Ulysses S. Grant, hacia 1877 (https://www.flickr.com/photos/housedivided/5554367364) |
Durante su segundo mandato (fue
reelegido en 1872) al frente del país, se descubrió un oscuro entramado de
corrupción y tráfico de influencias que involucró a algunos miembros de su
Gobierno y de sus familiares en temas relaciones principalmente con la
construcción de ferrocarriles. Terminada su presidencia en 1877, y con unas
cotas de popularidad bajísimas, decidió emprender, junto a su esposa, el
citado viaje, aunque más que por afán aventurero por la necesidad de poner tierra de por
medio y no regresar hasta que se hubieran calmado un poco los ánimos. Sin
embargo, lo que en principio concibió como un tour privado, como un mero
ciudadano, fue casi imposible, pues la relevancia del personaje hizo que fuese
recibido y agasajado por las más altas instituciones de los países que
visitaba.
Tras estancias en Reino Unido,
Alemania, Holanda, Suiza, Italia, Austria, Rusia, Turquía, Grecia, Egipto,
Polonia, Austria y Francia, llegó a España en el otoño de 1878. Fue recibido en
San Sebastián por D. Emilio Castelar, expresidente de la I República, y en
Vitoria por el Rey Alfonso XII, que lo invitó a asistir a unas maniobras
militares, concediéndole además el título honorífico de Capitán General del
Ejército Español. El 18 de octubre llegó a Madrid y visitó a la Familia Real,
así como diversos museos de la capital, particularmente le interesó el Prado. También
visitó la ciudad imperial de Toledo. El 27 del mismo mes, cruzó a Portugal para
conocer Lisboa, siendo agasajado por los Reyes lusos. Pocos días después volvió
a España y visitó diversas provincias andaluzas como Sevilla, Córdoba, Cádiz y
Granada, donde vio la Alhambra el 20 de noviembre. Tras su estancia en la
ciudad nazarí, llegó a Málaga para embarcarse rumbo a Barcelona en el vapor Laffite.
En su viaje hacia la ciudad
condal tocó puerto en Almería el 24 de noviembre de 1878, aunque no quiso
desembarcar ni tampoco que las autoridades locales subiesen a bordo para saludarlo,
aludiendo a que como viaja de incógnito
quería que «no se le molestase con
ceremonias inútiles ni recepciones ociosas». Poca consideración tuvo el
afamado General unionista de la Guerra de Secesión con Almería, y lo cierto es
que a Grant no le gustó demasiado España, pues, aunque le encantó lo poco de Andalucía que visitó, se
quejó del subdesarrollo que a su juicio tenía nuestro país, resultándole particularmente
incómodo los viajes en tren y se asombró de la nula integridad de la clase
dirigente.
Tras su periplo europeo, marchó a
Asia, regresando de manera triunfal a Estados Unidos en septiembre de 1879. Sin
embargo, el elevado coste de la gira mundial y malos negocios que realizó lo
habían arruinado; sólo con el contrato para la publicación de sus memorias poco
antes de morir en 1885 pudo resarcir su economía.
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