El paso del tiempo no perdona a
nadie y menos aún si tenemos en cuenta las fotografías centenarias. Salvo
contadas ocasiones en las que llegan hasta nuestros días fotos en buen estado, lo
normal es que el transcurrir de los años, unido a una mala conservación, haya
dañado las fotos. Manchas, roturas, pérdida de intensidad de color, etcétera
son una constante que le arrebatan todo su esplendor original y, en cierto
modo, dignidad a las personas en el caso de los retratos.
Por suerte, vivimos en la era
digital y la restauración de fotografías se puede acometer de manera sencilla
con diversos programas informáticos. Lógicamente, cuanto más avezados estemos
en el uso de estas herramientas, mejor nos quedará el resultado final. Sin
embargo, con unos conocimientos básicos, práctica, sensibilidad y ganas de
realizar un trabajo sensato y bien hecho se pueden conseguir mejoras como la que se muestra en la Figura 1.
Una máxima de todos los que nos
gusta la Historia es no manipular, bajo ningún concepto, los objetos que nos
han llegado, respetando así su bagaje histórico y no afectando de esta manera a
su valor. Sin embargo, como se trata de trabajar sobre copias digitales, no
cometemos ningún “atentado”, pues no incidimos en ningún caso sobre la
fotografía original en sí misma.
Figura 1: El antes y el después de la restauración del retrato de Conchita Berruezo Cánovas. Hacia 1920 Col. José Berruezo García |
Bajo nuestra opinión, merece la
pena restaurar las fotografías dañadas no ya por el hecho de rescatar nosotros
mismo su dignidad, que también, sino de cara a su publicación, pues, salvo que
se trate de exhibir exprofeso los originales en alguna obra o exposición, van a
ilustrar y embellecer más los textos mostrar la fotografía como fue en origen,
con toda su esencia, con toda su belleza. En este sentido, una foto deteriorada
que acompaña a un texto, aunque va a mostrar evidentemente su antigüedad (lo
que a veces se pretende), puede incidir negativamente, pues la distracción del
lector va a ir más encaminada a examinar lo mal conservada que está la foto que
a centrarse en el contenido textual. No obstante, y como suele decirse: para
gustos los colores.
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