Cuadro alegórico del Descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492 |
En este señalado día 12 de
octubre celebramos el Día de la Hispanidad, también conocido como Día de la
Raza, y que constituye la Fiesta Nacional de España. Año tras año se recuerda
la efeméride del Descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492 y su
enorme trascendencia en la Historia universal.
La llegada de Colón a América
sigue siendo el acontecimiento histórico más importante de todos los tiempos. Desde 1492 el
mundo conocido se amplió de manera jamás imaginada, lo que deparó grandes
cambios económicos, políticos y científicos para la vieja Europa y que tuvo a
España como actor principal de esta Historia.
Gracias al descubrimiento de las Indias, España se convertiría en poco
tiempo en una superpotencia cuya hegemonía mundial perduraría en los tres
siglos siguientes.
Por desgracia, hoy día esta
fiesta del Día de la Hispanidad, que debería ser festejado con fervor por más
de 560 millones de hispanoparlantes, está en decadencia por la manipulación
demagógica de ciertas tendencias políticas que tratan, por todos los medios, de
desprestigiar la Historia de España.
En este país quijotesco, donde cada vez más abundan con verdadera pasión los seguidores de la Hermandad de la Tontería y la Ignorancia,
hay quien cada 12 de octubre martillea con la clásica mentira, la infamia miserable y
la errática cantinela del “genocidio”, eludiendo
intencionadamente todo lo positivo: el intercambio cultural entre dos mundos; la difusión de un idioma común para toda la América española; el mestizaje como riqueza étnica y antropológica, a
diferencia de lo que harán ingleses y franceses en sus posesiones; la evangelización de todo un
continente, llevando el mensaje de Amor de Cristo a los confines del mundo; la fundación de ciudades y universidades; la liberación de los pueblos indígenas subyugados por los grandes imperios precolombinos; la introducción y el desarrollo
de avances tecnológicos en América; los intercambios gastronómicos; la defensa de
los Derechos de los indígenas que promovió la España del siglo XVI, etcétera.
D. José María Rivas Groot Autor de artículo transcrito |
Por ello, he querido rescatar un
viejo artículo sobre esta efeméride, publicado en la prensa de Almería en 1917, que realizó un histórico académico y, para evitar parcialidades, su autor no es español
sino colombiano.
Es reseñable como hace un siglo
los sentimientos de afecto y reconocimiento a la herencia dejada por la Madre
Patria eran sinceros y manifiestos por parte de las instituciones y los gobiernos
hispanoamericanos donde, sin absurdos complejos ideológicos, celebraban este día de
hermanamiento entre todos los pueblos de habla española. ¡Cuánto ha cambiado
todo! Por suerte, y pese a todo, este sentimiento de cariño hacia España aún
perdura en muchos de nuestros hermanos americanos.
El autor del escrito es D. José
María Rivas Groot (1863-1923), que fue un político, poeta y escritor colombiano nacido
en Bogotá. Hombre culto, iniciaría estudios de ingeniería aunque pronto lo
dejaría para consagrar su vida a las humanidades. Además de profesor de Historia,
idiomas y literatura, fue Director de la Biblioteca Nacional de
Colombia, Senador y Ministro de Educación y Plenipotenciario ante
la Santa Sede. También fue Presidente de la Academia Colombiana de la Historia,
entre otros cargos y distinciones.
Fecha gloriosa
LA FIESTA DE LA RAZA
La
noble labor de reconciliación y de concordia, el benéfico propósito de
estrechar los lazos de afecto entre España y las Naciones que ella fundó en el
Nuevo Mundo, esa laudable obra estimulada con perseverancia por Academias y
Centro de unión y de cultura y por ilustres literarios y estadistas, debía
despertar y en efecto ha despertado un sentimiento de profunda simpatía en la
Península y en toda la América Española.
Ese
generoso sentimiento de amor ha hecho que en España y en sus antiguas colonias
allende los mares, desde el antiguo imperio de Moctezuma hasta el confín de las
regiones meridionales de América, se haya concebido la idea de consagrar un día
a recordar las gloriosas tradiciones de la raza, la comunidad de origen, de fe,
de idioma, que “nos declara, —según nos dijo ya Don Manuel Cañete— hijos de una
misma madre y es el mayor signo de fraternidad entre pueblo y pueblo”.
Hoy
en día, por voto unánime, gobiernos y pueblos, así en el seno de las
corporaciones literarias como en las esferas oficiales, en veinte naciones
evocan las antiguas glorias y al unísono celebran la Fiesta de la Raza.
En
este día ¡qué grandes recuerdos vienen a la mente! ¡qué grandes figuras surgen
en el fondo de la Historia!
El
descubrimiento de América, la exploración y conquista de un Continente, la
civilización de un mundo…
“La
mayor cosa —decía con legítimo entusiasmo el escritor Gómara,— la mayor cosa, después de la creación del
mundo, sacando la Encarnación y muerte del que lo creó, es el descubrimiento de
las Indias”… Y al par maravilloso suceso, surgen las grandes figuras de Isabel
La Católica con su admirable intuición y su generosidad magnánima; de Colón,
con su ideal sublime, convertido luego en sublime realidad; y al lado suyo las
venerables figuras de sus colaboradores el Padre Marchena, Fray Diego de Deza, Luis
de San Ángel y Alonso de Quintanilla… Alzanse también los Pinzones que con el
almirante se lanzaron al mar desconocido y cambiaron las nociones geográficas
del mundo.
Viene
luego la epopeya caballeresca de la Conquista. Acerca de las proezas que realizaron
los españoles del siglo XVI, con espíritu caballeresco y religioso, en sus
exploraciones por el Nuevo Mundo, conviene recordar, entre otras muchas obras
que de ello tratan, la moderna del ilustrado e imparcial escritor americano
Lumnis: “Poco más hizo Colón que descubrir la América, (dice) lo cual es ya
bastante gloria para un hombre. Pero en la valerosa Nación que hizo posible el
descubrimiento, no faltaron luego héroes que llevasen a feliz término la labor
que con él se iniciaba… Durante aquel siglo la flor de la raza española realizó
maravillosos hechos”…
Y
en esta evocación vemos erguirse vestidos de hierro y de laureles guerreros
exploradores como Hernán Cortés, Pizarro, Almagro, Núñez de Balboa, Jiménez de
Quesada, Federmán, Belalcazar, que desde la Florida hasta la Tierra del Fuego,
se lanzaron por mares ignotos, al través de selvas vírgenes, por cordilleras al
parecer inaccesibles, luchando contra todas las inclemencias de la tierra y
contra la ferocidad de las tribus, en busca de nuevas comarcas donde clavar el
pendón de Castilla.
Surgen
también las venerables figuras de los abnegados misioneros que, no sólo en pos
de los guerreros, sino al par de ellos iban inermes, llenos de fe y amor, en
busca de almas, para alumbrarlas con la luz del cielo y fijar en medio de sus
poblaciones el estandarte de la redentora Cruz.
Viene
luego la admirable obra de civilización en la América española en el espacio de
tres siglos, labor razonada, lenta, eficaz, para organizar las nuevas
sociedades, educar a los pueblos conquistados, establecer los gobiernos de los
diversos Virreinatos y Capitanías y echar, en suma, los cimientos de dieciocho
naciones.
Y
en tan completa y sabia empresa vemos destacarse las figuras de prudentes y
celosos gobernantes como Don Juan de Borja, Quiroga, Solís, Mendinueta,
Ezpeleta, Caballero y Góngora, que nos describen Groot y otros historiadores de
las varias Naciones de la América española, que sería prolijo enumerar. A qué
grado de civilización y de cultura se llegó en entonces, nos los dice Menéndez
y Pelayo en su admirable Historia de la Poesía Hispano-Americana.
En
este día de la Raza evocamos también aquel siglo de oro, de Carlos V y de
Felipe II, el de mayor esplendor y riqueza de nuestro idioma. En aquella época
gloriosa el castellano, que acaba de consagrarse lengua nacional, se extendió
por las varias y dilatadas regiones del Nuevo Mundo, para formar en el andar de
los tiempos, la lengua de veinte Estados independientes.
En
este día memorable, en la evocación del pasado, vemos que si España, tras esa
admirable, heroica y sabia labor de descubrir, conquistar y civilizar un mundo,
se sintió exhausta, en verdad sus grandes energías no se agotaron, pues su
vigor quedó y perdura en todo un Continente, donde millones de hombres atesoran
con amor la fe y las tradiciones de la Raza y conservan con pureza el idioma de
Calderón y de Cervantes.
J. RIVAS GROOT
(La Independencia, Almería, 14 de
octubre de 1917)
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