresa Cepeda muy rebajada que ha olvidado la riqueza del lenguaje castellano. Ahora cuando dirige la palabra, se expresa así, según copio del periódico de dónde tomo la noticia: «Fijarsus bien, que seis muy descreídos, yo soy Santa Teresa de Jesús, la que sus está hablando»”. (“Los espiritistas de Garrucha”. Diario El Pueblo. Valencia, 5/5/1928)

Si ya de por sí todo esto era esperpéntico, se unió a la función un prestidigitador extranjero de nombre Stevenson Verica. Este hombre hacía sesiones de espiritismo, ocultismo y trucos de magia. Había llegado al levante almeriense procedente de Almería, donde esperaba tener mejor suerte con sus números, ya que en la capital había sido abucheado y calificados sus números de burdos o mediocres. Jamás olvidaría su visita a Garrucha.

La noche del 23 de abril de 1928 dio uno de sus espectáculos en el Teatro de Garrucha. En los mismos le acompañaba una bella joven, probablemente su esposa, para amenizar y ayudarle en sus números. Una vez terminada la función se dispuso a regresar a su hospedaje. Iba paseando por la calle Mayor del municipio con su femenina ayudante cuando empezaron a increparlo y a mofarse de sus experimentos una turba de jóvenes. Stevenson reprendió la actitud de los maleducados mozalbetes y ante semejante alboroto acudió el vinatero Antonio García Rico, “El Morales”. El prestidigitador, que en un principio entendió que García Rico acudía a auxiliarlo, pronto se dio cuenta de que sus intenciones eran otras. “El Morales”, armado con un palo y enarbolando un peculiar patriotismo, le pegó una severa paliza a Stevenson, al punto que le sacó un ojo, y el otro, aunque no se lo vació, quedó tan dañado que perdió la visión. Tras dejar al malherido prestidigitador aturdido en el suelo bañado en un abundante charco de sangre, se volvió contra la joven, que corría despavorida por las calles de Garrucha clamando ayuda. Por suerte, no llegó a alcanzarla, ya que García Rico fue detenido y conducido a la cárcel por las autoridades municipales. Dijeron que el malogrado y ciego Stevenson, en el Hospital de Vera, reflexionó con voz paradójica “que en lo espeso de Marruecos, el desacreditado Marruecos, le hubieran hecho un homenaje como premio a sus trabajos.”

Según la prensa, el atentado contra Stevenson pudo estar promovido por los espiritistas de Garrucha, ya que temían que el prestidigitador extranjero pudiese desprestigiar su números y quitarles clientela. En definitiva, una disputa entre, los considerados por muchos, “explotadores de la ignorancia”.


viernes, 4 de noviembre de 2016

Don José López López, el paño de lágrimas de los pobres


D. José López López. Hacia 1905
Don José López López nació en Garrucha el 4 de noviembre de 1866. Era hijo de D. Juan Salvador López Soler y Dña. Ana María López García.

Su padre fue una destacada personalidad de la Garrucha del siglo XIX. Fue político y concejal liberal largos años, prácticamente desde la constitución del municipio en 1861, y participó en el primer gobierno democrático, de tinte liberal progresista, emanado tras el derrocamiento de la Monarquía Isabelina en 1868. Don Juan S. López estuvo muy comprometido con el pueblo y se sabe que a finales de la centuria era todavía concejal en el Consistorio. Sin lugar a dudas, fue una figura muy respetada entre los liberales del municipio. Además de político, López Soler fue Agente Consular de Italia y Turquía, consignatario de buques y un relevante comerciante, exportando hierro a Estados Unidos y naranjas a Inglaterra y Francia.

Criado en el seno de una familia de profunda convicción liberal y democrática, nuestro biografiado no tardó en seguir los pasos de su padre y consagraría su vida al servicio público.

Don José López López fue un apasionado político liberal de tendencia republicana en Garrucha.

Tal fue su fama como orador y político defensor de clase obrera que diversos pesos fuertes de la política local como el prócer republicano posibilista D. Francisco Berruezo López, el médico republicano y célebre masón D. Pedro Grima de los Ríos, y elementos populares como el albañil y el entusiasta concejal liberal D. Manuel Salmerón López y D. Diego Campoy López lo propusieron como candidato a Diputado a Cortes en las Elecciones Generales de 1893. Sin embargo, no prosperó la propuesta.

En poco tiempo se erigió como uno de los grandes referentes del liberalismo más progresista y socialista del municipio, siendo largos años concejal y Alcalde de Garrucha en 1894 y 1905.

De su gestión como Alcalde en 1905 destaca, según escribió el periódico El Ferrocarrilico de Cuevas del Almanzora (27/5/1905), el cese del monopolio de la carne, por lo que todo aquel que tuviese dicho género podía venderlo; el restablecimiento del sistema métrico decimal en el comercio; una mayor preocupación por la limpieza de las calles para mejorar la salubridad del vecindario; la consideración y respeto a todo el mundo, terminando así las odiosidades y rencores políticos que habían originado una gran tensión en la población; y seguir mejorando el pueblo cuando lo fueran permitiendo los ingresos municipales.

A partir de 1906, don José López se alineó políticamente en torno a los Berruezo, ya que desde ese año hasta su muerte acaecida en 1914 fue Teniente de Alcalde bajo la Presidencia del Ayuntamiento por parte de su gran amigo don Pedro Berruezo Gerez. Este paso a la segunda fila de la política local le sirvió en cierto modo como control a su, a veces, apasionamiento ideológico, ya que Berruezo moderó en ocasiones la exaltación política de López.

Concejales electos de Garrucha en 1909.
Nota del periódico El Radical (Almería, 8/12/1909)

Sin lugar a dudas, fue uno de los hombres de máxima confianza del querido Alcalde don Pedro Berruezo y juntos trabajaron en un clima de concordia por el progreso social y económico de Garrucha.

Su cercanía y empatía con los obreros lo hicieron tremendamente popular en Garrucha, siendo además su representante en el Ayuntamiento y en la Junta Local de Reformas Sociales.

Alcalde D. Pedro Berruezo Gerez
Don José López López y el señor Berruezo encarnaron en
Garrucha esa nueva política regeneracionista y reformista
de principios del siglo XX que fue especialmente sensible
a las demandas de la clase obrera.
Col. José Berruezo García
En las huelgas era habitual verlo apoyando a los trabajadores en demanda de las mejoras laborales que reclamaban y en ocasiones llegó a entrevistarse ante los patrones para negociar las citadas mejoras.

La lucha de la clase obrera siempre fue su lucha y ello le llevó a enfrentarse en algunos momentos a los malos capitalistas que oprimían al trabajador en una época en la que el obrero se encontraba prácticamente sin derechos y a merced de las arbitrariedades de empresarios sin escrúpulos.

En 1910 impulsó la fundación del importante sindicato “La Unión Obrera” y al frente del mismo trabajó firmemente por la dignidad, defensa y los derechos de los trabajadores.

Se destacan a continuación algunos artículos ilustrativos sobre el objetivo del sindicato recogido en su Reglamento de la Sociedad de Cargadores y Descargadores de Mar y Tierra de Garrucha denominada “La Unión Obrera”:

Art.1: El objeto para el que esta Sociedad se crea es el de mejorar las condiciones morales y materiales de los obreros, sus asociados: velar porque en los trabajos y faenas en que se ocupen se les considere y atienda y se les pague en la forma y cuantía que merezcan sus esfuerzos y sacrificios.
Art.3: Establecer centros instructivos para fomentar el desarrollo intelectual de los asociados y proporcionar enseñanza gratuita a los hijos de los mismos menores de edad.
Art.4: Facilitar a todo asociado que lo necesite médico, medicinas y alimentos en las enfermedades que puedan sufrir ellos, sus padres, sus esposas o sus hijos.
Pero como Teniente de Alcalde, don José López no sólo destacó como defensor de los más desfavorecidos, también tuvo reseñables actuaciones en otros campos.

Se preocupó enormemente de la educación de los niños y de recompensar sus logros estudiantiles como forma de estimularlos en el estudio, ya que ellos eran el futuro de Garrucha y de España. En este sentido, en 1908, con ocasión de la visita del Inspector de Instrucción Primaria se celebró un acto para premiar a los pequeños estudiantes y lo que aconteció en el mismo quedó recogido en la prensa. En el artículo que se transcribe a continuación de manera resumida se le menciona como Alcalde, aunque en esos momentos era realmente Alcalde accidental de Garrucha, ya que don Pedro Berruezo se encontraba ausente del municipio en esos días.

Ejemplo digno de imitar
La venida a este pueblo del celoso Inspector de primera enseñanza de la provincia, era deseada por infinidad de niños y niñas de las diferentes escuelas existentes en la localidad, porque al fin iban a ver coronados sus desvelos y realizadas sus aspiraciones. Se veía, no obstante, en ellos la intranquilidad propia en esa edad, por el acto trascendental que iban a realizar; mas cuando vieron llegar al Sr. Inspector y les dirigió la palabra, su mirada dulce y tranquila a pesar de su seriedad, penetró de tal manera en el ánimo de los niños, cautivó de tal modo sus inocentes corazones, que lejos de infundirles miedo, se acercaban a él como pudieran hacerlo al más cariñoso de los padres. [...]
Esto unido al celo del señor Alcalde (accidental) D. José López López ha hecho que el entusiasmo en Garrucha, raye la locura.
El paño de lágrimas de los pobres, D. José López López ha recibido en esta ocasión rendido homenaje de gratitud y reconocimiento. [...]
El Alcalde de Garrucha ha dado muestras inequívocas de su entrañable amor a la enseñanza y a la cultura de su pueblo. [...]
¡Había que ver a la primera autoridad local, en medio de los ordenados escolares, acto seguido de premiarlos, en justicia, ofreciéndoles dulces a granel y exhortándoles con su infatigable celo el porvenir! ¡Había que contemplar aquel hermoso cuadro, y oír a cada momento los improvisados y entusiastas vivas que brotaban de sus juveniles pechos, aclamando al Sr. Alcalde, al Sr. Inspector y a nuestra querida patria!
La pluma del más distinguido literato nunca retrataría el hecho con todo su esplendor.
No quedó uno en las escuelas de ambos sexos que no obtuviera su recompensa. En unos se premió el talento; en otros la asidua aplicación; en muchos su intachable honradez; en otros sus bonitos discursos y proclamas a la bandera y finalmente en los parvulitos la asistencia puntual a sus diferentes clases.
No contento el celoso Alcalde con las varias y hermosas medallas traídas de la ciudad condal, preparó al efecto todos cuantos objetos de capricho, útiles y necesarios existían en los comercios de la localidad, consistentes en cortes de traje para niñas, trajes enteros y ropa interior, pañuelos de seda de diferentes precios, estuches “necesaire” de importancia y otras cosas más inferiores, muñecas de regulares tamaños y otros muchos objetos que sería prolijo enumerar.
Según cálculos aproximados, podemos asegurar que el entusiasmo del Sr. Alcalde D. José López López en su laudable deseo de premiar la aplicación de los hijos de su pueblo, le ha originado el desembolso de unas mil pesetas.
Este hecho encantador, digno de imitar, que de ninguna manera podía quedar oculta, y que forma una gloriosa página en los anales de esta villa, ha sido una eficaz y verdadero estímulo, en primer lugar, para la juventud estudiosa y en segundo para despertar a los retraídos.
Los niños y niñas que ostentan hoy en el pecho sus medallas, no se cambian por los más ricos potentados.
[...]
(El Radical, Almería, 24 de octubre de 1908)
Por otro lado, tuvo acciones destacables en su lucha por combatir la propagación de epidemias en Garrucha.

En 1905, siendo Alcalde de Garrucha, el sarampión asoló al municipio, por lo que decretó que para evitar más contagios los cadáveres fueran conducidos directamente al cementerio, sin pasar por la Iglesia y las principales calles de la población, rompiendo con una tradición que se hacía en esos momentos inviable desde el punto de vista de la salud pública. Gracias a esta y otras medidas se logró reducir la epidemia.

Don José López López (marcado con X), con bastón de Alcalde, junto a otras personalidades como don Antonio Lacal,
don Simón Fuentes, don Pedro Berruezo, don Pedro Gea, etcétera en el Pabellón de la Caseta de Sanidad de Garrucha en 1905.
Extraída del libro Memoria Fotográfica de Garrucha (1838-1936): La Historia Quieta

En la primavera de 1911 surgió en el levante almeriense una epidemia de tifus, siendo particularmente duras sus consecuencias en Vera. En Garrucha, apenas se dieron casos gracias a las gestiones que desarrollaron incansablemente personalidades como D. José López. Trabajó incansablemente junto a don Pedro Berruezo y los médicos del municipio estableciendo medidas sanitarias que evitaran la propagación de este mal en la población. Por su destacable actuación le valió que la prensa solicitara para él la Cruz de Beneficencia.

Nota sobre el tifus del periódico La Independencia de Almería (27/4/1911)

Pero don José López fue algo más que político en Garrucha. También fue periodista, siendo corresponsal de los periódicos La Crónica Meridional y El Radical de Almería, así como del Ferrocarrilico de Cuevas del Almanzora. Asimismo, a finales del siglo XIX fundó y fue director de los periódicos garrucheros El Levante y El Látigo, con los cuales se dedicó de manera enérgica a la defensa de las causas obreras, los intereses generales del municipio y del levante almeriense.

Nota de La Crónica Meridional (Almería, 13/11/1889)

Además, fue un garruchero de pro, pues contestaba en la prensa todo artículo negativo que de manera injusta hiciese cualquier forastero sobre el municipio.

Este infatigable político y periodista también quiso ser Fiscal de Garrucha en 1907, aunque no lo logró.

Finalmente, don José López López murió en Garrucha víctima de la tuberculosis el 8 de marzo de 1914, a los 47 años. En el momento de su fallecimiento era Presidente de su querido e ilustrado sindicato “La Unión Obrera”. Le sucedió en el cargo el otro gran defensor de la clase obrera, su amigo don Pedro Berruezo Gerez. El señor López dejó desconsolada viuda, Dña. Emilia Rodríguez Sánchez, y tres hijas: Ana, Andrea y Josefa López Rodríguez.

Cuando corrió la noticia de su muerte en Garrucha, la casa del finado de la calle Colón se abarrotó de centenares de personas deseosas de acompañar a la familia en tan dolorosa pérdida. Su entierro fue multitudinario, con asistencia masiva de las clases populares que lloraron desconsoladamente a uno de sus grandes valedores.

Hoy día, el que fue calificado en vida como “el paño de lágrimas de los pobres”, yace en Garrucha en el más remoto de los olvidos a pesar de ser uno de los grandes defensores de los derechos de los obreros en una época de gran penuria para ellos.

Sirva este modesto artículo, en el 150 aniversario de su nacimiento, en reconocimiento y homenaje a la labor de don José López López, el hombre que fue la palabra armada de la clase obrera.