lunes, 4 de julio de 2016

Cuando la tragedia del Sirio llegó a Garrucha


Trasatlántico italiano "Sirio"

El 4 de agosto de 1906 tuvo lugar una de las mayores catástrofes marítimas ocurridas en el litoral español. El trasatlántico italiano “Sirio” naufragó frente a la costa del cabo de Palos (Cartagena) dejando un trágico balance de muertes que consternó a la Europa de su tiempo.

El Sirio era un formidable buque de 115 metros de eslora que había sido botado en Glasgow (Escocia) en 1883. Era propiedad de la Compañía General de Navegación Italiana desde 1885 y cubría la ruta transoceánica de Génova a Buenos Aires.

En el fatídico verano de 1906 el vapor partió del puerto de Génova, a su bordo iban más de 5 centenares de pobres emigrantes italianos en busca de una vida mejor en América. En su travesía, el navío recaló en los puertos de Barcelona y Alcira (Valencia), donde recogió a más de 200 emigrados españoles.

Como los trasatlánticos de su tiempo, el Sirio estaba dividido en tres zonas: Primera, segunda y tercera clase. Los de la lujosa primera clase iban situados en la popa del buque, los de segunda disfrutaban de sus comodidades cerca del puente de mando y los de tercera viajaban hacinados y en paupérrimas condiciones en la zona interior del buque. Se estima que alrededor del 90% del pasaje era de tercera clase. Por esto, algunos investigadores lo han bautizado trágicamente como "El Titanic de los pobres".

El Sirio era capitaneado por el veterano marino Giuseppe Piccone, de 68 años, con una gran experiencia en la ruta trasatlántica y del que se decía que este era su último viaje. Sin embargo, su excelente reputación pronto iba a cambiar.

Tras su periplo en el levante español, el buque, cargado de sueños y miseria, puso rumbo a Águilas (Murcia), donde recogería también un considerable contingente de almas con destino Buenos Aires (Argentina). Sin embargo, a las 4 de la tarde del fatídico 4 de agosto, mientras el Capitán descansaba en su camarote, el Sirio impactó contra el Bajo de Fuera de las Islas Hormigas en el Cabo de Palos (Cartagena). El choque provocó que las calderas del vapor explotasen, causando innumerables muertes, hundiéndose rápidamente de popa el trasatlántico. El Capitán Piccone y la oficialidad, en shock por la catástrofe, subieron a un bote y abandonaron al pasaje y resto de la tripulación a su suerte.

Naufragio del Sirio, agosto de 1906.
La escena era dantesca, como relató uno de los supervivientes: “Iba en mi camarote de primera clase escribiendo una carta, cuando una fuerte sacudida me tiró al suelo y una gritería inmensa me hizo conocer que alguna terrible desgracia había ocurrido. Pronto supe que habíamos chocado contra unas rocas submarinas. Dolorido del golpe que al caer había recibido, subí casi a rastras sobre cubierta, y el cuadro aterrador que se presentó a mi vista perdurará en mi memoria por muchos años que viva. El buque se sumergía de popa rápidamente; los pasajeros corrían como locos, dando gritos de terrible angustia, llorando unos, maldiciendo otros y todos llenos de terror. Esto fue causa de que se cometieran escenas de verdadero salvajismo. Peleábanse entre sí, hombres y mujeres, por los salvavidas; pero a patadas, a puñetazo limpio, con uñas y con dientes. Hasta vi algunos esgrimiendo cuchillos”. La mayoría del pasaje, pobres hombres, mujeres y niños no sabían nadar, por lo que las escenas de terror y agonía eran indescriptibles.

Dentro de la gravedad de lo ocurrido, al producirse relativamente cerca de la costa, muchos náufragos pudieron ser rescatados, ya que diversas embarcaciones y los formidables pescadores de Palos se dirigieron prestos a socorrer al pasaje del Sirio. Cabe destacar la heroica actuación de Vicente Buigues, patrón del pailebote "Joven Miguel", que rescató a más de 400 naúfragos. Como dijo posteriormente el Ministro De la Cierva: "Estos hombres rudos, ancianos, algunos octogenarios, tienen el corazón muy grande, hecho para el mar. Y sin que nadie los estimulara armaron sus frágiles barcos y a volar, apoyándose en los remos. Era el viento contrario y dificultaba el avance, pero con él lucharon... A salvarles marcharon los hombres y mujeres, la colonia entera, pronta a cumplir sencillamente nuestros deberes".

Cadáveres procedentes del naufragio del Sirio en Cartegena
El triste naufragio dejó el balance de 283 fallecidos de los cerca de mil pasajeros del trasatlántico italiano, según fuentes del Ministerio de Marina. Este desastre marítimo sigue siendo inexplicable, ya que no se entiende como el Capitán tomó la lamentable decisión de dirigir la ruta del barco entre el cabo y las islas, sabiendo el riesgo de los bajos de esa zona y que un faro, construido en 1864, advertía del peligro.

La villa de Garrucha, a más de 100 km del desastre, fue testigo de la desgracia del aciago buque. Días posteriores al naufragio del Sirio, el mar llevó a la costa garruchera y otras localidades del levante almeriense restos de la catástrofe. El Alcalde D. Pedro Berruezo Gerez notificó al Gobernador que había llegado a Garrucha un bote y diversos enseres. Además, un mes después del hundimiento del trasatlántico apareció en la playa de Garrucha el cadáver de una mujer en avanzado estado de descomposición, por lo que se supuso que era una de las víctimas del desdichado buque.

La Crónica Meridional (Almería, 11/8/1906)
La Crónica Meridional (Almería, 9/9/1906)



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