martes, 3 de abril de 2018

El Marqués que murió en Garrucha



El Marqués de Almanzora junto a sus nietos. c.1898
Extraída del libro "Memoria Histórica, Fotográfica y Documental
de Garrucha (1861-1936). Vol II." Autor: Juan Grima Cervantes
El 22 de marzo de 1903 a las una y veinte de la tarde falleció en su Casa-palacio del Paseo del Malecón de Garrucha D. Antonio Abellán Peñuela, Primer Marqués de Almanzora y Conde de Algaida. Tenía 81 años.

Don Antonio Abellán quizá sea uno de los máximos exponentes de aquellos hombres emprendedores del XIX, como los Berruezo, los Orozco o los Anglada, que pertenecientes a familias hacendadas en el Antiguo Régimen tuvieron el capital necesario y la intuición para invertir en la naciente y próspera minería, tras los descubrimientos de los filones de plomo argentífero en el Jaroso de Sierra Almagrera en 1838. Fue propietario de la importante fundición Atrevida, situada en Herrerías, que fue una de las más productivas de su distrito, y también participó en los negocios mineros de la familia Orozco, siendo copropietario de la fábrica metalúrgica San Ramón, ubicada en Garrucha.

Con los grandes beneficios que le concedía la industria minera, Abellán logró amasar un enorme conjunto de propiedades, al punto de llegar a ser el segundo hombre más rico de la provincia de Almería. 

Como era propio entre los de su clase, no tardaría el minero cuevano en adentrarse en el mundo de la política. En 1858 le llegó su gran momento al ser elegido Diputado a Cortes en las Elecciones Generales del 31 de octubre de ese año, por el Distrito de Vera, en sustitución del empresario D. Manuel Berruezo Ayora que se encontraba enfrascado en la consecución de la independencia de Garrucha. Este hecho acabaría por cambiarle la vida. Su salto a la política nacional (en la que fue Diputado en varias legislaturas, así como Senador), las importantes relaciones que su paso por la capital del Reino le aportaron, su buen juicio a la hora de administrar su patrimonio y su valía innata para hacer buenos negocios, le llevó a ser un hombre conocido y respetado, hasta el punto de que Amadeo I le otorgó el título nobiliario de Marqués de Almanzora en 1872, en reconocimiento a sus méritos personales. El flamante Marqués, ennoblecido por Gracia Real, en el cenit de sus aspiraciones personales, le regaló al Rey en agradecimiento un magnífico ejemplar de plata nativa de sus explotaciones de Herrerías, y que se conserva en la actualidad en el Museo Nacional Romano.

Durante los 40 años que estuvo vinculado a las altas esferas de la política, ayudó a mejorar su provincia y fue muy atento con su ciudad natal. Así por ejemplo, puede destacarse su gestión en la consecución del ferrocarril de Linares a Almería, lo que le valió ser nombrado Hijo Adoptivo de Almería y que le pusieran su nombre a una calle, o la Ley para el desagüe de las cuencas mineras, a iniciativa suya y del Marqués de Perijá, aprobada en 1889 y que permitió constituir el Sindicato del Desagüe de Sierra Almagrera, con el que se intentó solucionar el problema de las inundaciones de las minas.

En 1887 la Reina Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena le concedió a su caritativa esposa, Dña. Catalina Casanova Navarro, el título de Condesa de Algaida, por lo que el Marqués también añadió a su título el de Conde consorte.

Primera página de El Eco de Levante
de Garrucha en su edición del 24/3/1903
Con respecto a Garrucha, el Marqués siempre tuvo una especial deferencia. Por su rada exportaba los productos de su industria metalúrgica y poseía Casa-palacio en el hoy conocido como Paseo del Malecón, que habitaba principalmente en la época de baños. Le gustaba Garrucha, su clima, su ambiente marinero y cosmopolita de ajetreados hombres de negocios e incesante trasiego comercial, y aquí quiso venir a morir encontrándose achacoso de salud en su senectud, donde falleció rodeado y reconfortado por los suyos.

Su muerte supuso un gran impacto en la Almería de su época y su funeral fue una imponente manifestación de duelo donde acudieron todas las clases sociales. Aunque murió en Garrucha, se le dio sepultura en su Cuevas del Almanzora natal, en un sencillo nicho. No quiso ostentación ninguna. Hoy día ya no existe, quienes vayan al cementerio cuevano en busca de su tumba no la encontrarán, hace años su modesto enterramiento se deterioró por el abandono y el paso del tiempo hasta el punto de que sus restos hubo que exhumarlos. Tras esperar un tiempo prudente, al no haber nadie que reclamase al Marqués para darle nueva sepultura, pasó a un osario común. Triste final para un hombre que significó tanto en la provincia de Almería.

Garrucha lloró la pérdida de D. Antonio Abellán, la prensa local abrió su edición del 24 de marzo con una gran esquela que ocupó toda la primera página y dedicó una sentida necrológica de la que destacamos el siguiente fragmento para terminar este breve artículo, y que nos describe cómo era el hombre que ostentó el Marquesado de Almanzora:

A pesar de sus títulos y honores, hizo siempre una vida modesta y no conoció el orgullo. Su trato era llano y conversaba con igual afabilidad lo mismo con el grande que con el chico, ejerciendo en silencio la caridad. Sus obreros y servidores le profesaban un cariño entrañable; para todos fue un padre, más que jefe o un amo, y como en su vida fue humilde, lo mismo ha querido serlo en su muerte, dejando encargado por escrito que lo entierren sin vestiduras, envuelto en un simple lienzo en un ataúd sencillo, sin ninguna pompa.
(El Eco de Levante, Garrucha, 24 de marzo de 1903)

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