domingo, 4 de diciembre de 2016

Garrucheros que participaron en la Guerra de Cuba



Militares, naturales del levante almeriense, en Cuba. Hacia 1897.
(Extraída del libro Memoria histórica, fotográfica y documental de Garrucha (1861-1936). Vol II.)

En el periódico La Crónica Meridional de Almería, en su edición de 6 de julio de 1898, se puede leer la siguiente nota:
Redención en metálico
El «Diario Oficial» del Ministerio de la Guerra publica una Real Orden circular concediendo un plazo, que terminará el día 14 del corriente, a los excedentes de cupo del reemplazo de 1897 llamados a filas, para redimirse del servicio por 1500 pesetas.
Las famosas 1500 pesetas libraban al español de ir a la Guerra de Cuba. Ello equivalía a 15 onzas de oro, el sueldo de dos años de un obrero, una cantidad inasumible por la clase humilde, por lo que “sólo los pobres van a defender la patria en esa horrible contribución que se llama de sangre”. (La Unión Republicana, Palma de Mallorca, 29/3/1898)

Según comentan las autoras Celestina Rozalén y Rosa María Úbeda en su artículo “Nuestros soldados fallecidos y repatriados (1895-1898)”: “Almería aportó al ejército colonial reclutas de reemplazo, excedentes de cupo, reservistas y voluntarios”, la mayoría de ellos procedentes de familias sin recursos.

El perfil del soldado que llegaba a Cuba solía ser común: jóvenes, principalmente de pueblo, de menos de 24 años y que la primera vez que salían de casa era para ir a la guerra. Pronto sufrían en ultramar los estragos de una pobre alimentación, un clima adverso de continuas lluvias y sofocante calor que hacían muy fatigosas las marchas sobre campos embarrados, así como las deplorables condiciones higiénicas y sanitarias en las que se veían inmersos; aunque lo peor de todo eran las enfermedades tropicales, principal causa de baja del ejército colonial. Algunos autores estiman que entre 1895 y 1898, sólo en Cuba, cerca de 40.000 españoles perecieron víctima de enfermedades diversas (vómito, fiebre amarilla, malaria, difteria…) frente a unos 3.000 que fallecieron de resultas de acciones de combate.

Asimismo, las autoras mencionadas indican que “hemos de tener siempre presente al hablar de fallecidos, que no todos encontraron sepultura en la Isla, sino que muchos fallecieron durante el viaje de regreso a España, una vez en su patria en los lazaretos, pues a su salud debilitada se unía el escaso abrigo, alimento y los largos trayectos. Por La Crónica Meridional sabemos que los almerienses que arribaban en el puerto de Santander, partían de allí hacia Madrid y de este punto hacia su provincia en tren, sin capote ni manta de abrigo, hecho que originó en algunos de ellos afecciones de pecho y la muerte. De los soldados almerienses fallecidos en Cuba eran naturales de la capital el 18% del total provincial, siguiéndole los de Vélez Rubio con el 16% y Cuevas con tan sólo el 6%”.

¿Hubo garrucheros en la Guerra de Cuba? Por supuesto, y gracias a los datos que nos ha cedido amablemente la Asociación Cultural Regreso Con Honor, podemos conocer algunos de sus nombres y circunstancias:

SUPERVIVIENTES:
  1. Francisco Carmona Cano. Marinero de 1ª en el Crucero Acorazado Infanta María Teresa. Prisionero en EE.UU., a su regreso a España solicitó pasaporte a Cartagena (Murcia)
  2. Andrés Galindo Soler. Marinero de 1ª en el Crucero Acorazado Infanta María Teresa. Prisionero en EE.UU., a su regreso a España solicitó pasaporte a Garrucha (Almería).
  3. Diego García Jerez. Marinero de 2ª en el Crucero Acorazado Infanta María Teresa. Prisionero en EE.UU., a su regreso a España solicitó pasaporte a Garrucha (Almería).
  4. Juan González Chinchilla. Artillero de 2ª habilitado en el Crucero Acorazado Infanta María Teresa. Prisionero en EE.UU., a su regreso a España solicitó pasaporte a Garrucha (Almería).
  5. Juan Garrido López. Marinero de 2ª en el Crucero Acorazado Vizcaya. Prisionero en EE.UU., a su regreso a España solicitó pasaporte a Garrucha (Almería).
  6. Antonio Bonasque Ortiz. Marinero de 2ª en el Crucero Acorazado Almirante Oquendo. Prisionero en EE.UU., a su regreso a España solicitó pasaporte a Garrucha (Almería).
  7. Antonio López García. Marinero de 1ª en el Crucero Acorazado Cristóbal Colón. Prisionero en EE.UU., a su regreso a España solicitó pasaporte a Garrucha (Almería).
FALLECIDOS:
  1. José Reyes Haro. Soldado del Regimiento Sevilla Nº 33. Fallecido en Regla, provincia de la Habana, el 17 de octubre de 1897 a causa de vómito.
  2. Fernando Aso Ruiz. Soldado del Batallón Baza Peninsular Nº6. Fallecido en Manzanillo, provincia de Santiago de Cuba, el 27 de enero de 1898 a causa de enfermedad.
  3. Antonio Haro Ruiz. Soldado del Regimiento Saboya Nº6. Fallecido en Colón, provincia de Matanzas, el 23 de agosto de 1897 a causa de vómito.
  4. Enrique Morales Parra. Soldado del Regimiento Tarragona Nº67. Fallecido en Ciego de Ávila, provincia de Puerto Príncipe, el 22 de octubre de 1895 a causa de enfermedad.
  5. Juan Quesada Bohivias. Soldado del Regimiento Valladolid. Fallecido en Santiago de Cuba el 12 de julio de 1895 a causa de vómito.
  6. José Inferra (Yufera) Paredes. Marinero de 1ª en el Crucero Acorazado Infanta María. Muerto en el combate naval de Santiago de Cuba el 3 de julio de 1898. Su madre solicitó el donativo dado por la colonia española en Londres para los Combatientes de Cuba y Filipinas.
También cabe mencionar al joven Guardiamarina D. Enrique Chereguini Buitrago que, aunque no era de Garrucha, sí estaba vinculado al municipio pues era cuñado de don José Bueno Cordero, el ilustrado Director del periódico local El Eco de Levante. Este valeroso marino falleció heroicamente a bordo del Crucero Acorazado Vizcaya en la batalla naval de Santiago de Cuba el 3 de julio de 1898.

Mientras estos valerosos y pobres compatriotas daban su vida por salvar la honra y el honor de España y su Imperio, en sus casas vivían en un perpetuo estado de intranquilidad. Madres, esposas, novias, hijos… abarrotaban las iglesias en demanda de la protección divina a sus seres queridos. Diariamente acudían con el corazón en un puño al Ayuntamiento para conocer las listas de fallecidos que se publicaban en el Boletín Oficial de la Provincia de Almería, ya que esperaban que jamás apareciese el nombre de su padre, novio, marido, hijo… Sin embargo, quien pasara cerca del Ayuntamiento no podía más que estremecerse ante el desolador llanto, el terrible gemido y el atronador grito desesperado de las mujeres cuando leían el nombre de su ser querido.

Si sufrían la desgracia de la pérdida del familiar, el Estado concedía a los deudos un pequeño plazo para solicitar la concesión de pensiones, aunque sólo se otorgaban a las familias que justificaran ser pobres de solemnidad. En muchas ocasiones las pensiones no se concedían, ya que los familiares, la mayoría analfabetos, desconocían el procedimiento y el tiempo exacto para solicitarlo, o se retrasaban enormemente en sus cobros, ya que se exigía un expediente de pobreza, la declaración de tres testigos que avalara la falta de recursos ante un juez y debía pasar tres filtros, pues la Delegación de Hacienda, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento examinaban si procedía o no conceder la pensión.

Ejército de Operaciones en Cuba. 3ª Compañía del 1er Batallón del Regimiento Navarra. Original: Biblioteca Nacional

Una vez finalizada la guerra comenzó la repatriación de miles de soldados, que desembarcaron en los puertos de Vigo, La Coruña, Santander, Barcelona, Málaga, Valencia y Cádiz. El panorama que se encontraron los españoles ante la llegada sus compatriotas no pudo ser más penoso.

Expediciones de enfermos y moribundos han venido a los puertos de la Península en número tan considerable y tan triste situación, que más que de una guerra parecían venir de desiertos donde el hambre y la fatiga los hubiera aniquilado; treinta y dos mil más quedaban en los hospitales de Cuba muriéndose de anemia, de fiebre y de tuberculosis. Si tantos millones como han salido del caudal de los contribuyentes españoles no sirven para dar de comer a los valerosos defensores del honor patrio, ¿para qué sirven?
(Pastoral del Cardenal Arzobispo de Valladolid, 1898)
Una vez en España los soldados eran puestos en cuarentena para evitar la propagación de males como la fiebre amarilla. Pasado este tiempo, eran reconocidos por un médico militar que determinaba si debían ser enviados al hospital o podían regresar a casa. En este último caso, la Comisión Liquidadora de la Caja General de Ultramar le entregaba al soldado 120 pesetas para que pudiera hacer frente a los gatos del viaje. Por otro lado, los heridos o enfermos que preferían ir con sus familiares en vez de ingresar en un centro hospitalario recibían “cincuenta céntimos diarios sobre su haber para mejora del rancho, además de una cantidad por los días de viaje, debiendo marchar a razón de treinta kilómetros por jornada, siéndoles designado el lugar donde debían pernoctar para ser reconocidos por facultativos que decidirían si debían seguir su trayecto o ingresar en el Hospital Militar”. Asimismo, los ya veteranos tenían derecho a recibir 5 pesetas por mes de campaña.

Una vez llegados a sus domicilios, los Alcaldes, a instancia de los Gobernadores Civiles, debían vigilarlos sanitariamente, por lo que eran visitados a diario por el médico titular del municipio.

Soldados españoles en Cuba. Año 1898
Sin lugar a dudas, los veteranos de la Guerra de Cuba fueron los que más sintieron el llamado Desastre del 98, pues unido al sentimiento de fracaso, frustración y pesimismo nacional, muchos de ellos regresaron inútiles para el trabajo, ya fuese por secuelas físicas o psíquicas. Por este motivo, una cantidad considerable acabó en las calles, vestidos con los harapientos uniformes de soldado, mendigando, implorando la caridad pública.

El noble pueblo de Almería siempre se ha caracterizado por la gran solidaridad que demuestra ante el afligido. En este sentido, y como ocurrió en muchos municipios de España, instituciones, asociaciones y almerienses a nivel particular promovieron rifas benéficas, corridas de toros, funciones en teatros… para, con lo recaudado, asistir a los heroicos y olvidados soldados. Es de destacar el papel de la Cruz Roja, ya que prestó “socorro no sólo en el aspecto económico sino también en el sanitario: diariamente enviaba una comisión a la estación de ferrocarril para auxiliar a los soldados enfermos; ofreció para la recepción de repatriados su servicio de ambulancias con personal facultativo, camilleros, botiquines, y un hospital dotado de médicos y útiles, donde se les asistía con cama, comida, y un socorro de tres a cinco pesetas.”

Sin embargo, estos gestos bondadosos de caridad no resolvían verdaderamente la vida de los veteranos. La realidad era otra, se marcharon y volvieron de la guerra pobres, y además, muchos de ellos quedaron inhábiles para el mundo laboral por enfermedad o heridas, lo que condenaba a sus familias a sufrir aún más miseria. Por si fuera poco, a todo lo anterior, se unía el desprecio que algunos de sus vecinos les manifestaban, pues para algunos eran los soldados de la gran vergüenza nacional. ¡Qué injusticia! 

En Garrucha se sintió con especial pesar la Guerra de Cuba, pues fueron seis de sus hijos los que perecieron en la citada contienda bélica. El dolor y la tristeza que ello supuso perduraron en el pueblo largo tiempo. Asimismo, en el municipio hubo personas como don Manuel González que se dedicó profesionalmente a gestionar a los licenciados del Ejército la posibilidad de ingresar en destinos civiles, Compañía Arrendataria de Tabacos, Guardia Civil y Carabineros, facilitándole todos los trámites para ello, lo que supuso, sin lugar a dudas, una ayuda importante para estas personas.

Cuatro años después del término de la guerra, en 1902, la redacción del periódico local El Eco de Levante pidió que el día 2 de noviembre, Día de los Difuntos, los garrucheros dedicasen una oración en sufragio del alma de todos los heroicos españoles que habían perecido en los combates navales de Cavite y Santiago de Cuba, que tuvieron lugar el 10 de mayo y 3 de julio de 1898, respectivamente.

Nota de prensa publicada en El Eco de Levante
(Garrucha, 31/10/1902)

Sirva este artículo en homenaje a todos los españoles que participaron en la Guerra de Cuba y Filipinas; en especial a los heroicos y valientes garrucheros. No debemos olvidarlos. A este respecto conviene recordar las palabras que pronunció en Cartagena, el 12 de noviembre de 1998, S.M. El Rey D. Juan Carlos I con ocasión del Homenaje a los Héroes de Cavite y Santiago de Cuba:

A los héroes del 98 debemos también la España que hoy disfrutamos, y éste es el mejor tributo que podemos rendirles. La sangre que derramaron, las enfermedades que padecieron y la muerte oscura de la mayoría de los que sobrevivieron no han sido inútiles.
Al contrario, plantaron las semillas e inquietudes que dieron lugar al despegue industrial, económico, social y cultural de nuestra patria a comienzos de siglo, [...] y sentaron así las bases del largo, y muchas veces difícil, proceso de nuestra modernización, que va desde la "edad de plata" de la cultura española hasta la instauración de la democracia que hoy vivimos.



Nota: Reiteramos nuestro agradecimiento a la Asociación Cultural Regreso con Honor y a su presidente D. Francisco Javier Navarro Chueca por los datos que gentilmente nos han cedido y que han hecho posible la elaboración de este artículo.

2 comentarios:

  1. interesante. acabo de encontrar bloq1spot. soy hijo de un almeriense de nombre Juan Haro Llorente, nacido en Los Giles en 1910, cercana de Sorbas.
    Mi nombre es Juan Haro Cuesta. He visto el apellido Haro en soldados desembarcados en Garrucha. podría averiguar algo mas sobre ellos?
    soy venezolano de nacimiento y me encuentro ahora residenciado en Ubeda (jaen)

    gracias

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    1. Entiendo que lo que trata de hacer es un estudio genealógico sobre su familia, por lo que le aconsejo empezar a investigar con los datos que ya sabe sobre su ascendencia y acudir a los archivos parroquiales de los municipios de dónde proceda su familia para ir progresando en su linaje. En el caso de que los libros parroquiales de esos municipios hayan sido trasladados a la capital, deberá dirigirse al Archivo Diocesano de Almería.
      Un saludo y gracias por su comentario.

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