Como ya se ha comentado en el artículo Alí Bey y su relación con la familia Berruezo en Vera, el cronista de
Barcelona, Don Víctor Balaguer, publicó una reseña biográfica de Alí Bey en
1866 en su libro Las Calles de Barcelona.
Origen de sus nombres. Sus recuerdos, sus tradiciones y leyendas. Biografías de
los personajes ilustres que han dado nombre á algunas. Historia de los sucesos
y hechos célebres ocurridos en ellas y de los edificios más notables así
públicos como particulares, que existen en cada una, con la reseña y noticia de
todo lo más importante relativo a la capital del Principado. Una fuente de
información que ayudó a este autor catalán a la comprensión de este peculiar
personaje de la Historia de España fueron las notas biográficas que recibió de
Don Manuel Berruezo Ayora en 1865. A continuación se transcribe como fueron
recogidas estas notas en la obra:
Escritas ya las
anteriores líneas, recibimos unos apuntes biográficos de Badía que nos fueron
enviados generosamente desde Garrucha por el Sr. D. Manuel Berruezo, sobrino de
aquel ilustre viajero.
Los publicamos á
continuación, tal como nos han sido enviados, sin añadirles ni quitarles una
coma, pues creemos que hay algunas particularidades dignas de atención.
Dicen así:
Notas
biográficas de don Domingo Badía y Leblich, enviado por S.M. católica don
Carlos IV al descubrimiento de los parajes interiores de África y Asia, las
cuales son dadas con vista de los antecedentes que se conservan por la familia
de la esposa del viajero que en la actualidad reside en la villa de Garrucha,
provincia de Almería.
«Don Domingo Badía y Leblich, hijo de don Pedro y doña
Catalina, nació en Barcelona en el último tercio del siglo pasado; vino á la
ciudad de Vera en compañía de sus padres en una edad muy tierna, donde se
instruyó en las primeras letras y latinidad: su celo y entusiasmo por las
ciencias y artes fué tan singular y maravilloso desde esta época de su vida que
excitó la admiración general.
En el año 1784 obtuvo el empleo de contador de guerra con
ejercicio de comisario de dicha ciudad de Vera y su partido; en el de 1791 casó
en la misma con doña María Lucía Berruezo, en cuya
ciudad continuó hasta el año
1792, que, á solicitud suya y quedando con los honores de tal contador, fué
promovido á el de administrador de rentas de Córdoba, en donde, constante como
hasta el fin de sus días en su amor á las ciencias, construyó un magnifico
globo aereostático ansiando conseguir con sus observaciones físicas la utilidad
de las ventajas que se proponía á otros mayores descubrimientos; que si a su
pesar teniendo ya concluida la obra y en estado de dar principio á sus
observaciones, no tuvieron efecto, fué á causa de que su padre, conmovido
indiscretamente por el temor de cualquiera desgracia, consiguió obtener órden
del Supremo Real Consejo de Castilla para que se suspendiera la citada empresa
del globo; que en verdad no dejaron de seguirse á el Badía gravísimos
perjuicios en todos sentidos.
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Domingo Badía. Grabado de 1804. |
Posterior á todo esto fué promovido á la Comandancia
principal del Resguardo del Puerto de Santa María; mas no siendo este destino
acomodado á sus ideas, que giraban en un círculo elevadísimo, hizo dimisión, y
en el año 1801 propuso al Gobierno el descubrimiento de los parajes incógnitos
y más interiores de África. Aprobada que fué por don Carlos IV tan arriesgada
cuanto heróica proposición, fué habilitado suficientemente con credenciales, y
protección al mismo tiempo de los gabinetes francés é inglés, dándosele
asimismo los intereses necesarios para el viaje que con el nombre de Alí-Bey
el Abbassi se habia de internar en el África, penetrando millón y medio de
leguas cuadradas y en los parajes más prohibidos á toda persona que no profese
la religión mahometana; para lo cual tenía que arrostrar inmensos peligros y
dificultades insuperables, cual supo vencerlas con admiración de todas las
naciones, especialmente del emperador Napoleón I, á quien por haber regresado
en el año 1809 y llegado á Bayona en circunstancias de estar cautivos la
familia real española bajo la sombra de haberse abdicado la corona (que por
entonces no pudo menos el Badía de creer, según sus auténticas contestaciones
del mismo monarca español, para que se reconociese como rey de España á José
Bonaparte) se presentó al mismo, y admirado del feliz éxito de tan árdua
empresa, le concedió por el gran concepto que formó del mismo las mayores
distinciones haciéndole Brigadier é Intendente y dándole á seguida la
Prefectura de Segovia. Poco después, y á instancia del mismo Badía, fué
trasladado á la de Córdoba en virtud del grato recuerdo que conservaba de aquel
país, cuyos habitantes merecieron muchos y singulares beneficios, evitándoles
las arbitrarias y excesivas contribuciones del cruel Mariscal Soult,
circunstancia porque el Badía sostuvo empeñadísimas cuestiones. A principios
del año 12 y poco antes de la evacuación general de las tropas francesas, se le
confirió por el Rey José Bonaparte el empleo de Tesorero de la Real casa;
mereciendo la confianza del Emperador Napoleon para residenciar á los
Mariscales Marmon y Such á consecuencia de las quejas dadas por su hermano el
Rey José, considerándoles como reos de inobediencia al despreciar á los
emisarios que el mismo les dirigiera. Satisfecho S.M. de los servicios de Badía,
a solicitud suya, fué nombrado Intendente y Prefecto de Murcia por estar esta
provincia inmediata á dicha ciudad de Vera, que la consideraba como su patria
propia, mediante su residencia en ella desde su niñez y encontrarse en ese
punto la familia de su esposa. Dejó de tomar posesión de este último destino
por la retirada general de las tropas francesas para la guerra del Norte, en
Octubre y Noviembre del año 1812; teniendo por consiguiente que hacerlo tambien
el Badía fijando su residencia en París, donde permaneció dedicado
constantemente á las ciencias, donde consiguió perfeccionarse en los idiomas
Francés, Italiano, Latino, Inglés, Alemán, Ruso y Árabe. En dicha corte
francesa enlazó su hija doña María de la Asunción con el sabio filósofo Mr. L’Isle
de Sales, miembro del Instituto Real Francés.
En la primera expedición que hizo en el año 1801 quedó la
esposa del Badía y sus dos primeros hijos bajo la protección del Gobierno
Español con la pensión, aquella de 24 reales diarios, su hijo D. Pedro con la de
12 sobre la mitra de Cádiz y la doña María de la Asunción en el Real Colegio de
Monterey en Madrid por cuenta del mismo Gobierno. Quedó encargado el oficial de
la Real covachuela D. Francisco Amorós de estar en comunicación secreta con el
Badía durante su viaje para comunicar al Gobierno las noticias que recibiese
sin poderlas trasmitir ni aun á la misma familia de aquel, mas que las de su
existencia, como así lo realizó, de que tal vez podrán existir en la oficina
respectiva estos antecedentes; lo mismo que el envío que hizo el Badía de
varios animales marítimos y volátiles de aquellos parajes que fueron colocados
en el Gabinete de Historia natural de Madrid, donde deberán custodiarse aun
algunos, observándose la inscripción significativa de haber sido remesados por
D. Domingo Badía desde los paraje de África, á donde fué por encargo de S.M.
católica.
En el año 1818, bajo la protección de Luis 18, fué enviado
el mismo Badía á la continuación de sus viajes al África y Asia habiendo
sucumbido en 1819 en Damasco, sin duda efecto de alguna traición emanada de pasiones
mezquinas de Nación á Nación. En esta segunda expedición quedó la familia del
Badía bajo la protección del Gobierno francés condecorándole al mismo con la
flor de lis y el empleo de Mariscal de Campo en reforma, y á su hijo D. Pedro
se le hizo Capitán del Real Cuerpo de Artillería.
En la actualidad no existe más familia del ilustre viajero
que su señora hija doña Asunción, que reside actualmente en París, viuda en
segundaos nupcias del Sr. Uriarte, Subsecretario que fué del conde de Toreno en
tiempos que este señor fué ministro.
Los viajes de Badía fueron costeados en su impresión primera
por el Gobierno francés en 1814 en cantidad de quince mil francos, cuya obra
compone tres tomos y un atlas de cerca de cien láminas. En Octubre del mismo
año fué el mismo Badía á Londres y arregló dos ediciones inglesas, la una en 4.º
y la otra en 8.º. Al siguiente año pasó también á Alemania para arreglar otras
dos ediciones en Viena y en Leipsic, llevándole el objeto de visitar de paso al
Rey de Baviera, con quien estaba en relaciones íntimas así como con otros
monarcas.
No hay necesidad de detenerse en la referencia de muchas y
varias noticias adquiridas en el primer viaje, porque minuciosamente aparecen
en la obra de sus viajes; pero sí la hay de consignar los
sublimes sentimientos
de sus virtudes que hacían resplandecer la Religión Católica que profesó sin
interrupción. No excitó jamás su ambición otra cosa que la de adquirirse con
fruto la gloria de su trabajos sin otro premio tampoco que el interés y
utilidad que de sus esfuerzos pudieran resultar, primero á su patria y en
último término á la sociedad en general. Tal fué el objeto á que en toda época
se lisonjeó aspirar; habiendo conseguido ver cumplidos sus nobles deseos con
admiración prodigiosa. Así, pues, se expresó á los PP. del monarca Carlos IV.
Al despedirse para emprender su marcha, decía, y así lo cumplió, «que no le
arredrarían los invencibles trabajos para hacerle volver atrás de su viaje,
como lo habían ejecutado otros muchos viajeros antes de conseguir el éxito de
su obra; y si por desgracia pereciese en alguno de ellos, le alimentaba la
esperanza y gloria del heroísmo para alentarle á arrostrarles con esforzado
valor, superando su magnanimidad todos cuantos obstáculos pudieran
presentársele; y también que si cuando la evacuación de los franceses no se
decidió á quedar en suelo patrio, no fué porque su sana conciencia le arguyese
de infidelidad, sino porque en el temor de las circunstancias de efervescencia
de los Españoles, se receló prudentemente ser víctima sin dejar lugar á la
satisfacción pública de su fiel conducta tan sabida del
mismo Carlos IV y su gobierno.»
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Luis XVIII de Francia |
Garrucha 8 Abril 1865.– Manuel Berruezo.
Este testimonio sobre Alí Bey
que escribió Don Manuel a Don Víctor Balaguer posee una importante relevancia histórica,
ya que se trata de una declaración de primera mano de la familia política del
famoso aventurero y espía español. También es de destacar que la familia Berruezo siempre pensó que la muerte de Alí Bey fue fruto de un asesinato y no de muerte por enfermedad como algunas veces han sostenido biografías sobre el personaje. Hoy día hay consenso en que fue víctima de un complot urdido por el Imperio Británico para acabar con su vida. Encontrándose Domingo Badía de misión en Damasco en 1819 fue envenenado durante una comida que le brindó un pachá a sueldo del servicio secreto inglés. Su trágica muerte respondía a los intereses de Inglaterra de frenar la influencia de Francia en Oriente Medio.
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