Trasatlántico italiano "Sirio" |
El 4 de agosto de 1906 tuvo lugar
una de las mayores catástrofes marítimas ocurridas en el litoral español. El
trasatlántico italiano “Sirio” naufragó frente a la costa del cabo de Palos
(Cartagena) dejando un trágico balance de muertes que consternó a la Europa de
su tiempo.
El Sirio era un formidable buque de
115 metros de eslora que había sido botado en Glasgow (Escocia) en 1883. Era
propiedad de la Compañía General de
Navegación Italiana desde 1885 y cubría la ruta transoceánica de Génova a
Buenos Aires.
En el fatídico verano de 1906 el
vapor partió del puerto de Génova, a su bordo iban más de 5 centenares de
pobres emigrantes italianos en busca de una vida mejor en América. En su
travesía, el navío recaló en los puertos de Barcelona y Alcira
(Valencia), donde recogió a más de 200 emigrados españoles.
Como los trasatlánticos de su
tiempo, el Sirio estaba dividido en tres zonas: Primera, segunda y tercera clase. Los de la lujosa primera
clase iban situados en la popa del buque, los de segunda disfrutaban de sus
comodidades cerca del puente de mando y los de tercera viajaban hacinados y en paupérrimas
condiciones en la zona interior del buque. Se estima que alrededor del 90% del
pasaje era de tercera clase. Por esto, algunos investigadores lo han bautizado trágicamente como "El Titanic de los pobres".
El Sirio era capitaneado por el
veterano marino Giuseppe Piccone, de 68 años, con una gran experiencia en la
ruta trasatlántica y del que se decía que este era su último viaje. Sin
embargo, su excelente reputación pronto iba a cambiar.
Tras su periplo en el levante
español, el buque, cargado de sueños y miseria, puso rumbo a Águilas (Murcia),
donde recogería también un considerable contingente de almas con destino Buenos Aires (Argentina). Sin embargo, a
las 4 de la tarde del fatídico 4 de agosto, mientras el Capitán descansaba en
su camarote, el Sirio impactó contra el Bajo de Fuera de las Islas Hormigas en el Cabo de Palos (Cartagena). El choque provocó que las calderas del vapor
explotasen, causando innumerables muertes, hundiéndose rápidamente de popa el
trasatlántico. El Capitán Piccone y la oficialidad, en shock por la catástrofe,
subieron a un bote y abandonaron al pasaje y resto de la tripulación a su
suerte.
Naufragio del Sirio, agosto de 1906. |
La escena era dantesca, como relató
uno de los supervivientes: “Iba en mi
camarote de primera clase escribiendo una carta, cuando una fuerte sacudida me
tiró al suelo y una gritería inmensa me hizo conocer que alguna terrible
desgracia había ocurrido. Pronto supe que habíamos chocado contra unas rocas
submarinas. Dolorido del golpe que al caer había recibido, subí casi a rastras
sobre cubierta, y el cuadro aterrador que se presentó a mi vista perdurará en
mi memoria por muchos años que viva. El buque se sumergía de popa rápidamente;
los pasajeros corrían como locos, dando gritos de terrible angustia, llorando
unos, maldiciendo otros y todos llenos de terror. Esto fue causa de que se
cometieran escenas de verdadero salvajismo. Peleábanse entre sí, hombres y
mujeres, por los salvavidas; pero a patadas, a puñetazo limpio, con uñas y con
dientes. Hasta vi algunos esgrimiendo cuchillos”. La mayoría del pasaje,
pobres hombres, mujeres y niños no sabían nadar, por lo que las escenas de
terror y agonía eran indescriptibles.
Dentro de la gravedad de lo
ocurrido, al producirse relativamente cerca de la costa, muchos náufragos
pudieron ser rescatados, ya que diversas embarcaciones y los formidables
pescadores de Palos se dirigieron prestos a socorrer al pasaje del Sirio. Cabe destacar la heroica actuación de Vicente Buigues, patrón del pailebote "Joven Miguel", que rescató a más de 400 naúfragos. Como dijo
posteriormente el Ministro De la Cierva: "Estos hombres rudos, ancianos, algunos octogenarios, tienen el
corazón muy grande, hecho para el mar. Y sin que nadie los estimulara armaron
sus frágiles barcos y a volar, apoyándose en los remos. Era el viento contrario
y dificultaba el avance, pero con él lucharon... A salvarles marcharon los
hombres y mujeres, la colonia entera, pronta a cumplir sencillamente nuestros
deberes".
Cadáveres procedentes del naufragio del Sirio en Cartegena |
El triste naufragio dejó el
balance de 283 fallecidos de
los cerca de mil pasajeros del trasatlántico italiano, según fuentes del Ministerio de Marina. Este desastre marítimo
sigue siendo inexplicable, ya que no se entiende como el Capitán tomó la
lamentable decisión de dirigir la ruta del barco entre el cabo y las islas,
sabiendo el riesgo de los bajos de esa zona y que un faro, construido en 1864,
advertía del peligro.
La villa de Garrucha, a más de
100 km del desastre, fue testigo de la desgracia del aciago buque. Días
posteriores al naufragio del Sirio, el mar llevó a la costa garruchera y otras
localidades del levante almeriense restos de la catástrofe. El Alcalde D. Pedro
Berruezo Gerez notificó al Gobernador que había llegado a Garrucha un bote y diversos enseres. Además, un mes después del hundimiento del trasatlántico apareció en la playa de Garrucha el cadáver de una mujer en avanzado estado de descomposición, por lo que se supuso que era una de las víctimas del desdichado buque.
La Crónica Meridional (Almería, 11/8/1906) |
La Crónica Meridional (Almería, 9/9/1906) |
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