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El Marqués de Almanzora junto a sus nietos. c.1898 Extraída del libro "Memoria Histórica, Fotográfica y Documental de Garrucha (1861-1936). Vol II." Autor: Juan Grima Cervantes |
El 22 de marzo de 1903 a las una
y veinte de la tarde falleció en su Casa-palacio del Paseo del Malecón de
Garrucha D. Antonio Abellán Peñuela, Primer Marqués de Almanzora y Conde de
Algaida. Tenía 81 años.
Don Antonio Abellán quizá sea uno
de los máximos exponentes de aquellos hombres emprendedores del XIX, como los
Berruezo, los Orozco o los Anglada, que pertenecientes a familias hacendadas en
el Antiguo Régimen tuvieron el capital necesario y la intuición para invertir
en la naciente y próspera minería, tras los descubrimientos de los filones de
plomo argentífero en el Jaroso de Sierra Almagrera en 1838. Fue propietario de la importante fundición Atrevida, situada en Herrerías, que fue una de las más productivas de su distrito, y también participó en los negocios mineros de la familia Orozco, siendo copropietario de la fábrica metalúrgica San Ramón, ubicada en Garrucha.
Con los grandes beneficios que le concedía la industria minera, Abellán logró amasar un enorme conjunto de propiedades, al punto de llegar a ser el segundo hombre más rico de la provincia de Almería.
Como era propio entre los de su
clase, no tardaría el minero cuevano en adentrarse en el mundo de la política.
En 1858 le llegó su gran momento al ser elegido Diputado a Cortes en las
Elecciones Generales del 31 de octubre de ese año, por el Distrito de Vera, en sustitución del
empresario D. Manuel Berruezo Ayora que se encontraba enfrascado en la
consecución de la independencia de Garrucha. Este hecho acabaría por cambiarle
la vida. Su salto a la política nacional (en la que fue Diputado en varias
legislaturas, así como Senador), las importantes relaciones que su paso por la
capital del Reino le aportaron, su buen juicio a la hora de administrar su
patrimonio y su valía innata para hacer buenos negocios, le llevó a ser un
hombre conocido y respetado, hasta el punto de que Amadeo I le otorgó el título
nobiliario de Marqués de Almanzora en 1872, en reconocimiento a sus méritos
personales. El flamante Marqués, ennoblecido por Gracia Real, en el cenit de
sus aspiraciones personales, le regaló al Rey en agradecimiento un magnífico ejemplar de plata nativa
de sus explotaciones de Herrerías, y que se conserva en la
actualidad en el Museo Nacional Romano.
Durante los 40 años que estuvo
vinculado a las altas esferas de la política, ayudó a mejorar su provincia y
fue muy atento con su ciudad natal. Así por ejemplo, puede destacarse su
gestión en la consecución del ferrocarril de Linares a Almería, lo que le valió
ser nombrado Hijo Adoptivo de Almería y que le pusieran su nombre a una calle,
o la Ley para el desagüe de las cuencas
mineras, a iniciativa suya y del Marqués de Perijá, aprobada en 1889 y que
permitió constituir el Sindicato del
Desagüe de Sierra Almagrera, con el que se intentó solucionar el problema
de las inundaciones de las minas.
En 1887 la Reina Regente María
Cristina de Habsburgo-Lorena le concedió a su caritativa esposa, Dña. Catalina
Casanova Navarro, el título de Condesa de Algaida, por lo que el Marqués
también añadió a su título el de Conde consorte.
Primera página de El Eco de Levante de Garrucha en su edición del 24/3/1903 |
Con respecto a Garrucha, el
Marqués siempre tuvo una especial deferencia. Por su rada exportaba los
productos de su industria metalúrgica y poseía Casa-palacio en el hoy conocido
como Paseo del Malecón, que habitaba principalmente en la época de baños. Le
gustaba Garrucha, su clima, su ambiente marinero y cosmopolita de ajetreados
hombres de negocios e incesante trasiego comercial, y aquí quiso venir a morir
encontrándose achacoso de salud en su senectud, donde falleció rodeado y
reconfortado por los suyos.
Su muerte supuso un gran impacto
en la Almería de su época y su funeral fue una imponente manifestación de duelo
donde acudieron todas las clases sociales. Aunque murió en Garrucha, se le dio
sepultura en su Cuevas del Almanzora natal, en un sencillo nicho. No quiso
ostentación ninguna. Hoy día ya no existe, quienes vayan al cementerio cuevano en
busca de su tumba no la encontrarán, hace años su modesto enterramiento se
deterioró por el abandono y el paso del tiempo hasta el punto de que sus restos
hubo que exhumarlos. Tras esperar un tiempo prudente, al no haber nadie que reclamase
al Marqués para darle nueva sepultura, pasó a un osario común. Triste final
para un hombre que significó tanto en la provincia de Almería.
Garrucha lloró la pérdida de D.
Antonio Abellán, la prensa local abrió su edición del 24 de marzo con una gran
esquela que ocupó toda la primera página y dedicó una sentida necrológica de la
que destacamos el siguiente fragmento para terminar este breve artículo, y que nos describe cómo era el hombre que ostentó el Marquesado de Almanzora:
A
pesar de sus títulos y honores, hizo siempre una vida modesta y no conoció el
orgullo. Su trato era llano y conversaba con igual afabilidad lo mismo con el
grande que con el chico, ejerciendo en silencio la caridad. Sus obreros y
servidores le profesaban un cariño entrañable; para todos fue un padre, más que
jefe o un amo, y como en su vida fue humilde, lo mismo ha querido serlo en su
muerte, dejando encargado por escrito que lo entierren sin vestiduras, envuelto
en un simple lienzo en un ataúd sencillo, sin ninguna pompa.
(El Eco de Levante, Garrucha, 24
de marzo de 1903)
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