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D. Pedro Berruezo Gerez. Hacia 1906 Col. José Berruezo García Cortesía María Luisa Alías Berruezo |
Este año se han cumplido 110 años
desde que don Pedro Berruezo Gerez comenzara su andadura como Alcalde de
Garrucha allá por el año 1906. Llegó a la Presidencia del Ayuntamiento a una
edad relativamente joven, 34 años, y con unas ganas terribles de trabajar por
el bien del pueblo.
Pertenecía a los
Regeneracionistas de Garrucha emanados tras el Desastre del 98 y supuso en cierto
modo un cambio en las hasta entonces turnistas políticas locales. Era sabia
nueva y procedía de buen árbol, pues conviene recordar que su padre, D. Francisco Berruezo López, fue todo un
prócer liberal de tendencia republicana en el municipio. Precisamente de él
aprendió valores excelsos como patriotismo, abnegación, honestidad u honradez.
Todo ello, unido a una gran vocación de servicio público y filantropía, hizo de
don Pedro Berruezo uno de los políticos garrucheros más importantes y queridos de
la primera mitad del siglo XX.
A lo largo de los 15 años que
estuvo al frente del Ayuntamiento, en diferentes periodos (1906 a 1914, 1916, 1918 a 1923 y 1931), destacó por ser un
Alcalde muy social. Le tocó regir el municipio en una época muy difícil, pues tuvo que bregar con la gran crisis económica y
paro que se originó en Garrucha por la paralización de las actividades
comerciales e industriales como consecuencia de la Primera Guerra Mundial.
Algunas de las medidas populares tomadas bajo su mandato y a su propuesta fueron:
Algunas de las medidas populares tomadas bajo su mandato y a su propuesta fueron:
- La reactivación de obras públicas para mitigar la falta de trabajo.
- Que las familias pudientes de Garrucha socorrieran económicamente a los pescadores y cargadores/descargadores más necesitados, si por motivo del mal tiempo en la mar no podían ganarse el jornal.
- Que el Ayuntamiento se hiciese cargo de la manutención de aquellas familias que hubiesen quedado sin medio de subsistencia debido a la marcha de sus hombres a la Guerra de África y en el caso de ser insuficientes los fondos municipales, se solicitaba la solidaridad de las familias acomodadas de Garrucha.
- También aumentó la plantilla médica para reforzar la asistencia gratuita a los más desfavorecidos.
Su casa, situada en la calle Obispo Orberá, era un
reguero continuo de garrucheros con problemas de toda clase en demanda de la
bondad de don Pedro. Manirroto sin medida, auxilió a todo aquel que le pidió ayuda. En el hall de entrada a su domicilio siempre
hubo unos grandes cestos de esparto con alimentos de primera necesidad para todo
aquel que lo necesitase. Además, costeó muchos pasajes a aquellos padres de
familia que decidieron emigrar a Orán, Argentina u otros lugares en busca del
trabajo que escaseaba en Garrucha. También, cuando el temporal de levante hacía
imposible que los pescadores pudieran faenar durante días y, por tanto,
imposible ganarse su sueldo, remitía a la casa de los marineros una ayuda
económica. Tampoco olvidar que en aquellos años de gran penuria para Garrucha, concedió decenas de préstamos a vecinos necesitados, los cuales nunca jamás reclamó.
Alejado de las tiranías caciquiles
propias de su época, siempre defendió a la clase obrera, erigiéndose motu
proprio como su protector. En 1914 asumió la Presidencia de la Unión Obrera, un
importante sindicato garruchero de cargadores
y descargadores de mar y tierra. Como Presidente de esta Sociedad trató enérgicamente de mejorar las condiciones morales y materiales de los obreros,
así como de velar porque en los trabajos y faenas en que se ocupasen se les
considerase y se les pagase en la forma y cuantía que merecían sus esfuerzos y
sacrificios. También procuró establecer centros de instrucción para fomentar el
desarrollo intelectual de los trabajadores y proporcionar enseñanza gratuita a
los hijos de los mismos. Asimismo, siempre facilitó a todo obrero que lo
necesitase médico, medicinas y alimentos en las enfermedades que pudiesen
sufrir ellos o sus familiares.
Sin lugar a dudas fue un hombre
muy querido en la Garrucha de su época, cuyo eco hasta hace no mucho tiempo perduraba entre los más
mayores del pueblo. Filántropo en mayúsculas, pudo aumentar sus años como
Alcalde, aunque los vaivenes políticos y su elevado sentido democrático se lo impidieron. No colaboró con la Dictadura
de Primo de Rivera, por lo que fue defenestrado de la Presidencia del Ayuntamiento en 1923; la II República lo apartó del poder pues lo tachó de “viejo Alcalde
monárquico” pese a haber ganado limpiamente las elecciones de abril de 1931 y haber tomado posesión como el primer Alcalde de la naciente República, a la que reconoció; en la Guerra Civil estuvo a punto de ser asesinado por la sinrazón de algunos exaltados milicianos, después de toda una vida dedicada a ayudar a la clase obrera; y no quiso saber nada del Régimen Franquista cuando intentaron
reponerlo al frente del Ayuntamiento en 1939. En tan duros momentos, todavía el noble don Pedro Berruezo daría muestras de su generosidad y ausencia total de rencor pues llegó a testificar a favor de un vecino, que fue Alcalde comunista de Garrucha y miembro del Comité Revolucionario durante la Guerra, para evitarle la pena de muerte.
Persona de gran prestancia, una de las últimas frases que dijo poco antes de morir en 1952, y que refleja su talante democrático, fue: “La mejor forma de gobierno para un pueblo civilizado es la democracia”.
Persona de gran prestancia, una de las últimas frases que dijo poco antes de morir en 1952, y que refleja su talante democrático, fue: “La mejor forma de gobierno para un pueblo civilizado es la democracia”.
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Vista del Ayuntamiento de Garrucha en la época en la que D. Pedro Berruezo fue Alcalde. Primer tercio del siglo XX
(Extraída de reedición Historia de Garrucha. Edición: Juan Grima Cervantes)
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