martes, 29 de diciembre de 2015

Historia antigua de Garrucha X


Vista panorámica de Garrucha hacia 1900. Fotógrafo: F. de Blain
(http://www.portalmanzora.es/a/modules.php?name=coppermine&file=displayimagepopup&pid=6217&fullsize=1)

Se transcribe el décimo y último artículo de la serie comentada en la entrada Historia antigua de Garrucha I:

LA TORRE DE LA GARRUCHA
A Bernardo Berruezo
Desesperados los mojaqueros volvieron a la carga presentando un escrito furibundo contra la sentencia de 21 de Mayo de 1562, que mandó se respetara el laudo dictado en tan memorable Torre el 20 de Enero de 1517, y alegaron: que el fallo era injusto por cuanto el aditamento que tenía se había pronunciado sin pedimento de parte, y sobre lo que no se hallaba pretendido por ninguno de los litigantes, lo cual era notoria nulidad en derecho; que de ninguna manera querían tener concordia con Vera; que el derecho no obligaba a nadie a estar perpetuamente en comunidad con otro, por ocasionar esto muchas diferencias y debates, porque el pedazo de término de la Torre de la Garrucha sobre que se había hecho concordia era de Mojácar; en una palabra, que no querían ninguna clase de hermandad con Vera, y a todo trance deseaban quedase sin efecto la sentencia laudal de los amigables componedores.
Dado traslado de esta nueva demanda a Vera contestó este pueblo por medio de su Procurador, que puesto que Mojácar no quería su buena amistad, que desde luego se revocase la sentencia.
La Audiencia de Granada, por auto de 25 de Junio del año 1566, dijo: «Que mandaban y mandaron se dé a la parte de la ciudad de Vera carta ejecutoria de S.M. de las sentencias definitivas de vista y revista en este pleito por los dichos Señores pronunciadas, para que sean cumplidas y ejecutorias como en ellas se contienen, sin embargo de lo dicho y alegado por la dicha ciudad de Mojácar.»
La ira de los mojaqueros ante esta resolución subió de punto. Nada adelantaron con sus repetidas súplicas; la Audiencia veía entre estos dos pueblos vecinos una gran rivalidad de antiguo, y nada mejor para suavizarla y que con el tiempo desapareciese, que obligarlos a pasar por lo que sus vecinos acordaron en la Torre. Pero a los mojaqueros no les bastaban razones, y recurriendo contra este auto, la Audiencia dictó otro en 2 de Agosto de dicho año 1566, mandando que se estuviera a lo acordado en el anterior, y que ambos pueblos respetaran siempre el laudo dictado por los amigables componedores Francisco de Godoy, Rodrigo de Carrión y el honrado Pedro de Campuzano.
Con esto terminaron aquellos pleitos ruidosos, vino la calma, mejor dicho el cansancio entre estos dos pueblos, se ejecutorió lo mandado por la Audiencia de Granada, y todo pasó a la historia, recordándose en muchas ocasiones que la Audiencia y el Juzgado de Vera para solucionar estas diferencias emplearon cincuenta años, para venir a decir, cuando ya no había fuerzas en los litigantes, que no encontraban solución mejor que la que dieron los amigables componedores.
Si los de aquellos años levantaran la cabeza y vieran en lo que hoy está convertida la tan codiciada Marina, objeto de sus pleitos, grande había de ser su sorpresa. Antes árida la Marina, casi un desierto, visitada únicamente por pastores; ahora sitio hermoso cruzado por deliciosos jardines en donde se levantan suntuosos palacios y se siente el silbato de la locomotora, signo elocuente de nuestro progreso; antes, tierra improductible, hoy, gracias a los adelantos de la agricultura y a la iniciativa individual, vemos allí cómo se gasta el oro, dando de comer a cientos de braceros, haciendo grande plantaciones, que el día de mañana todo ello ha de rendir pingües beneficios.
¡Quién sabe lo que será la Marina dentro de cien años! Quizás, quizás sea un segundo Niza. A ello se presta, dicho por muchos extranjeros que la han visitado, su clima incomparable, su suelo y sus bellezas. Con razón, mojaqueros y verateneses lucharon tanto por ella; con razón acordaron que fuera para ambos pueblos los amigables componedores que dieron su laudo el 20 de Enero del año 1517 en la histórica Torre de la Garrucha.
Rudericus

(El Eco de Levante, Garrucha, 12 de marzo de 1902) 

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