sábado, 20 de enero de 2018

Los años de Alí Bey en Vera


Domingo Badía como Alí Bey
Los años de Alí Bey en Vera suelen contarse de manera fugaz en la mayoría de sus biografías, como si los 15 años que estuvo en el municipio almeriense no fuesen más que un abrir y cerrar de ojos en la vida del personaje. Sin embargo, a ojos de la Historia su estancia en Vera fue clave para que el joven muchacho Domingo Badía Leblich se convirtiera en el intrépido Alí Bey, por lo que merece la pena recordar con algo más de profundidad sus años veratenses.

Como ya comentamos en el artículo Alí Bey y su relación con la familia Berruezo en Vera, Domingo Badía llegó a Vera en 1778, a la edad de 11 años, con motivo de haber sido nombrado su padre Contador y Comisario de Guerra de Vera. Niño prodigio, lo que hoy llamaríamos un superdotado, nació para sobresalir y pronto lo hizo.

En 1783, a los 16 años, fue nombrado Administrador de Utensilios en la Costa de Granada y tan bien desempeñó su cometido que dos años más tarde le fue otorgado el empleo de Contador de Guerra, con sueldo de 1500 reales anuales. Pese a su juventud, tal era su valía que su carrera como funcionario estatal siguió creciendo rápidamente. Así pues, en 1786 le fueron otorgados nuevas responsabilidades al asumir, aparte de la Contaduría de Guerra, la Tenencia de Tesoro del Partido de Vera y la intervención en la recaudación del Tigual y sus fortificaciones.

Pero en Vera no sólo se afanó en el trabajo, también se aplicó con gran tesón al estudio en un ambiente erudito favorecido por la Ilustración veratense emanada de la Real Sociedad Patriótica de Amigos del País de la Ciudad de Vera y su Jurisdicción, fundada en 1776. En estas circunstancias, una de las personas que marcarían su juventud fue un rico comerciante local, D. Pedro Berruezo Caparrós, que poseía una importante biblioteca y a la que Badía acudía con regularidad en demanda de más y más conocimiento. Asimismo, el joven Domingo Badía poco a poco se fue haciendo una interesante biblioteca personal en Vera, ya fuese por compra o regalos que el propio Berruezo hiciese al inquieto muchacho. Gracias al célebre historiador D. Juan Pérez de Gúzman podemos conocer algunos de estos libros, lo que nos da idea de sus intereses en aquella temprana y despierta juventud en el levante almeriense:

  • Cartas físico-matemáticas, de Almeyda
  • Física del Cielo, de Berthin
  • Reflexiones sobre la naturaleza, de Sturn
  • Espíritu de los Sabios, de Prevoux
  • Entretenimientos físicos, de Regnault
  • Matemáticas puras, de Le Maur
  • Química, de Foronda
  • Química, de Baumé
  • Química, de Dijon
  • Física, de Segáud de la Fond
  • Historia Natural, de Fourcroy
  • Lógica, de Coudillac
  • Viaje estático, de Hervas
  • Apología, de Feijoó
  • Crianza física de los niños, de Balexerd
  • Filosofía, del Lugdonense
  • Fábulas, de Samaniego
  • Examen de ingenios
  • Contra los francmasones
  • Historia de España, del P. Isla
  • Conquista de Méjico, de Solís
  • Viaje a Arabia, de Nieburg
  • Viaje a los Alpes, de Saussare
  • Orinoco ilustrado, de Gumilla
  • Noticias americanas, de Ulloa
  • Posibilidad de la Alchimia
  • Origen de las Leyes, Artes y Ciencias
  • Usos de las esferas y los globos
  • Real gabinete de máquinas
  • Telémaco
  • Antenor
  • Teatro de los Dioses
  • Artillería, de Saint-Renié

A la vista de la diversa temática de la biblioteca de Badía, el citado historiador comenta en su artículo “El primer ensayo de Aerostación en España” (1910) que “en ningún otro periodo de su vida se echa ver tanto la aplicación al estudio de Badía y Leblich, como en los años de su juventud en Vera.”

En Vera no todo fue trabajar y estudiar, también tuvo tiempo para el amor y acabó casándose el 26 de septiembre de 1791 con su amada Mariquita, hija de su mecenas y amigo D. Pedro Berruezo Caparrós y de Dña. Antonia Campoy de Salas. Con ella tendría tres hijos: Pedro, Asunción y José, aunque sólo el primero nació en Vera.

Un pasaje muy poco conocido de la vida Badía es que fue designado por el Ayuntamiento de Vera para un cargo municipal, lo que denota la estimación pública que tenía. Así pues, el 31 de diciembre de 1792 fue elegido Diputado del Común, tomando posesión el 1 de enero. Para comprender las funciones de este empleo podemos recurrir el artículo “Los diputados del común y el síndico personero del Ayuntamiento de Palma (1766-1808)”, del autor Eduardo Pascual Ramos, en el que se nos comenta que los Diputados del Común "tenían voto, entrada y asiento en el Ayuntamiento después de los Regidores, para tratar y conferir en punto de Abastos (aprovisionamiento de víveres); examinar los pliegos, o propuestas que se hiciese; y establecer las reglas económicas tocantes a estos puntos, que pide el bien común para favorecer la libertad del comercio de los Abastos, para facilitar la concurrencia de los vendedores, y a libertarles de imposiciones y arbitrios en la forma posible. En los actos y funciones públicas estaban obligados a vestir de negro. Su campo competencial fue ampliado con el paso del tiempo participando en cuestiones gubernativas que anteriormente les estaban vetadas. Tenían facultad de protestar las resoluciones del Ayuntamiento si consideraban que eran contrarias al bien público, aunque sin capacidad para suspenderlas pero con derecho a recurrir a la Audiencia por el Real Acuerdo.“ Poco tiempo disfrutó este empleo, pues el 28 de Junio de 1793 fue nombrado por Real orden Administrador de Tabacos de Córdoba, trasladándose con su familia a vivir a la bella ciudad califal y dejando su querida Vera para nunca más volver, aunque mantuvo contacto epistolar durante toda su vida con sus suegros y cuñados.

Firma de Domingo Badía en las Actas Capitulares de Vera.
Enero de 1793. Archivo Municipal de Vera.
Pero Domingo Badía no pasaría a la Historia por una carrera exitosa en la Administración o por su fama de hombre sabio en su época sino por convertirse en Alí Bey, por adentrarse como aventurero, espía y científico en los países islámicos, como nunca antes nadie se atrevió a hacerlo.

Sin lugar a dudas, en Vera entró en contacto con las leyendas y tradiciones moriscas que recorrían la zona del Bajo Almanzora, lo que le causaría fascinación. Este interés hacia el mundo musulmán se vio aumentado con los viajes que realizó acompañando a su padre a África, pues éste también fue Asentista factor y provisor de los presidios africanos. El idioma, las costumbres, las vestimentas, el Corán, los santones… todo fue cautivando al inquieto joven Badía en aquellos primigenios años. La forja de Alí Bey daba comienzo.


jueves, 18 de enero de 2018

La vida de Alí Bey llega al cine


Imanol Arias (Sultán de Marruecos) y Rodolfo Sancho (Alí Bey) en un momento del rodaje. EFE

Este año 2018 se estrenará en los cines El sueño del Califa”, una película sobre la vida de Alí Bey, alias del gran aventurero, espía y arabista español don Domingo Badía Leblich. El film, dirigido por Soheil Ben Barka, es una producción italomarroquí que cuenta con la participación de actores españoles en papeles protagonistas, como Rodolfo Sancho, que interpreta al propio Alí Bey, o Imanol Arias, que da vida Mulay Sulaymán, Sultán de Marruecos.

La película, con un presupuesto de 15 millones de euros, se sitúa entre las más caras de la historia cinematográfica marroquí y se estrenará en unos 40 países y en 5 idiomas. Rodada entre Italia y Marruecos, abarcará históricamente desde 1804 hasta la muerte de Alí Bey en 1818, por lo que nos llevará, siguiendo las andanzas del personaje, por países como Francia, España, Inglaterra, Marruecos, Siria o Egipto.

Rodolfo Sancho como Domingo Badía (Alí Bey)
A tan singular personaje de la Historia de España le dedicamos en este blog dos artículos (Ver: Alí Bey y su relación con la familia Berruezo en Vera y Alí Bey, biografiado por D. Manuel Berruezo en 1865), pues conviene recordar que está emparentado con la familia Berruezo, ya que su esposa fue doña María Lucía Berruezo Campoy, con quien contrajo matrimonio en Vera (Almería) en 1791. Además, está vinculado indirectamente con Garrucha, pues su sobrino D. Pedro Berruezo Soler fue Alcalde de la villa en el siglo XIX, así como un hijo de éste, D. Juan Francisco Berruezo Torres.

Aunque la película cuenta con "licencias cinematográficas" (como un imaginario romance entre Alí Bey y Lady Hester Stanhope, la reina blanca de Palmira) para hacer más jugosa una historia ya de por sí fascinante, no cabe duda de que rescatará del olvido la apasionante figura histórica de D. Domingo Badía y lo traerá de nuevo a la actualidad, para que así pueda ser conocido por el público general. Además, según diversas notas de prensa, parece ser que, aparte de la película, productores de televisión han contactado con el director para hacer una serie sobre Alí Bey. Estaremos expectantes.


domingo, 7 de enero de 2018

La decadente Garrucha de finales de 1920


Vista de la playa y del Paseo del Malecón (entonces Paseo de Cánovas del Castillo) de Garrucha en 1926
(Extraída Archivo Diputación de Almería)

A finales de 1920 la situación socioeconómica de Garrucha era más que preocupante. Un municipio que se reduce a un pequeño casco urbano, sin posibilidades de expansión territorial ni tierras cultivables, y donde su principal prosperidad económica dependía del comercio y las exportaciones mineras que realizaba por su rada, lo hacía tremendamente vulnerable a los posibles vaivenes de estas actividades. Y así fue. Cuando sus ingresos económicos mermaron notablemente a raíz de la práctica paralización de las actividades comerciales a industriales, como consecuencia de la Gran Guerra (1914-1918) y la posterior crisis económica de los años 20, la situación de la villa marinera fue crítica. Decenas de jornaleros que se dedicaban a la minería y la carga y descarga de buques quedaron sin trabajo en un breve periodo de tiempo, lo que se tradujo en una constante y progresiva emigración que dejó a Garrucha en un estado penoso. Entre 1910 y 1930, el municipio perdió algo más del 30% de su población, porcentaje éste que se irá incrementando conforme pasen los años y no se recuperará hasta finales del siglo XX.

La rica Garrucha decimonónica de los viceconsulados y los importantísimos hombres de negocios hacía tiempo que era un viejo fantasma del pasado. A la vista de la historia, los fundadores de Garrucha pecaron en cierto modo de ingenuidad, ya que construyeron un municipio artificial, poco viable económicamente por sí mismo, pues la insuficiente industria pesquera (sin un puerto refugio) lo hacía muy dependiente del entonces próspero comercio y la boyante industria minera para no desfallecer. Pero claro, quién iba a decirles a los próceres don Ramón Orozco y don Manuel Berruezo que la reluciente Garrucha de plata, plomo e hierro que constituyeron en 1861 iba a comenzar a desplomarse décadas después, cuando las riquezas minerales de las Sierras circundantes parecían entonces inagotables.

Sobre el decadente estado de Garrucha en 1926 nos da buena cuenta la prensa de la época, como se recoge a continuación:

Un pueblo que se desmorona

He aquí un pueblo que hace unos años tuvo vida próspera y luminosa, y hoy se desmorona poco a poco minado por todas las miserias.
Los fundadores de Garrucha fueron poco avaros y se conformaron con entrar en posesión de una pequeña franja de terreno, lo suficiente únicamente para levantar unas cuantas casas.
Fuera del recinto urbano, que se alinea frente al mar, a los aledaños de su hermosa playa abierta a todos los vientos, no posee el pueblo ni un centímetro de jurisdicción.
Cuando ha querido expansionarse ha tropezado en la parte Este con la jurisdicción de Vera, y al Oeste con la de Mojácar, y de aquí resulta que dos casas contiguas, estén separadas por los fueros de distintas municipalidades.
Para este pueblo los problemas de agricultura, y de riegos y sequías y de malas cosechas, es algo exótico que no les preocupa lo más mínimo.
Garrucha tiene su vida en el mar que se abre inmenso y libre ante el poblado, como una ideal jurisdicción de infinitas lejanías.
Antes llegaban muchos barcos a la carga de minerales, y cada uno de ellos dejaba entre los obreros de Garrucha una buena cantidad de pesetas, había plétora de vida.
Hoy las minas han paralizado sus explotaciones, y ya no vienen los barcos ni entran las pesetas que se derramaban por el pueblo como una lluvia de prosperidades.
Ahora todo ha quedado reducido a la pesca, pero he aquí que esta industria que, plenamente desarrollada, podría ser un paliativo, no puede contarse como un ingreso normal, porque no existe el más insignificante puerto de refugio, y al combatir los vientos, que son frecuentes, los pescadores no pueden salir al mar, aunque se mueran de hambre.
Garrucha se desmorona, se hunde, inicia su desaparición del mapa, por culpa de sus hijos, que aún no han aprendido a pedir con insistencia y con voluntad.
Si no se construye el puerto de refugio que han pedido, si esto se deja como la petición de un pueblo lejano sin pulso y sin vida. Garrucha no será un pueblo, será únicamente una colonia veraniega, propiedad de los pueblos limítrofes, en el invierno abandonado y silencioso, desmoronándose poco a poco minado por la miseria.

(Diario de Almería, 19 de marzo de 1926)

D. Bernado Berruezo Gerez
Col. José Berruezo García
Cabe decir que ya en el siglo XIX no fueron pocos los prohombres de Garrucha que adivinaban, desde las alturas del esplendor económico, un trágico final para la villa si no se llevaban a cabo una serie de infraestructuras necesarias para asentar sólidamente la economía del municipio. Esencialmente éstas eran: la mejora y/o la construcción de una red de carreteras que comunicase a Garrucha de manera eficiente con los pueblos limítrofes; la construcción del ferrocarril de Lorca a Almería que, pasando por el levante almeriense, hubiese influido notablemente en la economía regional; y la realización del ansiado puerto, pues como se sabe, hasta entonces, toda la actividad marinera y de carga y descarga de buques se hacía por su playa. Para la consecución de estas infraestructuras, diversos garrucheros promovieron encendidas campañas desde finales del siglo XIX, como hizo de manera destacada el comerciante y periodista don Bernardo Berruezo Gerez, que desde la prensa solicitó incansablemente todas estas medidas redentoras para el municipio.

Sin embargo, la ejecución de todas estas demandas, que hubiesen dado un enorme dinamismo a la villa, llegaron muy tarde o simplemente no se realizaron por la desidia del Gobierno de Madrid. Aunque se mejoraron algo las carreteras con los años, el ansiado ferrocarril de Lorca a Almería nunca se construyó, pese a ser pedido tenazmente durante décadas, y el necesario puerto no se inició su construcción hasta 1931, a pesar de que fue solicitado al Ministro de Fomento cuarenta años antes, en 1888, siendo entonces Alcalde de Garrucha D. Francisco Berruezo López. En definitiva, lo poco que se hizo llegó a destiempo, cuando ya Garrucha había dejado de ser el pueblo próspero y rico que fue, cuando la mayoría de los grandes hombres de negocios, que hubiesen dado con su ingenio prosperidad a la villa, ya no estaban.


domingo, 17 de diciembre de 2017

La fracasada conspiración política contra D. Francisco Berruezo López en 1879


D. Francisco Berruezo López. 1864.
El 24 de abril de 1874 falleció en su casa-palacio del Paseo del Malecón don Manuel Berruezo Ayora, líder del partido Unión Liberal en Garrucha. Desde la fundación del partido en 1858 había acaudillado a esta facción política de corte centrista bajo cuyas filas se encontraban figuras tan destacadas de la historia local como don Bernardo Gerez Soler, don Pedro Berruezo Soler y jóvenes como don Francisco Berruezo López, don Cleofás Berruezo Castaño o don Miguel Sáez Rodríguez.

La muerte de D. Manuel Berruezo originó un vacío de poder entre los unionistas garrucheros, y fueron varios los candidatos que intentaron hacerse con la jefatura. Sin embargo, el relevo tras la muerte del patriarca político no fue sencillo, pues añadido a su fallecimiento vino también la desaparición de la Unión Liberal en 1874 y la integración de la mayoría de los unionistas, según sus intereses ideológicos, en los dos grandes partidos dinásticos surgidos en la Restauración Borbónica: el Liberal Conservador de Cánovas del Castillo y el Liberal Fusionista de Sagasta.

Todo parece indicar que el sucesor político de don Manuel Berruezo Ayora fue su sobrino, don Francisco Berruezo López, mano derecha de su tío y que ya con poco más de 30 años se había convertido en un consagrado y exitoso empresario. Sin embargo, sus adversarios políticos, tanto correligionarios como oponentes, no le pusieron fácil la sucesión e intentaron menoscabar la notoria influencia de la Casa Berruezo en la política garruchera. Probaron la determinación del joven Berruezo, su fortaleza ahora que ya no estaba la todopoderosa sombra de su tío, y lo que no imaginaban es que don Francisco Berruezo caminaba con pies de plomo, y que ningún viento, por fuerte que fuese, podía hacerlo caer, pues si aguerrido fue don Manuel Berruezo más aún lo fue su sobrino.

Vista panorámica de Garrucha a principios de siglo XX. Fotógrafo: F. de Blain
(http://www.portalmanzora.es/a/modules.php?name=coppermine&file=displayimagepopup&pid=6217&fullsize=1)

En la sesión plenaria del 15 de junio de 1879 la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Garrucha, presidido por el conservador don Asensio Fernández Morán, acordó exonerar del cargo de concejal a don Francisco Berruezo López, Primer Teniente de Alcalde por aquel entonces. No cuesta imaginar la sonrisa de satisfacción de los conservadores, al haber eliminado políticamente con este acuerdo a un destacado opositor, y de traición de sus correligionarios, los liberales, que, promovidos por los concejales don Miguel Sáez y don Diego León Caparrós, habían consumado de esta manera la conspiración contra su “amigo”.

D. Miguel Sáez Rodríguez. Hacia 1880
(Extraída de Memoria fotográfica de Garrucha (1838-1936) 
La Historia Quieta. Vol. III.
Ed: Ayto. de Garrucha. Autor: Juan Grima.)
Parece evidente que Sáez, antiguo empleado de la Casa Comercial de don Manuel Berruezo, buscaba con esto promocionarse, ya que, al neutralizar a Berruezo, podría con más facilidad ascender en su carrera política y hacerse con la jefatura del Partido Liberal. Por ello, en el citado Pleno rescató una vieja petición de dimisión que había solicitado don Francisco Berruezo en septiembre del año anterior, en la que aludiendo a la posible incompatibilidad de su cargo como concejal y Vicecónsul de Portugal solicitaba su cese como edil. Dimisión que entonces fue rechazada, por no existir tal incompatibilidad legal, y que ahora, a propuesta de D. Miguel Sáez, había sido aceptada de manera “extraña y anómala”, en ausencia y sin conocimiento del Sr. Berruezo.

Las discrepancias políticas entre Sáez y Berruezo parece ser que venían de antes y ya se habían puesto de manifiesto en un Pleno anterior, celebrado el 1 de junio de 1879, en el que se debatió sobre la incapacidad como edil de D. Ramón Cervantes Cervantes, concejal electo de Garrucha, ya que éste no era vecino de la villa sino residente en la misma. En la votación que se llevó a cabo don Francisco Berruezo votó a favor de su capacitación como concejal mientras que D. Miguel Sáez lo hizo en contra, junto a 5 de los 9 ediles, por lo que Cervantes quedó incapacitado como concejal.

Don Francisco Berruezo López quedó atónito ante el acuerdo de exoneración de su persona que había tomado el Ayuntamiento y procedió a actuar, pues como él dijo: “Preciso es por decoro defenderse”. Al día siguiente, 16 de junio, remitió a la Excma. Comisión Provincial de Almería el oportuno recurso de agravios para que el mencionado acuerdo no prosperase y fuese revocado; como él mismo diría: “Aparte de la improcedencia del acuerdo en su fondo, resulta en él con marcadísimo tinte de apasionamiento la irregularidad en la forma, pues para declarar la pérdida del cargo se da por supuesta una dimisión que hoy no existe”.

A esta traición política se va a unir la pérdida de un gran apoyo político para él, pues dicho día 16 murió su suegro, don Bernardo Gerez Soler, viejo político liberal y concejal en el momento de su fallecimiento, que había sido Alcalde en 1873 y uno de los padres fundadores de Garrucha, junto a don Manuel Berruezo Ayora, en 1861.

Pese a todo, D. Francisco Berruezo no se amilanó y prosiguió con su defensa política. Él mismo llegó a pensar, tratando de entender la conspiración, si tal felonía “¿será que habrá faltado a la idea de confianza que debe a sus colegas, o que no llena la alta misión que le está encomendada? Y si esto no es así, ¿de dónde ahora ese espíritu de justicia por atender esa incapacidad? ¿Cómo, pues, quienes tan celosos se muestran, no ven la viga en sus ojos para encontrar la mota en el ajeno, toda vez que el iniciador D. Miguel Sáez Rodríguez es Estanquero, y lo es también D. Diego León Caparrós? ”, como expuso en su escrito.

Aunque no se ha podido seguir documentalmente cómo acabaron estos hechos de manera concreta, pues el Archivo Municipal de Garrucha está en proceso de recuperación y catalogación, parece lógico pensar que D. Francisco Berruezo López logró imponerse a sus "conspiradores" y su forzada dimisión quedó en suspenso, ya que durante los años siguientes siguió siendo concejal, regidor síndico e incluso Alcalde de Garrucha de 1887 a 1889.

Sin lugar a dudas, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX el peso político de don Francisco Berruezo en Garrucha fue muy importante, siendo uno de los más firmes pilares locales sobre los que se asentaron Diputados liberales como Anglada o Barcia. Con los años, Berruezo avanzaría ideológicamente hacia un republicanismo posibilista, llegando a ostentar la jefatura de los republicanos. Asimismo, fue uno de los mayores apoyos de su hijo D. Pedro Berruezo Gerez como Alcalde de Garrucha largos años en el primer tercio del siglo XX. 


martes, 12 de diciembre de 2017

Garrucha, ¿una pequeña Gran Bretaña?



Vista panorámica de Garrucha a principios de siglo XX. Fotógrafo: F. de Blain
(http://www.portalmanzora.es/a/modules.php?name=coppermine&file=displayimagepopup&pid=6217&fullsize=1)

En 1893 el vicecónsul inglés en Gijón escribió: “España está todavía muy atrasada en el desarrollo de sus recursos naturales, comerciales e industriales y no tiene muchas empresas privadas, por lo que ofrece pocas salidas a los jóvenes que desean seguir una carrera comercial; por consiguiente, el colocar a los hijos en la administración pública, la única salida posible para una mayoría de jóvenes, es una cuestión de gran importancia”.

No hemos de quitarle razón a la aseveración del diplomático en sentido general, aunque si hablamos de Garrucha lo cierto es que fue todo lo contrario. Lo que vivió este municipio del levante almeriense a partir de la segunda mitad del siglo XIX fue inaudito, pues en pocos años multiplicó su población un 200% y vivió un gran esplendor económico gracias al comercio y la industria minera.

En cierto modo, Garrucha se aproximó más a la rica Gran Bretaña de la Era Victoriana que a esa España rural, atrasada y eminentemente agrícola que se abría paso lentamente en la Revolución Industrial. Además, las malas infraestructuras terrestres dio a Garrucha un cierto carácter de isla, pues casi toda su actividad comercial e industrial se llevaba a cabo través de su playa.

El escritor Carlos Dardé, en su libro Cánovas y el Liberalismo Conservador, menciona la diferencia entre la España y la Gran Bretaña de finales del siglo XIX, donde parafraseando a su homónimo, el escritor José Varela, menciona que, en oposición a lo que ocurría en nuestro país, en la Patria de Shakespeare “un intenso proceso de movilidad social discurría a través del mundo de la empresa privada, mercantil e industrial” mientras que la política era un “coto reservado a una aristocracia con sentido del deber y voluntad de servicio, persuadida de su natural autoridad y misión superior”. ¿Acaso estas palabras sobre la realidad británica no podrían extrapolarse con matizaciones a la Garrucha decimonónica? Sin lugar a dudas, sí.

No conviene olvidar que la constitución de Garrucha fue una realidad gracias a la gestión de grandes empresarios, principalmente los Berruezo y los Orozco, que, moviendo los oportunos hilos en Madrid, consiguieron la firma de Isabel II para emanciparla de su matriz, Vera. Desde ese momento, aquella acaudalada burguesía, tomó las riendas del pequeño pueblo marinero que se hacía cada vez más importante en el concierto de las ciudades españolas debido a su gran actividad comercial e industrial, llegando a competir con puertos tan importantes como Málaga, Santander o Vizcaya.

En pocos años Garrucha fue la Patria Chica de renombradas familias de empresarios, donde aparte de las consabidos Berruezo y Orozco, se establecieron los Anglada, Gea, Huelin, Calvet, Lengo, Labernia, Pecket, Moldenhauer o Fuentes, entre otros. El establecimiento de estas Casas Comerciales y la exportación minera (producto de la intensa actividad metalúrgica de las fundiciones ubicadas en la zona) por la rada de Garrucha trajo consigo una gran cantidad de trabajo, llegando a emplear a muchas personas.

Mientras que la política en Gran Bretaña era ostentada por una antigua aristocracia comprometida con el porvenir del país, en Garrucha, en sustitución de ésta, fue la burguesía que se había hecho rica al calor de la minería y el comercio quién asumió el control de la política local. Un compendio de ilustrados hombres de negocios que trabajaron por el bien del municipio. Particularmente notorio fue el caso de los Berruezo, que llegó a crear una auténtica dinastía de Alcaldes y a ser una de las familias que más se involucró política y económicamente en el desarrollo y la prosperidad de Garrucha. Fueron seis los miembros de esta familia que ocuparon la Presidencia del Ayuntamiento, desde el primer Alcalde que tuvo el municipio, don Manuel Berruezo Ayora, uno de los principales promotores de la constitución de Garrucha como villa independiente en 1861, hasta don Pedro Berruezo Gerez, hijo y nieto de Alcaldes, que ostentó el bastón de mando durante 15 años, hasta la llegada de la II República en 1931.

Pero esto no fue todo, parejo a estos importantes hombres de negocios afincados en Garrucha y a la relevante actividad económica del levante almeriense, se establecieron en el municipio Viceconsulados, Casinos, Teatros, Sociedades Culturales… e incluso una logia masónica. Además, en la estación de baños, Garrucha fue destino veraniego de muchos pueblos de Almería y Murcia. Todo ello, en suma, dio a Garrucha este toque tan distinto y cosmopolita que tanto la caracterizaba, lo que de alguna manera, hizo a la localidad tener más en común con la industriosa y culta Gran Bretaña que con la España cañí.