viernes, 14 de octubre de 2016

Los Berruezo en Turre en el siglo XVIII


La siega, de Goya (1786).
Esta estampa costumbrista pintada por el insigne artista no debió diferir mucho de la vida cotidiana de Turre

Mi rama de la familia Berruezo se asentó en Turre, procedente de Vera, en la segunda década del siglo XVIII, con el probable motivo de haber sido nombrado en 1727 Cura párroco de dicho municipio don Ginés Berruezo Osete. Como era normal en la época, los eclesiásticos recibian una suerte de tierras, por lo que solían acompañarlos familiares para que trabajasen y/o administrasen estas propiedades rústicas.

En Turre permaneció mi familia de forma más o menos fija, simultaneando su estancia con Vera, hasta las primeras décadas del siglo XIX. Puede decirse que residieron en Turre durante una centuria aproximadamente. A lo largo de esos años y como se verá, tendrán una posición preponderante en la vida pública del municipio.

Pero antes de nada, ¿cómo era Turre en el siglo XVIII?

A nivel económico, Turre era eminentemente agrícola en esta época, destacando el cultivo de cereales, hortalizas, viñas, frutales y también se producía miel. La ganadería era escasa, pues como comentan los autores D. Juan Grima, Dña. Ana Alarcón y Dña. Josefa Alarcón en su libro Turre. Historia, Cultura, Tradición y Fotografía, “las Ordenanzas Municipales prohibían taxativamente que en la Huerta (de Turre) entrasen los ganados, a fin de respetar los árboles.”

Con respecto a la demografía de Turre, a lo largo del siglo XVIII va a estar en constante expansión. Gracias a los diversos catastros y censos como el del Marqués de Campoflorido (1718), Marqués de la Ensenada (1752), Conde de Aranda (1769) y Conde de Floridablanca (1787) podemos saber la población que tenía el municipio en esos años. Turre duplicará sus habitantes a lo largo del siglo, como se expone en la siguiente gráfica:


D. Fernando de Silva y Álvarez
de Toledo, XII Duque de Alba.

Durante siglos fue este Ducado
 el mayor propietario de Turre,
hasta que el industrial minero
cuevano don Antonio Abellán
adquirió sus propiedades
a mediados del siglo XIX
La mayoría de la población se dedicaba a trabajar la tierra como jornaleros. Asimismo, había un reducido grupo de pequeños y medianos propietarios, entre los que se encontraban los Berruezo, y un gran propietario o terrateniente, que era el Duque de Alba.

El municipio era gobernado por el Concejo o Ayuntamiento, al que pertenecían los Alcaldes y los Regidores. Estos cargos no recibían salario alguno, por lo que solían ser ostentados normalmente por personas pudientes que buscaban en esto prestigio e influencia social. En adición a estas autoridades municipales  las figuras del cura párroco, el escribano, el cirujano y la baja nobleza, los hidalgos, constituirán las fuerzas vivas que van a controlar los pueblos.

Según se comenta en el citado libro, la composición del Concejo de Turre en el Antiguo Régimen era el siguiente, de acuerdo con lo que dictaminó a finales del siglo XVI el Rey Felipe II:

  • Dos Alcaldes
  • Dos regidores
  • Dos diputados de la población
  • Dos procuradores (uno general y otro personero del común)
  • Un alguacil
  • Un pregonero
  • Mayordomo de pósitos y de propios
  • Escribano

Los Alcaldes ordinarios y los Regidores se elegían cada año entre los habitantes de Turre, aunque dado que era un oficio no remunerado y que absorbía tiempo, solía estar ostentados por un círculo de prohombres de la villa. Es decir, por personas que tenían garantizado su sustento y podían dedicarse de manera cómoda al servicio público. Ser Alcalde y Regidor en esta época era un signo de estatus social, siendo motivo de orgullo y reconocimiento ostentarlo. Por ello, va a ser una práctica habitual en los municipios de la Edad Moderna la existencia de familias que ejercían su influencia sobre otras para asegurar su voto favorable hacia su candidatura a la Alcaldía.

Sobre los Alcaldes se comenta en el mencionado libro “que tenían competencias en toda clase de causas, tanto en función del tipo de delito como por el valor de su cuantía, sin que existiera diferencia con respecto a las facultades que tenían los alcaldes en los demás pueblos sometidos a cabeza de partido”. Además, entre sus cometidos, junto con los regidores, se van a encontrar:

  • Nombramiento de los demás empleados del Concejo: mayordomos, pregonero y alcalde de riegos.
  • Cobranza del Censo Real y demás contribuciones ordinarias y extraordinarias.
  • La administración del caudal del Pósito, repartiendo entre los vecinos la cantidad de grano necesario para la simiente, cuidando de la devolución del mismo en tiempo oportuno
  • Proveer de abastecimientos indispensables para la subsistencia del vecindario.
  • La administración y fomento de las casas y suertes de población, a fin de que estas fueran en aumento y no en disminución.
  • Las demás atribuciones de inspección, gobierno, justicia y administración, propias de todo el municipio.

La información que se ha obtenido hasta la fecha sobre la presencia de mi linaje en Turre en el siglo XVIII resultara interesante. Principalmente ha sido conseguida de los Registros Parroquiales de Mojácar y Turre, así como del Archivo Municipal de Vera y del Archivo Histórico Provincial de Almería. Sin embargo, la fuente clave para ahondar con mucha mayor profundidad en la huella de mi familia en el municipio hubiera sido consultar las Actas Capitulares de esta época en el Archivo Municipal de Turre; pero por desgracia, la práctica totalidad de éste se ha perdido/destruido con el paso de los años por la desidia y falta de interés hacia la Historia de los políticos locales de turno. Una tragedia que condena inevitablemente al municipio a conocer su pasado sólo a rasgos generales.

Capitán General D. José Carrillo de Albornoz,
a sus órdenes debió combatir en Italia mi
antepasado don Juan Berruezo Osete
Como he comentado al principio de este artículo, mi familia llegó probablemente a Turre de la mano de don Ginés Berruezo Osete, que fue designado Cura párroco de este municipio en 1727. Con él también se asentaron varios de sus hermanos, entre ellos don Juan Berruezo (n. Vera, 1706), del que desciendo. Se sabe que don Juan Berruezo fue hacendado y militar, y que posiblemente participó en las campañas italianas dentro de lo que se conoce como Guerra de Sucesión Austriaca (1740-1748). Asimismo, debió tener cierta notoriedad y prestancia en su época, ya que en las partidas de bautismo de sus hijos en Turre se le menciona explícitamente como “Don Juan Burruezo”, constando en ocasiones como testigos en las partidas regidores y autoridades municipales de otras localidades. Dada su vinculación con la localidad, es probable que fuese regidor o Alcalde, como sí lo fue, al menos, uno de sus hijos.

Don Juan Berruezo Osete se casó en Cuevas del Almanzora con doña Luisa Soler Molina en 1730. Los hijos de este matrimonio fueron los primeros Berruezo nacidos en Turre (de mi linaje), y entre ellos es de destacar las figuras históricas de don Jacinto y don José.

Durante el reinado de Carlos III fue Alcalde
ordinario de Turre don Jacinto Berruezo
De don Jacinto Berruezo Soler (n. Turre, 1730) se sabe que fue hacendado y que tuvo una posición destacada en la vida pública de Turre, ya que se conoce, gracias a diversos documentos conservados en el Archivo Histórico Provincial de Almería y Archivo Municipal de Vera, que en 1765 y 1779 fue Alcalde ordinario del municipio. Es muy probable que ostentase dicho cargo en otros años.

Aunque por desgracia son escasos los datos que se tienen sobre su gestión como Alcalde, sí podemos dar una pincelada sobre un asunto que se motivó durante su mandato:

El 30 de marzo de 1779 don Jacinto Berruezo (Alcalde), don Damián de Cazorla (Alcalde) y seis personas más como diputados, regidores, síndicos generales y personeros del lugar de Turre, jurisdicción de la Ciudad de Mojácar, remitieron un escrito a Granada, capital del Reino del que dependían, en demanda de la reparación de la fuente pública y la Casa Concejal (Ayuntamiento) que se encontraba en ruinas y habían tenido que sacar y depositar provisionalmente en la casa de un vecino la pólvora y municiones con gran peligro porque en los bajos había una tienda. La petición fue autorizada y se hizo un expediente en el que se presupuestaron la reparación de la única fuente pública en 2.696 reales y la Casa Consistorial en 6.254 reales.

Por otro lado, sobre su hermano don José Berruezo Soler (n. Turre, 1737) se sabe que con 15 años era Oficial de la Escribanía de la ciudad de Mojácar (Catastro del Marqués de la Ensenada, 1752). Posteriormente, se haría militar de caballería y se dedicaría con éxito a la compra-venta de propiedades, dada la cantidad de protocolos notariales que existen al respecto a lo largo del último tercio del siglo XVIII.

Don Jacinto Berruezo Soler se casó en Turre con doña Antonia de Aro Sáez en 1756. De este matrimonio es de destacar la figura de don Cleofás Berruezo de Aro (n. Turre, 1773), propietario, militar y funcionario de Hacienda que tendría una actuación destacada durante la Guerra de la Independencia (Ver: reseña biográfica de don Cleofás Berruezo). Y su hermano don Jacinto Berruezo, hacendado que en ausencia de Cleofás administrará las propiedades familiares.

Mi antepasado don Cleofás Berruezo de Aro fue el último de los miembros de mi linaje nacidos en Turre en el siglo XVIII. No obstante, no será el último turrero pues algunos de sus hijos nacieron en este municipio en el siglo XIX. De ellos cabe destacar a don Manuel Berruezo Ayora (n. Turre, 1816), próspero comerciante e industrial minero que fue el primer Alcalde de Garrucha y que ha sido nombrado recientemente Hijo Adoptivo de esta villa, y al prestigioso jurista asentado en Madrid don Antonio Berruezo Ayora (n. Turre, 1818).


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