Ilustración del asesinato en Sarajevo del Archiduque Francisco Fernando de Austria en 1914. |
La mañana del 28 de junio de 1914
fue para Garrucha como cualquier otra de aquellos primeros días de verano; sin
embargo, a algo más de 2000 kilómetros de distancia ocurrió un fatídico hecho que
cambiaría su Historia para siempre. El asesinato en Sarajevo del heredero al
trono Austro-húngaro, Francisco Fernando de Austria, detonó una cruenta guerra
europea, conocida como Primera Guerra Mundial (1914-1918), que provocó millones
de muertes y cambió por completo el mapa territorial y político de Europa. Las
consecuencias derivadas del conflicto armado, en el que España fue neutral, y
su posguerra arrastrarían al municipio del levante almeriense a un declive
económico y demográfico sin precedentes.
En Garrucha se vivió el conflicto
bélico con exaltación, como en buena parte del país. La cosmopolita y rica
villa de principios de siglo XX, llena de destacados comerciantes,
industriales, políticos, inversores extranjeros y vicecónsules de los países
beligerantes, se dividía entre germanófilos y francófilos. Acaloradas
discusiones políticas tenían lugar por doquier en el municipio. A este respecto
recogió la prensa local:
Desde
que comenzó el conflicto europeo, todas las conversaciones giran en torno de la
guerra, pudiendo decir que estamos aquí más en la guerra que los mismos
franceses y alemanes.
En
los casinos, en los paseos, en todas partes no se oyen más que comentarios de
batallas, planes militares, tomas de plazas fuertes, avances y repliegues,
trofeos; en una palabra, que parece que estamos en el verdadero campo de
operaciones.
Hay,
como es consiguiente, unos, acérrimos partidarios de los franceses, y otros, de
los alemanes. Los primeros suponen que Joffre está próximo a Berlín, y los
últimos aseguran que el día menos pensado, el Kaiser se tomará una cerveza en
las cúspides de los Pirineos.
Con
esta diversidad de pareceres, la guerra ha llegado a internarse hasta en las
propias casas, en donde se desarrollan escenas de padres que amenazan a sus
hijos con arrojarlos del hogar, si no se vuelven alemanes; mujeres francesas
que en el calor de la discusión llaman a sus esposos animales por la semejanza
que tiene esta palabra con la de los alemanes; otros que dicen que los alemanes
son más prácticos y no quieren nada que se parezca a los franceses; algunas que
han puesto el veto a sus maridos si no se tornan franceses; […]
(El Porvenir, Garrucha, 21 de
septiembre de 1914)
Entre ese clima belicista de
salón, también hubo voces contrarias a la guerra, como demuestra el siguiente
artículo publicado en un periódico garruchero:
En
nombre de la Patria se acometen unas naciones que se llaman civilizadas, a
otras para destruirse, con el ansia loca de ensanchar un poco su territorio
patrio.
Ensanchar
sus fronteras, ensanchar su radio de acción económico y social, y sembrar la
muerte y la desolación en la Patria vecina, antes próspera y feliz.
He
ahí el ideal supremo de los Césares.
Ensanchar
sus dominios por la razón o la fuerza, con perjuicio inmediato de los del
vecino.
¡Cuándo
llegará el día en que todos los hombres reconozcan que las fronteras sólo
sirven para crear ese odio al patrio solar vecino, que tantas catástrofes han
producido a la humanidad, y tomen el acuerdo humanitario de que todas las
patrias del planeta Tierra sean una sola Patria, y que todos los habitantes del
globo terrestre queden unidos por los sacrosantos lazos del amor fraternal al
semejante! […]
(El Porvenir, Garrucha,
1/11/1914)
D. Pedro Berruezo Gerez. Hacia 1915 Col. José Berruezo García |
A nivel político, la Garrucha de
1914 a 1918 fue muy convulsa. Conservadores y liberales reformistas se
disputaron las riendas del gobierno municipal. Acusaciones, intrigas, coacciones,
revanchismo y ataques políticos tenían cabida en un clima exaltado y muy
politizado. Las clientelas en Garrucha de los Diputados Giménez (conservador) y
Barcia (liberal-reformista) peleaban por hacerse con el poder; así pues en los
cuatro años que duró el conflicto armado hubo 5 Alcaldes: D. Pedro Berruezo
Gerez (1914, 1916, 1918) D. Francisco Fuentes Caparrós (1914), D. Martín García Cánovas (1914, 1915, 1916,
1917), D. Luis Bravo Castro (1914) y D. Marcos Galindo Núñez (1916).
Una prueba de estas luchas
políticas la podemos ver en el telegrama que remitió al Gobernador Civil buena
parte de la oposición al gobierno conservador de Garrucha en las elecciones
municipales de noviembre de 1915:
Con
motivo de lucha electoral llévanse a cabo por autoridad local y sus agentes
repetidas coacciones y atropellos contra pacíficos y honrados vecinos de este
pueblo, rogamos a Vs. ponga coto a este estado de cosas haciendo cesen cacheos
y ultrajes a personas dignísimas y evite días de luto a este honrado
vecindario. Suplicamos a Vs. interponga su suprema autoridad para que renazca
la tranquilad entre estos honrados vecinos. Fdo: José Fuentes, Telesforo
Segura, Francisco Berruezo Gerez, Francisco Segura, Diego Morales, Vicente
Martínez, Pedro Berruezo, José León, Francisco León.
A lo que contestó el Gobernador
que no se consentirían extralimitaciones ni arbitrariedades y que se le
advertiría al Alcalde de Garrucha de que si no actuaba de acuerdo con la Ley se
le haría responsable de todo cuando aconteciese.
La Primera Guerra Mundial ocasionó un fortísimo impacto en la economía garruchera. Los
países beligerantes en la Gran Guerra que tenían altas inversiones e intereses
económicos en el levante almeriense cesaron su actividad. Garrucha, basada
principalmente su economía en la exportación nacional e internacional de
productos agrícolas y mineros, se vio arrastrada a la crisis global y se
originó un terrible paro obrero, que desencadenaría una fuerte emigración y
miseria, ya que la economía basada en la pesca resultaba
insuficiente.
En un intervalo muy corto de
tiempo, centenares de trabajadores se quedaron sin forma de ganar su jornal
diario. La crisis se vio aún más
acrecentada por la inexistencia de las infraestructuras necesarias para paliar
la dañada economía garruchera, como eran la Canalización del Almanzora, la
construcción del muelle o del ferrocarril de Lorca a Almería. Medidas
redentoras todavía no ejecutadas y solicitadas con tesón agónico a lo largo del
último tercio del siglo XIX.
Toda esta sinergia de
acontecimientos fatídicos provocó la aparición de uno de los grandes males de
la humanidad: el Hambre. El llamado Hambre del 15 fue una de las grandes
tragedias que asoló a la clase obrera en la Garrucha de su tiempo.
EL HAMBRE EN GARRUCHA
Día
por día se hace más insostenible la horrorosa situación de este pueblo, que
perece víctima de la más grande de las calamidades: del hambre y la más
espantosa miseria colectiva. Si muy pronto no se atienden por el Gobierno las
inaplazables necesidades de estos pacíficos y laboriosos vecinos, este pueblo
tendrá forzosamente que desaparecer, porque sus habitantes nos veremos
obligados a buscar donde sea los necesarios medios para poder vivir, y otros,
sin duda alguna, sucumbirán en la terrible lucha por la existencia que estamos
sosteniendo.
Nuestra
necesidad es apremiante; hemos llegado al periodo álgido de nuestra desdicha, y
si el remedio no llega con la rapidez que se necesita, por el estado agónico en
que nos encontramos, la población de Garrucha irremediablemente dejará de
existir.
Sin
hipérbole alguna puede afirmarse que nuestros obreros se mueren de hambre; y
que ninguna región española se encuentra hoy en tan aflictiva situación como
esta abandonada comarca levantina almeriense, que vivía de la exportación de su
riqueza agrícola y minera, y que está paralizada desde que comenzó el vértigo
guerrero mundial.
En
esta región que hemos dicho varias veces, que no tiene nada, que carece de
todo, que Almería es la de todas las provincias españolas, la que menos
kilómetros de ferrocarril tiene; que la Naturaleza nos ha dotado con un suelo
de magnífica riqueza y, en cambio, no han sabido o no han querido aprovecharse
de él los hombres españoles; consintiendo que nuestra explotada riqueza fuese a
poder de los extranjeros, y que hoy por el abandono suicida de nuestros representantes
públicos han condenado a esta región a morir de hambre.
Estos
pueblos levantinos que agonizan necesitan urgentemente para conjurar la
situación presente y para su porvenir, la construcción inmediata de vías de
comunicación y canales de riego que fertilicen nuestros yermos campos, faltos
del precioso líquido fecundizante que en abundancia tenemos y dejamos perder
estérilmente por carecer de los necesarios cauces.
En
esta comarca existen grandes obras que hay necesidad de acometer, atendiendo a
la reconstrucción interior de nuestro suelo, de donde depende la salvación, el
engrandecimiento de nuestra querida Patria.
Aquí
tenemos por construir varios ferrocarriles, entre ellos, el que desde hace
tiempo venimos solicitando de Zurgena a Garrucha, la canalización del río
Almanzora, construcción y reparación de algunas carreteras y caminos vecinales
y el muelle de este puerto.
Realizadas
en plazo breve todas esas obras, esta región que agoniza, sería próspera y
feliz, de lo contrario, tendrá el Gobierno el sentimiento de certificar la
defunción de estos desgraciados pueblos levantinos.
¡Qué
triste es ver a las laboriosas poblaciones acabar devorada por el hambre!
Nuestro
Gobierno tiene el sagrado deber de atender con paternal cariño a estos
desgraciados pueblos españoles que sufren el azote cruel del infortunio
inmenso, y proporcionarnos medios de vida decorosos, donde el obrero pueda sin
humillación, ganar cotidianamente el pan necesario para los suyos.
Ahora
más que nunca, es indispensable la reconstitución interior de España, porque
hay que dar empleo inmediato a los millones de españoles que se están muriendo
de necesidad.
La
situación de Garrucha es desesperada, sin trabajo para los obreros, ni dinero
para socorrerlos, y los artículos de primera necesidad a precios exorbitantes.
¡Quién
podrá llegar al fin de esta horrible jornada para poder contarlo!
¡Pobre
Humanidad, que imperfecta eres!
MARCO
(El Porvenir, Garrucha, 11 de
abril de 1915)
El Defensor de Almería (Almería, 11 de noviembre de 1916) |
En 1916 y 1917 Garrucha fue testigo de la virulencia del conflicto que estaba desangrando a Europa. Frente a su costa fueron hundidos, por submarinos alemanes, buques mercantes. La fama europea que tenía la villa como puerto exportador de metales
ansiados en la guerra, como el hierro, y su conocida ruta marítima provocaron que, a lo largo de la contienda
bélica, submarinos alemanes patrullaran el litoral levantino en busca de navíos
a los que interceptar y torpedear. Este evidente peligro, unido a otros
factores, dio lugar a la consabida paralización de la actividad minera en la
región.
Los buques hundidos en 1916 eran el Tripel y el Treja,
de bandera noruega y danesa respectivamente. El Tripel transportaba 3026
toneladas de hierro colado, 31 toneladas de anclas, 925 barras de acero y 1460
rails usados. El Treja, por su parte, llevaba a su bordo 2167 toneladas de
carbón. Ambos vapores fueron interceptados frente a la costa de Garrucha por los submarinos alemanes y éstos
comunicaron a los capitanes de los mercantes su intención de echar a pique
ambos cargueros, por lo que la tripulación, en botes, no tuvo más remedio que evacuar y arribar a la costa. La
tripulación del Tripel desembarcó en Villaricos, mientras que la del Treja lo
hizo en Garrucha. En ambos casos fueron diligentemente atendidos por el
Vicecónsul Noruego en Garrucha, don Simón Fuentes Caparrós. De dicho
acontecimiento dio cuenta al Gobernador Civil el Alcalde de Garrucha D. Pedro
Berruezo Gerez.
De manera similiar, en abril de 1917 la goleta inglesa "M. Morris" fue torpedeada por un submarino a 20 millas de la costa garruchera. La tripulación logró llegar a Garrucha en un bote, donde fue atendida por el vicecónsul inglés en el municipio. Asimismo, un mes más tarde un vapor español llevó a Garrucha a cuatro náufragos ingleses, cuyo buque había sido torpedeado en el Cabo de Palos.
En todos los casos el pueblo de Garrucha se volcó en atender y prestar el auxilio necesario a los infortunados marinos, dando muestras una vez más de su hospitalidad y abnegación.
En todos los casos el pueblo de Garrucha se volcó en atender y prestar el auxilio necesario a los infortunados marinos, dando muestras una vez más de su hospitalidad y abnegación.
[Continuará]