domingo, 4 de febrero de 2018

Garrucha antes de la Garrucha de plomo y plata


Padrón de las Playas de la Garrucha de 1812. Archivo Municipal de Vera 

Bien conocido es por todos los lectores que hayan seguido este blog el discurrir histórico de Garrucha a partir de la segunda mitad del siglo XIX, y cómo se convirtió la rica pedanía veratense de la minería y el comercio en municipio independiente gracias a la gestión de aquellos importantísimos hombres de negocios, principalmente los Berruezo y los Orozco, que consiguieron su segregación en 1861. Por aquel año, la población superaba los 2000 habitantes y el crecimiento demográfico y económico que vivía la villa era constante y realmente espectacular. 

Pero, ¿cómo era Garrucha antes de su época minera? Para tratar de responder a esta pregunta nos basaremos en los datos del padrón de habitantes de Vera del año 1812, en el que en su parte última recoge la población de las Playas de la Garrucha. Aún faltarán poco más de dos décadas para que la monótona y rural vida del levante almeriense cambie drásticamente con el descubrimiento de los filones de plomo argentífero en Sierra Almagrera en 1838, por lo que nos servirá para comprender mejor cómo era esa Garrucha primitiva.

En la tabla 1 se muestran los datos obtenidos sobre el estado de Garrucha en 1812, en plena Guerra de la Independencia:

Tabla 1: Estado de Garrucha en 1812
Estado de Garrucha en 1812
Población
112
Hombres
55
Mujeres
57
Casas
31
Oficios

Patrón pesquero
9
Pescador
13
Arriero
7
Jornalero
1
Albañil
1
Empleado de Rentas
1


Como se observa en la tabla 1, la población es muy pequeña, poco más de un centenar de habitantes, de los cuales 55 eran hombres y 57 mujeres, por lo que existía una curiosa paridad demográfica, siendo aproximadamente el 76% menor de 40 años. De estos 112 habitantes, sólo 32 varones tienen profesión declarada, siendo los 80 restantes mujeres, niños y ancianos.

Aunque de manera lenta, y aún alejada del exponencial auge poblacional que se iniciará a partir de 1840, Garrucha comenzó a crecer paulatinamente en habitantes desde principios del siglo XIX de manera continua y sostenida, pues la construcción del Castillo militar de Jesús Nazareno en 1769 y la limpieza de piratas berberiscos que hizo el Teniente General de la Armada don Antonio Barceló en las costas del levante español y en Argel a finales del siglo XVIII eliminó las temidas incursiones de estos piratas contra la costa, que tanto miedo y pesar causaban a los garrucheros de entonces, pues no sólo se enfrentaban en estas razzias al robo y destrucción de sus propiedades sino a algo peor como era la muerte o ser secuestrados y vendidos como esclavos en el Norte de África.

En 1797 la población de la Playa de La Garrucha era de 42 habitantes repartidos en 9 casas, por lo que otro factor a tener en cuenta en el notorio aumento demográfico de 1812 puede ser también, aparte de la eliminación del riesgo de la piratería berberisca, la cruenta epidemia de fiebre amarilla que asoló a Vera en 1811-1812 y que lógicamente provocó que algunas familias trasladasen su residencia a Garrucha, huyendo así del foco epidemiológico. Sin embargo, no regresarán todos después, pues en 1830 la población asciendió a 187 vecinos, por lo que el crecimiento de Garrucha fue constante a lo largo del siglo XIX.

Esta población se repartía en 1812 en 31 viviendas, seguramente modestas edificaciones en la playa, y, como se puede ver, la principal actividad profesional era la pesca, todavía quedaban lejos los años de la próspera minería y el boyante comercio. Destaca también un número considerable de arrieros, dedicados al transporte de mercancías, como la sal y el pescado, así como de las necesidades del pequeño comercio de cabotaje con las poblaciones limítrofes. Asimismo, reseñar al único Empleado de Rentas, D. José de Vera, que estaría al frente del Alfolí de Sal, antiguo edificio que tenía el Gobierno para abastecer de este compuesto químico tan necesario a más de 40 pueblos de la comarca. Parece probable que también funcionaría como almacén y punto de distribución y control de mercancías que llegaban por mar y de las que se exportaban.

Esta Garrucha que hemos descrito no era aún, ni mucho menos, la esplendorosa villa minera de los miles de habitantes a la que dieron tanto lustre familias como la de los Berruezo, los Orozco, los Anglada, los Gea, los Moldenhauer, los Fuentes… todavía quedaban años para ello. Esta era la marinera Garrucha de apellidos como los Gerez, los Rosa, los Cano, los Cervantes, los León… sobre la que se asentará la renombrada Pequeña San Sebastián y que en poco tiempo se convertirá en uno de los puertos comerciales e industriales más importantes de España; ¡quién lo hubiera imaginado a principios del siglo XIX!


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