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Carlos IV, Rey de España cuando nació nuestro familiar biografiado |
Se crio en el seno de una familia
acomodada de la ilustración veratense. Su abuelo D. Pedro Berruezo Caparrós fue
un acaudalado comerciante, importante hacendado y funcionario de la Real
Hacienda como Mediero de Sal en Vera. Su padre D. Juan Francisco Berruezo fue
también empleado de Rentas Reales en el mismo municipio. Asimismo, y como
curiosidad, cabe comentar que D. Pedro Berruezo Soler era sobrino del famoso
espía y aventurero español D. Domingo Badía, más conocido como Alí
Bey, ya que éste se había casado con su tía, Dña. María Lucía Berruezo
Campoy. (Ver: Alí Bey y su relación con la familia Berruezo en Vera)
En agosto de 1812, a la edad de 7 años, quedó huérfano de padre al fallecer éste en la fatídica epidemia de fiebre amarilla que asoló Vera en esos años, en la que perecieron 1400 personas. Tras este triste trance familiar, Don Pedro Berruezo debió ser educado bajo la influencia de su abuelo, ya que de él aprendió el oficio de Rentas.
Tras trabajar durante su
adolescencia como salvaguarda y mozo de
almacén de la Administración de Rentas Reales en Vera, en 1828 solicitó al Contador
de Rentas de la Provincia el empleo de Medidor
de Sal, cargo que venía ostentando su familia desde época pretérita y que
le fue concedido. Fue el inicio de una carrera en la Real Hacienda que le llevó
a tener diversos nombramientos con el paso del tiempo: Medidor de Sal en Vera
(1828), Escribiente de la Contaduría del Partido de Loja (1829), Fiel Toldero
de Sal de la Administración de Vera en Garrucha (1832), Fiel de Cargadas de
Garrucha (1838-1845) y Villaricos (1841), Fiel Toldero de Sal de Garrucha
(1846), Interventor de la Aduana de Garrucha (1847)… hasta ostentar la
Contaduría y la Administración de Rentas de la Aduana de Garrucha, uno de los
cargos de Hacienda más relevantes de la Almería y la España de su época, dado
el enorme trasiego comercial, industrial, importador y exportador que comenzaba
a tener la rada de Garrucha como consecuencia de la fructífera actividad minera.
En noviembre de 1865, Don Pedro Berruezo se jubiló como funcionario de la Real
Hacienda tras toda una vida consagrada a este servicio público. No obstante, no fue
su única proyección profesional, ya que también se dedicó con éxito a la
compra-venta de propiedades y a la inversión minera, lo que le hizo amasar
una importante fortuna. Esta faceta se verá en próximas entradas de su reseña
biográfica.
Sobre la administración de la “Sal”,
conviene recordar la trascendencia que tuvo en su época, ya que desde el Alfolí
de Sal de Garrucha se surtía a más de 40 municipios de
tan necesario compuesto químico para la conservación de los alimentos.
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Buque descargando en la playa de Garrucha. Finales del siglo XIX. |
La vinculación de D. Pedro Berruezo Soler no se limitó a la Aduana de Garrucha. Se asentó en la todavía pedanía de Vera en la década de los años 30 del siglo XIX y pronto dejó profunda huella en la Historia garruchera. Una prueba de la estima y respetabilidad que le profesaban sus convecinos, así como del compromiso que tenía con Garrucha este prohombre, se puede leer en la página 72 del libro Historia de Garrucha, publicado en 1921, donde Don Pedro Berruezo fue uno los impulsores de la construcción de su segundo cementerio:
“Al
año siguiente de 1848, se construyó el primer cementerio que hubo en la localidad;
antes de esta fecha se hacían los enterramientos en el de Vera. La primera
necrópolis estaba en el sitio llamado la Puntica, y no reunía las condiciones
necesarias, hallándose las sepulturas poco resguardadas de profanaciones; así
ocurrió que un día en que se había enterrado un niño, sacaron los perros el
cadáver destrozándolo, y la familia, llena de dolor, acudió a casa de D. Pedro
Berruezo dándole cuenta de lo ocurrido. El hecho produjo mucha sensación en el
vecindario; enterrose nuevamente a la criatura en una profunda fosa, y aquella
noche se reunieron en casa del Sr. Berruezo varias personalidades, acordando
construir un cementerio a sus expensas, rodeándolo de tapias y cerrándolo con
una puerta prevista de cerradura. […] inaugurándose solemnemente esta
necrópolis con asistencia del Párroco de Vera, que después de bendecirla,
recogió la llave, encargando que cuando hubiese algún sepelio se le mandara
aviso. Así se estuvo practicando con gran incomodidad de los vecinos, hasta que
D. Pedro Berruezo consiguió que la llave quedara en su poder.”
[Continuará]
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