jueves, 23 de julio de 2015

D. Pedro Berruezo Gerez (1871-1952). Parte VII


A lo largo de la II República Don Pedro Berruezo se dedicó a sus negocios junto a su hermano D. Francisco. Además, y como ya se dijo en la entrada anterior, siguió perteneciendo al influyente Casino de Garrucha y fue nombrado Vocal de la Junta Local de la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos de Garrucha en mayo de 1931.

El 7 de julio de 1934 sufrió un duro revés, ya que su cuñado y gran amigo, el potente empresario D. Simón Fuentes Caparrós, casado con su hermana Dña. Concha, falleció en su finca del Algarrobico a los 76 años. Sus restos, y los de su esposa, descansan en el Panteón que D. Francisco Berruezo López mandó construir en Garrucha en el siglo XIX. 

La relación que siempre mantuvo con Don Simón puede considerarse, prácticamente, de hermanos y fue uno de sus mayores hombres de confianza en la política local. Bien conocidas y célebres en Garrucha llegaron a ser las jornadas de caza que ambos disfrutaban en sus posesiones de Sierra Cabrera.

En el centro, con sombrero, Don Pedro Berruezo Gerez y a su izquierda, con sombrero también,
su cuñado Don Simón Fuentes Caparrós posando con los trofeos de caza. Finales de los años 20.
(Extraída del libro Memoria Fotográfica de Garrucha (1838-1936). La Historia Quieta. Vol. III)

Conforme avanzaban los años de la II República, la tensión y radicalidad política en España fue en aumento hasta que finalmente explotó el 17 de julio de 1936. En esta fecha se produjo en Melilla un levantamiento militar contra el gobierno frentepopulista de la República, el alzamiento se extendió a la península al día siguiente. Sin embargo, al no triunfar la sublevación en la totalidad del territorio nacional, se inició una sangrienta y cruel guerra civil, que duraría hasta 1939.

Situación del levantamiento. En rojo la zona republicana y en azul la sublevada
(http://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373,m,1915&r=ReP-27181-DETALLE_REPORTAJES)

Uno de los militares sublevados, el General Franco realizó una proclama el 17 de julio de 1936 en Tetuán incitando a la sublevación, de la que se cita algunos fragmentos:

General Francisco Franco
¡Españoles! A cuantos sentís el santo nombre de España, a los que en las filas del Ejército y la Armada habéis hecho profesión de fe en el servicio de la patria, a cuantos jurasteis defenderla de sus enemigos hasta perder la vida, la nación os llama a su defensa. [...]
Al espíritu revolucionario e inconsciente de las masas, engañadas y explotadas por los agentes soviéticos, se ocultan las sangrientas realidades de aquel régimen que sacrificó para su existencia 25 millones de personas, se unen la molicie y negligencia de autoridades de todas clases que, amparadas en un Poder claudicante, carecen de autoridad y prestigio para imponer el orden en el imperio de la libertad y de la justicia. [...]
En estos momentos es España entera la que se levanta pidiendo paz, fraternidad y justicia; en todas las regiones el Ejército, la Marina y fuerzas del orden público se lanza a defender la Patria. [...]

Por otra parte, Dolores Ibárruri, en nombre del Partido Comunista, ante los micrófonos del Ministerio de Gobernación exhortó el 19 de julio:

¡Obreros! ¡Campesinos! ¡Antifascistas! ¡Españoles patriotas!... Frente a la sublevación militar fascista ¡todos en pie, a defender la República, a defender las libertades populares y las conquistas democráticas del pueblo! [...]
Al grito de ¡el fascismo no pasará, no pasarán los verdugos de octubre!... los obreros y campesinos de distintas provincias de España se incorporan a la lucha contra los enemigos de la República alzados en armas. Los comunistas, los socialistas y anarquistas, los republicanos demócratas, los soldados y las fuerzas fieles a la República han infligido las primeras derrotas a los facciosos, que arrastran por el fango de la traición el honor militar de que tantas veces han alardeado.

Dolores Ibárruri, también conocida como La Pasionaria
Todo el país vibra de indignación ante esos desalmados que quieren hundir la España democrática y popular en un infierno de terror y de muerte.
Pero ¡NO PASARÁN!
España entera se dispone al combate. [...]
¡Soldados, hijos del pueblo! ¡Manteneos fieles al gobierno de la República, luchad al lado de los trabajadores, al lado de las fuerzas del Frente Popular, junto a vuestros padres, vuestros hermanos y compañeros! ¡Luchad por la España del 16 de febrero, luchad por la República, ayudadlos a triunfar!
El Partido Comunista os llama a la lucha. Os llama especialmente a vosotros, obreros, campesinos, intelectuales, a ocupar un puesto en el combate para aplastar definitivamente a los enemigos de la República y de las libertades populares. ¡Viva el Frente Popular! ¡Viva la unión de todos los antifascistas! ¡Viva la República del pueblo! ¡Los fascistas no pasarán! ¡No pasarán!
Panorámica de Garrucha. Principios de siglo XX. Fotógrafo: F. de Blain

En la provincia de Almería no triunfó el alzamiento, por lo que Garrucha permaneció en el bando republicano hasta el final de la Guerra Civil.

La primera reacción del municipio ante la sublevación militar fue la constitución el 24 de julio de 1936 del Comité Revolucionario Antifascista del Frente Popular. Una institución paralela al Ayuntamiento de Garrucha. Este Comité rápidamente formó unas milicias compuestas por obreros, a los cuales armó para la seguridad interna y para controlar las vías de acceso terrestre y marítimo de Garrucha. En definitiva, grupos armados para el sostenimiento en el municipio de la causa del Gobierno de República. Lamentablemente, en poco tiempo se producirían algunos sucesos que conmocionaron la vida de Garrucha.

La Guardia Civil de Garrucha, a instancia del Gobernador Civil de Almería, fue desarmada y las armas entregadas al Ayuntamiento. El Comité Revolucionario pediría que dicho armamento le fuese entregado para el uso de la fuerza miliciana.

El Sargento D. Federico Bueno junto a su familia
Extraída del libro La Guerra Civil en Garrucha. Violencia
republicana y represión franquista (1936-1945)
A las 7 de la mañana del 24 de julio de 1936 llegó a Garrucha un grupo incontrolado de milicianos del Frente Popular de Mojácar que asaltó el Ayuntamiento y tomó las armas que había depositado la Guardia Civil. Acto seguido fueron al Cuartel de este Instituto Armado en Garrucha y tomaron por la fuerza al jefe del puesto, al Sargento D. Federico Bueno, que se encontraba en cama enfermo de ictericia. Según parece, algunos de estos milicianos mojaqueros tenían una inquina personal con el Sargento y juraron venganza tiempo atrás. Tras conducirlo a culatazos y golpes por las calles del municipio, finalmente fue asesinado a tiros en las inmediaciones de donde hoy se encuentra el Colegio Público Hispanidad de Garrucha.

La viuda e hijos del malogrado Sargento, en estado de shock, se refugiaron en la casa de Don Pedro Berruezo Gerez donde recibieron las mejores atenciones posibles y la protección de Don Pedro en este nefasto día. Al día siguiente, se consiguió que un coche los sacase del pueblo y los condujese a Almería.

El 25 de julio se produjo otro hecho penoso, el asalto a la Iglesia Parroquial de San Joaquín de Garrucha. Se destruyó, a excepción de una imagen mariana que pudo ser salvada, la totalidad del patrimonio artístico-cultural-eclesiástico del municipio, donde una parte considerable había sido donada por la familia Berruezo a lo largo de los años.

Hijas de la Caridad de San Vicente Paúl junto a sus alumnas en Garrucha. Hacia 1931.
Extraída del libro Memoria Fotográfica de Garrucha (1838-1936). La Historia Quieta. Vol. III

También, la noche del mismo 25 de julio de 1936 una panda de desalmados irrumpió por la fuerza en el Convento de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Garrucha. Las monjas corrieron despavoridas por las calles del municipio buscando refugio en las casas que se lo dieron, entre ellas la de Don Pedro Berruezo. Días más tarde, las monjas fueron trasladadas al hospital de Cuevas del Almanzora, donde ellas eligieron ser llevadas.

La marcha de las religiosas despertó lágrimas y alegrías. Lágrimas de los piadosos católicos garrucheros y de los alumnos de las monjas, ya que éstas se habían encargado durante años de la educación de los niños, y alegría por aquella parte de la población que buscaba la erradicación del clero en Garrucha.

Tras estos incidentes y el recrudecimiento de la Guerra Civil, comenzaron en Garrucha las detenciones de aquellas personas consideradas no afectas a la República.

A lo largo de la Guerra se detuvieron en Garrucha a 45 personas. Las detenciones venían ordenadas por el Ayuntamiento, el Comité Revolucionario o por las Autoridades competentes de Almería. A los arrestados se les conducía a prisión en una casa habilitada como cárcel situada en el actual Paseo del Malecón. La vida era dura para los detenidos, pues vivían en celdas insalubres, eran vejados por sus captores y a sus familias se les exigía que les llevaran la comida, a la vez que les pedían considerables cantidades de dinero.

Don Pedro Berruezo Gerez fue detenido a instancia del Comité Revolucionario Antifascista del Frente Popular de Garrucha, al parecer acusado de ser de derechas y Alcalde bajo la Monarquía. Además de solicitarle dinero, le expropiaron los varios miles de cabras que poseía en su finca de Sierra Cabrera. Expropiación que le dolió particularmente, ya que la persona que lo hizo fue su antiguo pastor, al que había ayudado muchas veces tiempo atrás, y que durante la Guerra fue un activo miliciano y el encargado de la requisa del ganado para la Intendencia del Ejército Republicano.

Don Pedro se sintió traicionado y entristecido, ya que una parte de los que ahora lo vejaban, los había defendido y socorrido en su época de Alcalde y como Presidente de la Unión Obrera.

La familia Berruezo trató de conseguir desesperadamente su liberación, ya que se rumoreaba que, como otros presos en España, podía ser fusilado. 

Se da cuenta del siguiente hecho recogido en la tradición oral familiar. Reunido el Comité y el detenido, el presidente dijo: “¿Quién quiere matar al camarada Pedro Berruezo?” A lo que uno de los asistentes levantó la mano y dijo: “Yo”. El presidente le preguntó el motivo y el miliciano contestó: Porque le debo 2000 reales. Dicho esto, Don Pedro dijo: “Eso es falso. Id a mi casa y mirad la libreta de cuentas que se encuentra en el cajón de mi despacho”. Tras esa réplica, comprobaron lo que decía el Sr. Berruezo y vieron que el préstamo de 2000 reales tenía anotación de que estaba pagado. Don Pedro en el momento que dio el dinero sabía que nunca se le iba a devolver y marcó como devuelta la cantidad. Esta práctica de marcar el préstamo devuelto aunque no lo estuviera era habitual en él cuando los que solicitaban dinero eran personas necesitadas.

D. Baldomero Andrés. Hacia 1920
Col. José Berruezo García
Cortesía familia Andrés Berruezo
El 3 de octubre de 1936 fue liberado de su cautiverio gracias a la mediación armada de su yerno D. Baldomero Andrés Toledo (Maestro Nacional residente en Zurgena donde tenía un gran prestigio social) y su sobrino D. Francisco Berruezo Cánovas. Tras una tensa discusión, los miembros del Comité Revolucionario accedieron a poner en libertad a Don Pedro Berruezo.

Tristemente, la noche del 3 al 4 de octubre de 1936 fueron fusilados 14 detenidos. Esa noche escribió Garrucha la página más negra de su Historia. Don Pedro perdió entre los fusilados a buenos amigos y parientes como D. Pedro de Juaristi, D. Cleofás Martínez Orozco, D. Antonio Casanova Amat, D. Sebastián y D. Francisco Casanova Segura, D. José López Campos, D. Pedro Cervantes Gerez, D. Francisco Quesada Berruezo, D. José Ruiz Berruezo…


Don Pedro Berruezo Gerez, consciente de que por apenas horas había escapado de una muerte segura, estuvo fuertemente conmocionado por lo ocurrido. No podía entender cómo el ser humano podía hacer tanto daño a sus semejantes, cómo podía haber gente con odios ideológicos tan viscerales, cómo las venganzas personales se camuflaban con la política, cómo la mal entendida y radicalizada política podía llegar a justificar asesinatos.

Finalmente, Don Pedro, a petición de su yerno D. Baldomero, marchó a la casa de éste en Zurgena hasta que se calmaran los ánimos y la situación política garruchera le permitiera volver. En ese pueblo de Almería estuvo refugiado hasta que terminada la Guerra Civil pudo regresar a Garrucha.

[Continuará]


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