sábado, 9 de julio de 2016

¿Truchas en Garrucha? La extravagante idea de Jorge Clifton Pecket, vicecónsul inglés en Garrucha


Jorge Clifton Pecket. Hacia 1876
Extraída del libro Memoria Fotográfica
de Garrucha (1838-1936). Vol. III
Jorge Clifton Pecket fue un personaje muy peculiar de la Historia de Garrucha. Llegó al municipio para hacerse cargo del viceconsulado inglés, que había quedado vacante tras la muerte del titular, Alejando Kirkpatrick, en junio de 1869. Con el paso de los años se convirtió en un rico hombre de negocios vinculado a la minería y su aportación al desarrollo económico y social de la villa fue muy importante.

Personaje inquieto intelectualmente, fue muy activo y dinámico, lo mismo te lo podías encontrar recorriendo las Sierras de Cabrera y Bédar en expediciones científicas y mineras que haciendo descubrimientos arqueológicos con Eduardo Palanca, frustrado presidente de la I República, en la Cueva del Tesoro en Torremolinos (Málaga).

Como buen inglés era un hombre práctico e ingenioso, siempre dispuesto a emprender negocios que le pudieran reportar un gran rédito. En una ocasión, haciendo unas prospecciones mineras en Sierra Cabrera se topó con un manantial de agua fresca y buena. Con una mente cultivada en la revolución industrial de la época victoriana vio en esto una buena oportunidad para surtir de agua a Garrucha, terminando así la dependencia que tenía el municipio de los aguadores de Mojácar.

Rápidamente acordó con el Ayuntamiento, presidido por Alcalde Don Juan Francisco Berruezo Torres, que él costearía todo lo necesario para traer el agua desde Sierra Cabrera a cuatro fuentes que se instalarían en Garrucha. Y así lo hizo, tiró 7 Km de tubería y, de manera gratuita, el municipio solucionó su problema de abastecimiento de agua potable. Aunque claro, ningún inglés hace tal derroche de filantropía gratis, por lo que Pecket se reservó en exclusiva la venta del agua a 5 céntimos el cántaro. Tal aparentemente provechoso negocio empezó a rodar en septiembre de 1884, cuando solemnemente se inauguraron las fuentes. Sin embargo, el singular Vicecónsul británico no previó bien que en Garrucha existían casas con pozos y que mucha gente prefería el tradicional servicio de los aguadores para surtirse de agua, ya que, aunque más cara, la llevaban al domicilio. Tampoco calculó bien el caudal que suministraba a Garrucha, pues pronto se encontró que de los casi 110.000 litros que abastecía diariamente, sólo se demandaban 10.000 litros, desperdiciándose el resto.

Ante tal problema, nuevamente puso su británica cabeza a cavilar y se le ocurrió hacer bancales de riego, ajardinar su casa y construir un gran depósito con capacidad para un millón de litros. Sin embargo, estas medidas seguían siendo insuficientes para dar provechosa salida a tanta agua, por lo que se le vino a la mente una extravagante idea: construir una piscifactoría para la cría de truchas. Un descabellado proyecto que materializó, o al menos lo intentó.

Así pues, Jorge Clifton Pecket, sin escatimar en gastos, llevó a cabo su piscifactoría, que constaba de:

  • Un estanque para la incubación de los huevos
  • Un estanque para alevines con plantas acuáticas
  • Un estanque para la recría
  • Un estanque para engorde
  • Saltos de agua de unos a otros para el oxigenado
  • Un estanque final de 700 m2 de superficie para parcas y salmones

Piscifactoría francesa de 1869, probablemente la instalada en
Garrucha debió ser similar.
Esta piscifactoría que tuvo Garrucha fue, según comenta el escritor Antonio Molina en su obra El Libro de Cuevas del Almanzora hace un siglo, la primera instalada en el Sur de España. 

Sin embargo, el proyecto no marchó como deseó Jorge Clifton, pues no logró criar truchas, a pesar de la gran cantidad de intentos y consultas científicas que hizo a diversas instituciones nacionales e internacionales. Parece ser que el clima garruchero no favorecía la cría de este tipo de peces.

No se sabe qué hubiera pasado si hubiera llegado a despegar tan peculiar negocio, aunque siendo Garrucha un puerto de mar que se nutría de una gran cantidad y variedad de pescado fresco parece probable el fracaso de Pecket a medio o largo plazo. No obstante, a tan singular personaje de la historia garruchera seguro que se le hubiera ocurrido algo para evitar naufragar con las truchas.


miércoles, 6 de julio de 2016

La olvidada tumba en Vera de Alejandro Kirkpatrick, primer vicecónsul inglés en Garrucha


En la parte vieja del cementerio de Vera, donde hace tiempo dejaron de llevarse flores y los difuntos lucen polvorientas lápidas olvidadas, descansan buena parte de las personalidades que en el siglo XIX, en los años dorados de la minería, forjaron la época de mayor esplendor del levante almeriense.

En una ocasión, paseando por la zona antigua de nichos del referido camposanto me llamó uno de ellos la atención, era sencillo, modesto, con signos evidentes de abandono y de estar olvidado hace mucho tiempo por todos. Todavía conservaba una reja, completamente oxidada, con un candado de época como garante inmemorial de la integridad de las personas que custodia. Mi interés fue mayor cuando pude leer en la polvorienta lápida, un nombre, casi desdibujado, que me resultaba conocido: Alejandro Kirkpatrick y Kirkpatrick. Estaba ante la tumba del primer vicecónsul inglés que tuvo Garrucha como municipio independiente.

Nicho nº 16, donde se encuentran los restos de Alejandro Kirkpatrick

Dicen que una persona nunca muere mientras haya alguien que lo recuerde, por lo que recordemos un poco la biografía de este singular personaje de la historia de Adra, Vera y Garrucha.

Alejandro Kirkpatrick nació en Adra (Almería) el 26 de enero de 1829. Era hijo de Tomás Kirkpatrick Stothert, industrial y Vicecónsul británico en Adra, y de Carlota Catalina Kirkpatrick Grivignée, hija de William Kirkpatrick Wilson, Cónsul de Estados Unidos en Málaga.

Thomas Jefferson, Presidente de los EE.UU.
Los Kirkpatrick eran una familia noble de origen escocés que se asentó en Málaga a finales del siglo XVIII como comerciantes y diplomáticos. Así pues, el primero de este linaje en el sur de España fue William Kirkpatrick Wilson, un destacado empresario vinícola que, tras pasar por Jerez de la Frontera, acabó instalándose en Málaga con motivo de haber sido nombrado Cónsul británico (1791) y de Estados Unidos (1800-1817) en la capital de la Costa del Sol. Como curiosidad, este polifacético industrial llegó a surtir al Presidente Thomas Jefferson del mejor vino dulce malagueño.

William Kirkpatrick, como ávido hombre de negocios, no fue ajeno al despertar minero de Almería, por lo que fueron frecuentes sus visitas a Adra, donde realizó importantes inversiones mineras y también se hizo cargo de la representación consular de EE.UU. en dicho puerto almeriense.

Un hermano de William, Juan Kirkpatrick Wilson, acabaría por asentarse en Adra a principios del siglo XIX, donde fue vicecónsul del Reino Unido, Cerdeña, Dinamarca y Países Bajos, y se hizo cargo de los cada vez más desarrollados negocios mineros de la familia. Su hijo Tomás Kirkpatrick Stothert, oficial que combatió en la Guerra de la Independencia bajo las órdenes del Duque de Wellington, continuaría la labor industrial y diplomática, así como el hijo de éste, Alejandro Kirkpatrick y Kirkpatrick, nuestro personaje de interés.

Los Kirkpatrick junto con los hermanos Rein de Málaga levantaron en 1822 la conocida fundición San Andrés en Adra, con la que consiguieron beneficiar los minerales procedentes de la Sierra de Gádor y exportar grandes cantidades de plomo. Durante la primera mitad del siglo XIX fue la primera fundición de plomo de España y una de las más importantes de Europa.

El descubrimiento en 1838 del filón de plomo argentífero en el Jaroso de Sierra Almagrera volvió los ojos de la familia Kirkpatrick hacia el levante almeriense, por lo que deseosos de sacar tajada del rico pastel que se avecinaba, pronto recalaron por la costa levantina. Así pues, Alejandro Kirkpatrick llegó a Garrucha a principios de la década de 1850, con motivo de haber sido nombrado Vicecónsul de Su Majestad Británica en Garrucha el 31 de agosto de 1852 y con la intención de expandir e incrementar los negocios familiares.

Nuestro biografiado recaló en una Garrucha que comenzaba a despuntar, donde la economía basada en la pesca y el reparto de sal iba mezclándose con la naciente industria minera y el cada vez más importante comercio que empezaba a consolidar y acrecentar. El rápido progreso social y económico iba convirtiéndola poco a poco en algo más que una pedanía de Vera, gracias al trabajo de familias como la Berruezo o la Orozco.

Kirkpatrick se construyó casa en el actual Paseo del Malecón y tuvo por vecinos al destacado comerciante Manuel Berruezo Ayora y al industrial José María Labernia Cruz. Aquí vivió Alejandro Kirkpatrick en compañía de su primera esposa Amalia Carmona, con la que regularmente viajaba a Adra para visitar a la familia, y, posteriormente, tras enviudar, con su segunda esposa, la rica veratense María del Carmen Giménez Soto, con la que se había casado en Vera el 31 de julio de 1856. Con ella tuvo cinco hijos: Carlota, Tomás, Encarnación, Alejandro y Francisco Kirkpatrick Giménez.

Alejandro Kirkpatrick fue testigo de la constitución de Garrucha como municipio independiente en 1861, por lo que pasaría a la Historia como el primer vicecónsul inglés que tuvo la naciente villa. Pudo ver como aquella mañana del 1 de enero de 1861 su vecino y buen amigo, Manuel Berruezo, se convertía en el primer Alcalde del próspero pueblo.

Sin embargo, la vida de Kirkpatrick iba a tornar pronto a su fin. De manera inesperada, el vicecónsul cayó fulminado víctima de un aneurisma el 3 de junio de 1869. Tenía 40 años. Y así, de esa forma tan rápida e imprevista acabó la vida de este peculiar hombre, que tuvo relevantes familiares, a destacar: su hermano el Coronel Guillermo Kirkpatrick, Gobernador de Bohol en Filipinas, y su hermana Carlota Kirkpatrick, Condesa de Comminges Guitard, así como sus primas-hermanas Francisca Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, Duquesa de Alba, y Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick (más conocida como Eugenia de Montijo), Emperatriz de Francia. Sus albaceas testamentarios, Manuel Berruezo Ayora y José Chasserot Torres, Agente consular de Francia en Garrucha y Villaricos, darían cumplimiento a sus últimas voluntades, según lo dispuesto en su testamento de 1864. Tras su muerte, le sucedió al frente del viceconsulado Jorge Clifton Pecket, polifacético hombre de negocios bien conocido en Garrucha.

Francisca Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, Duquesa consorte de Alba, y Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick,
Emperatriz de Francia, primas de Alejandro Kirkpatrick y Kirkpatrick 

En un nicho hoy olvidado y abandonado de Vera yace este aristocrático prohombre junto a su segunda esposa María del Carmen Giménez Soto (que acabaría contrayendo segundas nupcias en 1877 con el hacendado Juan Cruz Navarro), su hijo Francisco Kirkpatrick Giménez y su nieta Encarnación Riera Kirkpatrick.

En sentido general, sería una pena que enterramientos de personajes así acabasen por desaparecer con el tiempo por remodelaciones municipales del cementerio o porque las tumbas por el paso de los años se terminen por caer a pedazos. Quizás el Ayuntamiento de Vera, en el caso de que los herederos de estas personalidades sean desconocidos, pueda hacerse cargo de la custodia y mantenimiento de estos enterramientos, ya que exigirían poco gasto a las arcas municipales y sería una hipocresía que personajes referenciados ampliamente en artículos y libros estén complemente olvidados y descuidados en el cementerio. Sin lugar a dudas, personajes así dan prestigio a un cementerio, por lo que su pérdida sería un gran error y con la oportuna publicidad podrían constituirse los camposantos como lugares turísticos, como en buena parte de Europa, donde se visitan las tumbas de personalidades de la Historia.

lunes, 4 de julio de 2016

Cuando la tragedia del Sirio llegó a Garrucha


Trasatlántico italiano "Sirio"

El 4 de agosto de 1906 tuvo lugar una de las mayores catástrofes marítimas ocurridas en el litoral español. El trasatlántico italiano “Sirio” naufragó frente a la costa del cabo de Palos (Cartagena) dejando un trágico balance de muertes que consternó a la Europa de su tiempo.

El Sirio era un formidable buque de 115 metros de eslora que había sido botado en Glasgow (Escocia) en 1883. Era propiedad de la Compañía General de Navegación Italiana desde 1885 y cubría la ruta transoceánica de Génova a Buenos Aires.

En el fatídico verano de 1906 el vapor partió del puerto de Génova, a su bordo iban más de 5 centenares de pobres emigrantes italianos en busca de una vida mejor en América. En su travesía, el navío recaló en los puertos de Barcelona y Alcira (Valencia), donde recogió a más de 200 emigrados españoles.

Como los trasatlánticos de su tiempo, el Sirio estaba dividido en tres zonas: Primera, segunda y tercera clase. Los de la lujosa primera clase iban situados en la popa del buque, los de segunda disfrutaban de sus comodidades cerca del puente de mando y los de tercera viajaban hacinados y en paupérrimas condiciones en la zona interior del buque. Se estima que alrededor del 90% del pasaje era de tercera clase. Por esto, algunos investigadores lo han bautizado trágicamente como "El Titanic de los pobres".

El Sirio era capitaneado por el veterano marino Giuseppe Piccone, de 68 años, con una gran experiencia en la ruta trasatlántica y del que se decía que este era su último viaje. Sin embargo, su excelente reputación pronto iba a cambiar.

Tras su periplo en el levante español, el buque, cargado de sueños y miseria, puso rumbo a Águilas (Murcia), donde recogería también un considerable contingente de almas con destino Buenos Aires (Argentina). Sin embargo, a las 4 de la tarde del fatídico 4 de agosto, mientras el Capitán descansaba en su camarote, el Sirio impactó contra el Bajo de Fuera de las Islas Hormigas en el Cabo de Palos (Cartagena). El choque provocó que las calderas del vapor explotasen, causando innumerables muertes, hundiéndose rápidamente de popa el trasatlántico. El Capitán Piccone y la oficialidad, en shock por la catástrofe, subieron a un bote y abandonaron al pasaje y resto de la tripulación a su suerte.

Naufragio del Sirio, agosto de 1906.
La escena era dantesca, como relató uno de los supervivientes: “Iba en mi camarote de primera clase escribiendo una carta, cuando una fuerte sacudida me tiró al suelo y una gritería inmensa me hizo conocer que alguna terrible desgracia había ocurrido. Pronto supe que habíamos chocado contra unas rocas submarinas. Dolorido del golpe que al caer había recibido, subí casi a rastras sobre cubierta, y el cuadro aterrador que se presentó a mi vista perdurará en mi memoria por muchos años que viva. El buque se sumergía de popa rápidamente; los pasajeros corrían como locos, dando gritos de terrible angustia, llorando unos, maldiciendo otros y todos llenos de terror. Esto fue causa de que se cometieran escenas de verdadero salvajismo. Peleábanse entre sí, hombres y mujeres, por los salvavidas; pero a patadas, a puñetazo limpio, con uñas y con dientes. Hasta vi algunos esgrimiendo cuchillos”. La mayoría del pasaje, pobres hombres, mujeres y niños no sabían nadar, por lo que las escenas de terror y agonía eran indescriptibles.

Dentro de la gravedad de lo ocurrido, al producirse relativamente cerca de la costa, muchos náufragos pudieron ser rescatados, ya que diversas embarcaciones y los formidables pescadores de Palos se dirigieron prestos a socorrer al pasaje del Sirio. Cabe destacar la heroica actuación de Vicente Buigues, patrón del pailebote "Joven Miguel", que rescató a más de 400 naúfragos. Como dijo posteriormente el Ministro De la Cierva: "Estos hombres rudos, ancianos, algunos octogenarios, tienen el corazón muy grande, hecho para el mar. Y sin que nadie los estimulara armaron sus frágiles barcos y a volar, apoyándose en los remos. Era el viento contrario y dificultaba el avance, pero con él lucharon... A salvarles marcharon los hombres y mujeres, la colonia entera, pronta a cumplir sencillamente nuestros deberes".

Cadáveres procedentes del naufragio del Sirio en Cartegena
El triste naufragio dejó el balance de 283 fallecidos de los cerca de mil pasajeros del trasatlántico italiano, según fuentes del Ministerio de Marina. Este desastre marítimo sigue siendo inexplicable, ya que no se entiende como el Capitán tomó la lamentable decisión de dirigir la ruta del barco entre el cabo y las islas, sabiendo el riesgo de los bajos de esa zona y que un faro, construido en 1864, advertía del peligro.

La villa de Garrucha, a más de 100 km del desastre, fue testigo de la desgracia del aciago buque. Días posteriores al naufragio del Sirio, el mar llevó a la costa garruchera y otras localidades del levante almeriense restos de la catástrofe. El Alcalde D. Pedro Berruezo Gerez notificó al Gobernador que había llegado a Garrucha un bote y diversos enseres. Además, un mes después del hundimiento del trasatlántico apareció en la playa de Garrucha el cadáver de una mujer en avanzado estado de descomposición, por lo que se supuso que era una de las víctimas del desdichado buque.

La Crónica Meridional (Almería, 11/8/1906)
La Crónica Meridional (Almería, 9/9/1906)



jueves, 30 de junio de 2016

D. Simón Fuentes Caparrós (1857-1934)


D. Simón Fuentes Caparrós. Hacia 1900
(Extraída de Memoria histórica, fotográfica y documental de Garrucha 
(1861-1936). Vol. II. Ed: Ayto. de Garrucha. Autor: Juan Grima. 
Documentalista: Salome del Moral)
Don Simón Fuentes Caparrós nació el 1 de diciembre de 1857 en Carboneras (Almería). Era hijo de D. José de Fuentes Ruiz (Alcalde y Juez municipal de Carboneras) y Dña. Juana Caparrós Soto.

Criado en el seno de una familia de comerciantes, vinculados principalmente al esparto, cursó sus estudios en el Instituto de Segunda Enseñanza de Almería (1869-1873) y en el de Lorca (1873-1874), obteniendo el grado de Bachiller en este último.

Hacia 1880 debió llegar a Garrucha procedente de Carboneras, junto a otros familiares, movido seguramente por la fama de la rada de este municipio levantino como puerto principal exportador de la riqueza minera y agrícola de la comarca del Bajo Almanzora. Sin lugar a dudas, era el mejor sitio para incrementar y expandir el negocio familiar del esparto.

En aquel tiempo pretérito donde la familia Fuentes era todavía una forastera en Garrucha, un joven don Simón no tardó en entablar amistad con los Berruezo. La familia Berruezo era una de las más importantes del municipio en aquellos esplendorosos años para la villa; asentada en Garrucha desde principios de 1840 como destacados comerciantes e industriales, había sido una de las fundadoras del municipio en 1861 (el Primer Alcalde fue Don Manuel Berruezo Ayora) y mantenía desde entonces una gran preponderancia en la política, la economía y la cultura local. En este sentido conviene recordar que cuando llegaron los Fuentes en los años 80 del siglo XIX, el Ayuntamiento de Garrucha estaba presidido por los Berruezo: D. Juan Francisco Berruezo Torres y D. Francisco Berruezo López fueron Alcaldes de la villa en esa década. Asimismo, la importante Aduana y Rentas Estancadas de Garrucha llevaban el sello familiar al estar al frente de estos cargos estatales de Hacienda D. José Segura Berruezo y, anteriormente, D. Pedro Berruezo Soler. Y en el aspecto cultural, los Berruezo se habían destacado como promotores y custodios de las tradiciones populares, y fueron grandes impulsores de la Semana Santa de Garrucha. (Ver: Los Berruezo, una saga de AlcaldesLos Berruezo y la Semana Santa de GarruchaLos Berruezo y la Iglesia Parroquial de Garrucha)

D. Francisco Berruezo López. Hacia 1900
Col. José Berruezo García
Particularmente, D. Simón Fuentes buscó acercarse a D. Francisco Berruezo López. Cabe preguntarse entonces, ¿por qué hacia él? Bien sencillo. Don Francisco Berruezo tenía un carácter afable y era uno de los comerciantes, industriales, propietarios e inversores mineros más potentes que había en ese momento en Garrucha, siendo el máximo contribuyente de clase mercantil, industrial y territorial del municipio. Además, tenía un gran peso político, era Vicecónsul de Portugal y tenía un reconocido prestigio social, más aún a partir del nombramiento de Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica que le otorgó Alfonso XII en 1885. A todo se unía algo interesante para el soltero don Simón y es que don Francisco Berruezo tenía dos hijas casaderas.

Tal fue la cercanía y buena sintonía entre ambas familias que pronto don Simón se prendó de las hijas de D. Francisco Berruezo López. Así pues, cortejó a la hija mayor, Dña. María Berruezo Gerez, pero el amor no prendió en ellos, lo que sí ocurrió con su hermana Dña. Concha Berruezo. El matrimonio se celebró en Garrucha el 11 de enero de 1888, siendo testigos del enlace D. Juan Francisco Berruezo Torres y D. Asensio Fernández Morán. Fruto de este enlace nacerían 6 hijos: D. Francisco, Dña. Juana, Dña. María, D. José, Dña. Catina y Dña. Concha Fuentes Berruezo.

Así describió el periódico La Crónica Meridional (Almería, 12/6/1884) la
participación de Doña Concha Berruezo, a la edad de 15 años, en
la Velada Musical celebrada en Vera el 1 de junio de 1884.

Familia Fuentes Berruezo. Hacia 1915. 
(Extraída del libro Memoria Fotográfica de Garrucha (1838-1936). La Historia Quieta. Vol. III)

A partir de ese momento, Don Simón formó parte de la familia Berruezo y de la mano de su ahora suegro se introdujo en las esferas de poder local, entre los prohombres del municipio, lo que le llevó a acomodarse de manera plena en la alta sociedad de Garrucha.

A nivel político, Don Simón Fuentes se adhirió firmemente a las políticas de tendencia reformista y regeneracionista que desarrollaron los Berruezo en Garrucha a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Se alineó en torno a la figura de su suegro y apoyó durante toda su vida a su cuñado y buen amigo, Don Pedro Berruezo Gerez, como Alcalde del municipio durante los largos años que estuvo al frente de la Corporación Municipal. Con el devenir de los años, el industrial carbonero se convirtió en un personaje muy influyente en la política garruchera, destacando la especial amistad que mantuvo con D. Augusto Barcia, Diputado a Cortes por el distrito de Vera en varias ocasiones.

En el ámbito profesional, don Simón Fuentes Caparrós progresó enormemente como hombre de negocios desde su llegada a Garrucha, convirtiéndose en la primera mitad del siglo XX en uno de los principales capitales del levante almeriense. Se sabe que fue banquero de 1904 hasta su muerte y que ejerció la Administración Subalterna de Tabacos. Además, su Casa Comercial, gestionada por su primo D. José Fuentes en un primer momento y posteriormente por su yerno, D. José Sanchez-Sicilia, supo encumbrarse económicamente con la exportación del esparto, con destino principal al Reino Unido. 

Sin lugar a dudas, los Fuentes vivieron su época dorada a partir de 1914, donde marcaron una diferencia significativa respecto a otras Casas Comerciales, ya que tras la paralización minera como consecuencia de la Primera Guerra Mundial muchas de las acaudaladas familias de la región, dependientes en gran medida de los beneficios que concedía la minería, vieron disminuidas sus ingresos sustancialmente, mientras que los Fuentes con su esparto se mantuvieron en las tres décadas siguientes.

D. Pedro Berruezo Gerez, en el centro con sombrero, y a su izquierda D. Simón Fuentes en una de las innumerables
jornadas de caza que disfrutaban en sus posesiones de Sierra Cabrera. Hacia 1920.

(Extraída del libro Memoria Fotográfica de Garrucha (1838-1936). La Historia Quieta. Vol. III)

En el aspecto minero, don Simón Fuentes no fue ajeno a este lucrativo negocio que, desde el descubrimiento de los filones de plomo argentífero en Sierra Almagrera en 1838, estaba generando grandes beneficios a aquellos que tenían la capacidad económica para desarrollarse en este sector. Seguramente su mentor en este asunto debió ser su suegro D. Francisco Berruezo López, uno de los inversores mineros más importantes y respetados del levante almeriense en su época. Así pues, se tiene constancia de diversas minas registradas por D. Simón Fuentes en Carboneras y Mojácar: La Fontanilla (1908), Chavarito (1908), La Fontana (1908), San José (1908), El agualid (1908), El Muluya (1910)… Se sabe también que desde principios del siglo XX y hasta aproximadamente la Gran Guerra, los Fuentes exportaban desde Garrucha mineral de hierro y yeso a través de la compañía “José de Fuentes en Liquidación”.

Casa del matrimonio Fuentes-Berruezo en la actualidad
Por otro lado, y como curiosidad, la única casa señorial que todavía se conserva en Garrucha es precisamente la que fue del matrimonio de D. Simón Fuentes y Dña. Concha Berruezo. Esa casa, que se encuentra en la actual Plaza Pedro Gea, era una de las varias propiedades que tenía D. Francisco Berruezo López en la dicha Plaza y que don Simón compró a su suegro en 1907. En esta vivienda se hospedaron diversas personalidades de la Historia de España como Kindelan o Barcia. 

Asimismo, en ese año de 1907 fue nombrado el rico industrial del esparto Vicecónsul de Noruega, un aspecto poco conocido y estudiado de su biografía.

Finalmente, don Simón Fuentes Caparrós falleció en su cortijo de “El Algarrobico” (Carboneras) el 7 de julio de 1934, a la edad de 76 años. Atrás quedaba ya la vida de este polifacético hombre de negocios, que llegó a ser conocido como “El Rey del Esparto”. Aunque murió en Carboneras, fue tan estrecha su relación con la familia Berruezo y su vinculación a Garrucha, donde era muy querido, que su cuerpo, por deseo de su esposa, fue trasladado y enterrado en el Panteón que mandó construir en Garrucha, para la familia Berruezo, su muy querido y respetado suegro don Francisco Berruezo López en 1885. 

Esquela publicada en el Diario de Almería (8/7/1934)

jueves, 28 de abril de 2016

Garrucha homenajea a su primer Alcalde


En el pleno extraordinario celebrado el 14 de abril de 2016, el Ayuntamiento de Garrucha acordó nombrar a Don Manuel Berruezo Ayora Hijo Adoptivo de la Villa y bautizar el Centro Cultural del municipio con su nombre, en reconocimiento a la magna labor que desarrolló en el municipio durante su mandato como Primer Alcalde y en la consecución de la independencia de Garrucha en 1861.


Este reconocimiento honorífico que le ha concedido la Municipalidad al “primer padre de todos los garrucheros” fue celebrado con aplausos por los ciudadanos asistentes al Pleno, entre los que se encontraba Ernesto Ortuño Berruezo como representante de la familia Berruezo.

La Alcaldesa Dña. María López Cervantes, ilusionada por lo histórico del acontecimiento, comentó que con este nombramiento de Hijo Adoptivo “hacemos no sólo un reconocimiento a una persona cuya valía está fuera de toda duda sino también justicia a toda una familia fuertemente comprometida con el desarrollo social y económico de nuestro municipio algunos de cuyos miembros, incluso, arriesgaron sus vidas durante las guerras carlistas por defender ideales de progreso”.

Don Manuel Berruezo Ayora, que fue uno de los grandes impulsores de la independencia de Garrucha respecto de Vera, fue Alcalde de 1861 a 1863 y ha sido considerado como uno de los mejores gobiernos municipales que ha tenido Garrucha en su Historia. Bajo su mandato la villa fue dotada de Municipalidad Independiente, Administración de Aduanas y Rentas Estancadas, Ayundantía de Marina, Sanidad Marítima, Compañía de Carabineros del Reino, Intervención de Minas, Feria, la Fundición de plomos San Jacinto, médico titular, notario público y viceconsulados inglés y francés, que facilitó la llegada de capital extranjero para la revitalización de la industria y el comercio que tanto benefició a Garrucha. Además se aprobó la construcción del Ayuntamiento, Iglesia, cárcel y Escuela de Instrucción.

En el libro de 1921 Historia de Garrucha, páginas 82 y 83, sus autores resaltaron la total entrega al pueblo del Ayuntamiento dirigido por el Sr. Berruezo al expresar lo siguiente: “El primer Ayuntamiento de Garrucha demostró una actividad y un interés laudable en todo lo que podía ser beneficioso a la población… En resumen: aquel primer Ayuntamiento de Garrucha hizo por la población en un año más que todos los que le han seguido hasta nuestra época, demostrando verdadero cariño al pueblo y una voluntad firme y decidida de trabajar por su bien; ejemplo que debieran imitar todos los ciudadanos… He aquí la obra de unos cuantos patriotas.”

De manera similar a lo expuesto en el párrafo anterior, ya se había pronunciado el 12 de enero de 1901 el periódico garruchero “El Eco de Levante” en el artículo “Garrucha en el siglo XIX”, donde se puede leer: “Aquella primera Administración Municipal no pudo ser más recta y más conveniente a los intereses locales en aquel primer año de emancipación, se instituyó la Feria que anualmente se celebra desde entonces y se dio principio al fomento de la localidad bajo la importancia de aquellos importantísimos hombres de negocios cuyo norte consistía en mejorar y hacer que progresase Garrucha en todo aquello que una bien entendida administración económico-social y de Justicia reclama”. 

La vinculación de la familia Berruezo con Garrucha no se limitó a la figura de Don Manuel Berruezo. Durante las siete primeras décadas muchos de sus miembros estuvieron fuertemente comprometidos con el desarrollo del municipio como concejales, secretarios municipales, jueces municipales y de Paz, vicecónsules, comerciantes, industriales, funcionarios de Hacienda, promotores de la Semana Santa… Asimismo, este clan de prohombres ha dado otros Alcaldes a Garrucha: Juan Francisco Berruezo Torres (1865, 1866, 1883 y 1886), Pedro Berruezo Soler (1873-74), Francisco Berruezo López (1887 a 1889), Cleofás Berruezo Castaño (1895) y Pedro Berruezo Gerez (1906 a 1914, 1916, 1918 a 1923, 1931). Indudablemente, Garrucha forma parte de la historia de la familia Berruezo y la familia Berruezo forma parte ineludible de la historia de Garrucha.

La prensa de Almería se hizo eco, tanto en su edición digital como impresa, del histórico nombramiento. Así pues pudieron leerse a este respecto artículos en los periódicos: El Diario de Almería, Ideal, Teleprensa, Almería24h.com y La Voz de Almería. Particularmente en este último, el redactor jefe D. Manuel León, conocido garruchero buen sabedor de la historia del municipio, escribió un sentido escrito titulado “Homenaje al padre de la Independencia”, en el que comentó: 

Tuvo el honor de ser el primer alcalde independiente de la villa de La Garrucha, un antiguo anejo marinero de Vera, por el que durante siglos pleiteó, con luz y escribanía, con la vecina Mojácar. Fueron años difíciles, en los que la matriz veratense no daba su brazo a torcer, no quería perder esa pedanía de antiguos pescadores que tantos rentos le proporcionaba, desde la sal del Alfolí a la Aduana y al tigüal del pescado. Pero un grupo de prósperos comerciantes, oriundos de la propia Vera y pueblos limítrofes, como los Berruezo, los Orozco o los Gea fueron alumbrando la idea de la segregación, como las colonias americanas principiaron a hacerlo de la metrópoli, por esas mismas fechas.
Lo consiguieron el 1 de enero de 1861, por Real Decreto de la reina Isabel II. Y fue el abanderado de ese movimiento de independencia, de esa felicidad obtenida, el primer presidente de la flamante corporación, Manuel Berruezo Ayora, un turrero afincado en Garrucha desde años atrás, a quien el pueblo de Garrucha rendirá homenaje más de siglo y medio después de esa conquista.
El Ayuntamiento aprobó ayer en Pleno una moción para nombrar Hijo Adoptivo a este prohombre de los primeros años de la historia de Garrucha como municipio independiente y también dará su nombre al Centro Cultural de la villa. […]

(La Voz de Almería, Almería, 15 de abril de 2016)
Asimismo, el conocido y experto investigador minero D. Juan Antonio Soler recogió también la noticia y realizó un excelente artículo titulado “Los Berruezo y la minería de Bédar” sobre la fuerte vinculación de la familia con la historia minera de ese término municipal, que fue publicado en el blog “El Faro de Bédar” y en la página web de “Bédar sostenible”. Desde aquí animamos a su lectura: Los Berruezo y la minería de Bédar

El 23 de abril tuvo lugar el acto institucional en el que se descubrió una placa en el Centro Cultural con su nombre y el Ayuntamiento hizo entrega a la familia de un diploma-pergamino con la justificación legal del nombramiento de D. Manuel Berruezo Ayora como Hijo Adoptivo de la Villa. Asimismo, obsequiaron a la familia con un bastón de Alcalde con el nombre del primer regidor del municipio grabado.

Centro Cultural Alcalde Manuel Berruezo Ayora
Detalle del nombre del edificio

Placa colocada en el Centro Cultural Alcalde Manuel Berruezo Ayora de Garrucha

Izq. a der.: El Concejal de Cultura Ángel Capel Fernández,
José Berruezo García y la Alcaldesa María López Cervantes

en el momento del descubrimiento de la placa

El acto contó con la participación de amigos, vecinos de Garrucha, diversas personalidades e instituciones del municipio así como componentes de la familia Berruezo: José Berruezo García, José Francisco Berruezo Martín, Ernesto Ortuño Berruezo, María Berruezo García, María García Alcántara, Carmen Berruezo Segura, María Marbán Berruezo, Gaspar Ros Berruezo, Matilde Ros Berruezo, María Luisa Alías Berruezo, José Garrido Alías y José Garrido García, disculpando la ausencia otros miembros de la familia.

Diploma-pergamino con el nombramiento de Hijo Adoptivo de la Villa de Garrucha
De izq. a der.: Concejal de Cultura Ángel Capel Fernández, Alcaldesa María López Cervantes,
José Berruezo García, María Luisa Alías Berruezo, Ernesto Ortuño Berruezo y José Francisco Berruezo Martín
José F. Berruezo, en nombre de la familia, agradeciendo al Ayuntamiento de Garrucha el nombramiento otorgado.
Fotografía cortesía de Isabel M. Simón Castaño
Familias Berruezo García, Marbán Berruezo, Ros Berruezo, Alías Berruezo y Ernesto Ortuño Berruezo
junto al Equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Garrucha. Fotografía cortesía de Isabel M. Simón Castaño

Al día siguiente del acto institucional, coincidiendo con el 142 aniversario del fallecimiento del homenajeado, el Ayuntamiento de Garrucha depositó los centros florales que aparecen en el escenario en el Panteón donde se encuentra la tumba de D. Manuel Berruezo Ayora.

La familia Berruezo reitera su agradecimiento a la Alcaldesa, al Concejal de Cultura y resto del equipo de Gobierno, al Grupo Independiente por Garrucha y a todos cuantos han acudido al acto o nos han manifestado su apoyo, con los que hemos contraído una deuda de eterna gratitud.