miércoles, 12 de octubre de 2016

El ayer y el hoy del Día de la Hispanidad


Cuadro alegórico del Descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492

En este señalado día 12 de octubre celebramos el Día de la Hispanidad, también conocido como Día de la Raza, y que constituye la Fiesta Nacional de España. Año tras año se recuerda la efeméride del Descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492 y su enorme trascendencia en la Historia universal.

La llegada de Colón a América sigue siendo el acontecimiento histórico más importante de todos los tiempos. Desde 1492 el mundo conocido se amplió de manera jamás imaginada, lo que deparó grandes cambios económicos, políticos y científicos para la vieja Europa y que tuvo a España como actor principal de esta Historia.

Gracias al descubrimiento de las Indias, España se convertiría en poco tiempo en una superpotencia cuya hegemonía mundial perduraría en los tres siglos siguientes.

Por desgracia, hoy día esta fiesta del Día de la Hispanidad, que debería ser festejado con fervor por más de 560 millones de hispanoparlantes, está en decadencia por la manipulación demagógica de ciertas tendencias políticas que tratan, por todos los medios, de desprestigiar la Historia de España.

En este país quijotesco, donde cada vez más abundan con verdadera pasión los seguidores de la Hermandad de la Tontería y la Ignorancia, hay quien cada 12 de octubre martillea con la clásica mentira, la infamia miserable y la errática cantinela del “genocidio”, eludiendo intencionadamente todo lo positivo: el intercambio cultural entre dos mundos; la difusión de un idioma común para toda la América española; el mestizaje como riqueza étnica y antropológica, a diferencia de lo que harán ingleses y franceses en sus posesiones; la evangelización de todo un continente, llevando el mensaje de Amor de Cristo a los confines del mundo; la fundación de ciudades y universidades; la liberación de los pueblos indígenas subyugados por los grandes imperios precolombinos; la introducción y el desarrollo de avances tecnológicos en América; los intercambios gastronómicos; la defensa de los Derechos de los indígenas que promovió la España del siglo XVI, etcétera.

D. José María Rivas Groot
Autor de artículo transcrito
Por ello, he querido rescatar un viejo artículo sobre esta efeméride, publicado en la prensa de Almería en 1917, que realizó un histórico académico y, para evitar parcialidades, su autor no es español sino colombiano.

Es reseñable como hace un siglo los sentimientos de afecto y reconocimiento a la herencia dejada por la Madre Patria eran sinceros y manifiestos por parte de las instituciones y los gobiernos hispanoamericanos donde, sin absurdos complejos ideológicos, celebraban este día de hermanamiento entre todos los pueblos de habla española. ¡Cuánto ha cambiado todo! Por suerte, y pese a todo, este sentimiento de cariño hacia España aún perdura en muchos de nuestros hermanos americanos.

El autor del escrito es D. José María Rivas Groot (1863-1923), que fue un político, poeta y escritor colombiano nacido en Bogotá. Hombre culto, iniciaría estudios de ingeniería aunque pronto lo dejaría para consagrar su vida a las humanidades. Además de profesor de Historia, idiomas y literatura, fue Director de la Biblioteca Nacional de Colombia, Senador y Ministro de Educación y Plenipotenciario ante la Santa Sede. También fue Presidente de la Academia Colombiana de la Historia, entre otros cargos y distinciones.

Fecha gloriosa
LA FIESTA DE LA RAZA
La noble labor de reconciliación y de concordia, el benéfico propósito de estrechar los lazos de afecto entre España y las Naciones que ella fundó en el Nuevo Mundo, esa laudable obra estimulada con perseverancia por Academias y Centro de unión y de cultura y por ilustres literarios y estadistas, debía despertar y en efecto ha despertado un sentimiento de profunda simpatía en la Península y en toda la América Española.
Ese generoso sentimiento de amor ha hecho que en España y en sus antiguas colonias allende los mares, desde el antiguo imperio de Moctezuma hasta el confín de las regiones meridionales de América, se haya concebido la idea de consagrar un día a recordar las gloriosas tradiciones de la raza, la comunidad de origen, de fe, de idioma, que “nos declara, según nos dijo ya Don Manuel Cañete— hijos de una misma madre y es el mayor signo de fraternidad entre pueblo y pueblo”.
Hoy en día, por voto unánime, gobiernos y pueblos, así en el seno de las corporaciones literarias como en las esferas oficiales, en veinte naciones evocan las antiguas glorias y al unísono celebran la Fiesta de la Raza.
En este día ¡qué grandes recuerdos vienen a la mente! ¡qué grandes figuras surgen en el fondo de la Historia!
El descubrimiento de América, la exploración y conquista de un Continente, la civilización de un mundo…
“La mayor cosa —decía con legítimo entusiasmo el escritor Gómara,—  la mayor cosa, después de la creación del mundo, sacando la Encarnación y muerte del que lo creó, es el descubrimiento de las Indias”… Y al par maravilloso suceso, surgen las grandes figuras de Isabel La Católica con su admirable intuición y su generosidad magnánima; de Colón, con su ideal sublime, convertido luego en sublime realidad; y al lado suyo las venerables figuras de sus colaboradores el Padre Marchena, Fray Diego de Deza, Luis de San Ángel y Alonso de Quintanilla… Alzanse también los Pinzones que con el almirante se lanzaron al mar desconocido y cambiaron las nociones geográficas del mundo.
Viene luego la epopeya caballeresca de la Conquista. Acerca de las proezas que realizaron los españoles del siglo XVI, con espíritu caballeresco y religioso, en sus exploraciones por el Nuevo Mundo, conviene recordar, entre otras muchas obras que de ello tratan, la moderna del ilustrado e imparcial escritor americano Lumnis: “Poco más hizo Colón que descubrir la América, (dice) lo cual es ya bastante gloria para un hombre. Pero en la valerosa Nación que hizo posible el descubrimiento, no faltaron luego héroes que llevasen a feliz término la labor que con él se iniciaba… Durante aquel siglo la flor de la raza española realizó maravillosos hechos”…
Y en esta evocación vemos erguirse vestidos de hierro y de laureles guerreros exploradores como Hernán Cortés, Pizarro, Almagro, Núñez de Balboa, Jiménez de Quesada, Federmán, Belalcazar, que desde la Florida hasta la Tierra del Fuego, se lanzaron por mares ignotos, al través de selvas vírgenes, por cordilleras al parecer inaccesibles, luchando contra todas las inclemencias de la tierra y contra la ferocidad de las tribus, en busca de nuevas comarcas donde clavar el pendón de Castilla.
Surgen también las venerables figuras de los abnegados misioneros que, no sólo en pos de los guerreros, sino al par de ellos iban inermes, llenos de fe y amor, en busca de almas, para alumbrarlas con la luz del cielo y fijar en medio de sus poblaciones el estandarte de la redentora Cruz.
Viene luego la admirable obra de civilización en la América española en el espacio de tres siglos, labor razonada, lenta, eficaz, para organizar las nuevas sociedades, educar a los pueblos conquistados, establecer los gobiernos de los diversos Virreinatos y Capitanías y echar, en suma, los cimientos de dieciocho naciones.
Y en tan completa y sabia empresa vemos destacarse las figuras de prudentes y celosos gobernantes como Don Juan de Borja, Quiroga, Solís, Mendinueta, Ezpeleta, Caballero y Góngora, que nos describen Groot y otros historiadores de las varias Naciones de la América española, que sería prolijo enumerar. A qué grado de civilización y de cultura se llegó en entonces, nos los dice Menéndez y Pelayo en su admirable Historia de la Poesía Hispano-Americana.
En este día de la Raza evocamos también aquel siglo de oro, de Carlos V y de Felipe II, el de mayor esplendor y riqueza de nuestro idioma. En aquella época gloriosa el castellano, que acaba de consagrarse lengua nacional, se extendió por las varias y dilatadas regiones del Nuevo Mundo, para formar en el andar de los tiempos, la lengua de veinte Estados independientes.
En este día memorable, en la evocación del pasado, vemos que si España, tras esa admirable, heroica y sabia labor de descubrir, conquistar y civilizar un mundo, se sintió exhausta, en verdad sus grandes energías no se agotaron, pues su vigor quedó y perdura en todo un Continente, donde millones de hombres atesoran con amor la fe y las tradiciones de la Raza y conservan con pureza el idioma de Calderón y de Cervantes.
J. RIVAS GROOT
(La Independencia, Almería, 14 de octubre de 1917)

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