En 1854 era apenas un crío de 13
años cuando ya vio en su casa iniciarse los movimientos independentistas de
Garrucha respecto de Vera, en los que participó, como se sabe, activamente la familia Berruezo. Fue testigo,
por tanto, de primera fila de todos los acontecimientos que supusieron la
conquista de la independencia de Garrucha como municipio en 1861. Y cómo su
tío, el gran Don Manuel Berruezo Ayora, asumía la Presidencia del primer
gobierno constituido en Garrucha. Dando comienzo así a una vinculación total
por parte los Berruezo a los destinos del naciente municipio. Siguió los pasos de su tío Don
Manuel y no tardó en adentrarse en el mundo de la política.
Para abordar la figura política
de Don Francisco Berruezo López existe un inconveniente y es que la principal
fuente para conocer su bagaje, las Actas Capitulares de 1870-1889 han sido
extraviadas. El historiador D. Juan Grima Cervantes apunta en su obra “Memoria Histórica, Fotográfica y Documental
de Garrucha (1861-1936) Volumen II” que debieron perderse estos legajos entre
1920 y 1965, ya que en la primera fecha mencionada los escritores, Don Ramón Cala López y
Miguel Flores González-Grano de Oro, los consultaron para la elaboración de su obra Historia de Garrucha y en 1965 hay
constancia en el Ayuntamiento de que ya no se conservaban las Actas Capitulares
de 1870-1889, al no poder atender la petición de una familia que solicitó
información sobre un familiar que residió en Garrucha en esos años. Quizás en
un futuro lleguen a aparecer. No obstante, existen otras fuentes alternativas
que sirven para ayudarnos a comprender su faceta política vinculada a Garrucha.
Estas son el libro Historia de Garrucha,
editado en 1921, la prensa de la época, el Boletín Oficial de la Provincia de
Almería y el Anuario de comercio, de la Industria, de la magistratura y de la
administración, que se publicaba en Madrid en esta época.
En el terreno político, Don
Francisco Berruezo López siempre fue de ideología liberal.
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D. Emilio Castelar y Ripoll |
En septiembre de 1876, invitado
por Don Juan Anglada, Diputado a Cortes por el distrito de Vera, pasó unos
afables días en Garrucha el expresidente de la I República Don Emilio Castelar.
Semejante visita, que ha pasado desapercibida en la Historia de Garrucha, supuso
una enorme expectación en Almería y el levante almeriense. Sin lugar a dudas, conocer personalmente a Don
Emilio Castelar, el Verbo de la República, influyó decisivamente en el pensamiento político de Don
Francisco Berruezo López, lo que le haría avanzar con el tiempo desde las
filas liberales hacia las del buen entendido republicanismo posibilista de
Castelar.
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Nota de La Crónica Meridional (Almería, 13/9/1876) |
Se tiene constancia gracias al Anuario-almanque del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración de que en el año 1879 el Alcalde de Garrucha era Don Francisco Berruezo López. Sin embargo, el libro Historia de Garrucha publicado en 1921 y algo impreciso en su relación de regidores comenta que también lo fue en ese año de 1879, Don Sebastián Segura Carrasco. Dicho sea de paso D. Sebastián era consuegro de Don Francisco Berruezo López, al estar casado su hijo D. Pedro Berruezo Gerez con Doña Laura Segura Cayuela. Sea como fuese, bajo la presidencia de uno u otro, que al fin y al cabo eran familia, lo cierto es que el Ayuntamiento de Garrucha declaró gratuita y obligatoria la Enseñanza Primaria, como se preceptuaba en la Ley de 9 de Septiembre de 1857, siendo al parecer el primer municipio de Almería que lo hacía, según noticia del periódico de Almería La Crónica Meridional, a fecha 4 de octubre de 1879:
Por
el Sr. Alcalde de Garrucha se ha publicado un bando, haciendo saber que en
dicha localidad se ha declarado gratuita y obligatoria la enseñanza, en armonía
con lo que se preceptúa en la vigente Ley de 9 de Setiembre de 1857, para cuyo
fin se ha consignado en el presupuesto municipal la cantidad de quinientas
pesetas por compensación de las retribuciones que debieran satisfacer los niños
no pobres.
Para
asegurar el cumplimiento de tan útil medida, se han indicado las siguientes
disposiciones:
1ª.
En el improrrogable término de 20 días que concluirán en 20 del próximo
Setiembre, los padres de los niños de seis a once años de edad, justificarán en
esta Alcaldía, por medio de una manifestación escrita del Profesor titular de
primera enseñanza, la circunstancia de proporcionarles la instrucción primaria
elemental que hace obligatoria el art. 7º de la Ley citada de 9 de Setiembre de
1857.
2ª.
Al partir desde el 20 de Setiembre próximo, los padres que dejen de cumplir la
prevención contenida en el párrafo anterior, incurrirán en la multa de cinco
pesetas por cada mes que trascurra hasta que lo verifiquen.
3º.
Desde la misma fecha se impondrán por mi autoridad a los padres de los que
concurran a la escuela pública por la falta de asistencia que sin causa
justificada cometan en cada mes, las multas que expresa la escala proporcional
que sigue:
Número de faltas
|
Multas (Pesetas)
|
Hasta 3 días
|
0,5
|
Hasta 6 días
|
1
|
Hasta 9 días
|
1,5
|
Hasta 12 días
|
2
|
Hasta 15 días
|
2,5
|
Hasta 18 días
|
3
|
Hasta 21 días
|
3,5
|
Hasta 24 días
|
4
|
Hasta 27 días
|
4,5
|
Hasta 30 días
|
5
|
Digno
de todo elogio es el acertado acuerdo del ilustrado Ayuntamiento de Garrucha,
que debiera ser imitado por todos los de la provincia, como el más seguro medio
de organizar la enseñanza en las escuelas y hacer beneficiosos resultados. Ya
está demostrado que no es tan ardua tarea la empresa, como por la generalidad
se juzga; ¿por qué no se sigue este camino en las demás poblaciones?
(La Crónica Meridional, Almería,
4 de octubre de 1879)
En la década de 1880 Don Francisco Berruezo López se vinculó fuertemente a la política local, fue concejal, regidor síndico y Alcalde de 1887 a 1889. De su labor como máxima autoridad del gobierno municipal destaca su gestión en la organización para la constitución de la Junta General Gestora del ferrocarril de Calasparra a Almería, su impulso hacia la construcción del cable aéreo para el transporte de mineral desde el Pinar de Bédar a Garrucha y su actuación principal en el escrito que se remitió en 1888 al Ministro de Fomento para la construcción de un necesario puerto en Garrucha, aunque por los avatares históricos no comenzó la obra hasta 1931. Asimismo, durante su mandato, el 28 de mayo de 1888 y el 29 de abril de 1889 se cedieron terrenos del Ayuntamiento para la construcción de la Caseta de Sanidad y la primera Caseta de Salvamento de Náufragos. Su participación en el asunto del ferrocarril y de la minería se abordará en próximas entradas.
Aunque en los años sucesivos
no volvió a la Alcaldía, siguió teniendo una posición preponderante en la política local. Así, tras
el Desastre del 98 reafirmó su posición en el liderazgo del republicanismo de
Garrucha. Participó junto a su amigo, el veterano político y anciano D. Enrique
Calvet en la reorganización del partido para la constitución de la Junta
Directiva de la llamada Unión Republicana en 1902.
Conviene hacer un inciso para situar el contexto histórico. Como
ya se comentó en la reseña biográfica de Don Bernardo Berruezo Gerez, el
llamado Desastre del 98
originó una opinión crítica con la Restauración Monárquica y el turnismo
político liberal-conservador. Este sentimiento fue muy acuciante en Almería,
provincia tradicionalmente deprimida y donde los pueblos estaban condenados a
sufrir la miseria y el abandono por parte del Gobierno Central.
El asesinato de D. Antonio
Cánovas del Castillo en 1897 y la muerte de D. Práxedes Mateo Sagasta en 1903
dieron término a un siglo, a un sistema de turnismo entre conservadores y
liberales, iniciado en 1875, que fue exitoso en su momento y que sus sucesores
continuaron no con demasiado éxito ante los nuevos problemas políticos,
económicos y sociales de España. El terrorismo anarquista, el fulgurante
socialismo, las manifestaciones obreras, las crisis económica y política, y la
Guerra de África fueron las principales causas que abatieron la España del
primer tercio del siglo XX. El asesinato de diversos presidentes del Gobierno
como Cánovas, Canalejas o Dato hizo naufragar la estabilidad política del país,
que con el turnismo político fue incapaz de navegar ante las dificultades que
se le presentaron a la nación; la sinergia de todo esto provocó la irrupción de
D. Miguel Primo de Rivera y el inicio de la Dictadura en 1923.
Ante todo esto, el movimiento regeneracionista de Garrucha,
del que era partícipe y promotor el veterano y sabio Don Francisco Berruezo
López junto a su hijo Don Bernardo, renegaron de la España de la Restauración
Borbónica y abrazaron el republicanismo como la única fórmula capaz de hacer
resurgir España y llevarla al concierto de los países más desarrollados y
progresistas, en general, y, en particular, como la mejor opción para la redención de Garrucha, que había iniciado una progresiva decadencia económica.
Los republicanos de España,
dispersos y divididos fueron llamados a la gran unión de fuerzas que convocó el
veterano y expresidente de la I República Española, D. Nicolás Salmerón, bajo
el partido político Unión Republicana
en 1902. Los republicanos de
Garrucha, entre los que se encontraban Don Francisco y su hijo, Don Bernardo
Berruezo, fueron partícipes principales en la reorganización del partido en el levante almeriense en 1902.
Reunión republicana
Convenidos algunos
republicanos de este pueblo, celebraron el domingo último una reunión para
designar su Comité o Junta Directiva, contribuyendo así a la reorganización del
partido en esta provincia, que se está operando ahora por iniciativa de los
elementos de la Unión Republicana de Almería.
Este Comité ha quedado
constituido en la siguiente forma:
1)
Presidente: D. Enrique Calvet
y Lara
2)
Vicepresidente: D. Francisco Berruezo López
3)
Tesorero: D. Marcos Giménez
4)
Vocales: D. Bernardo Berruezo, D. Cándido González, D. Miguel Martínez, D.
Ricardo Guevara, D. Manuel González y D. Pedro Gea.
(El Eco de Levante,
Garrucha, 16 de septiembre de 1902)
El 24 de septiembre de 1902
llegó Don Nicolás Salmerón a Almería, diversos actos y banquetes hicieron en su
honor sus correligionarios, donde haciendo uso de su retórica, el celebre
orador pronunció discursos en pos de la causa republicana como regeneradora de
España. Don Pedro Gea, redactor de El
Eco de Levante, escribió en Garrucha el siguiente artículo al respecto:
SALMERÓN
Ha llegado a Almería el ilustre expresidente de la República.
Luchando el pueblo almeriense, en su desarrollo y en su aspiración al progreso,
con el caciquismo, producto híbrido del oscurantismo y de la libertad, llega
allí el sabio demócrata como una esperanza de salvación, y ante su venerable
figura, en cuya frente augusta resplandecen a un tiempo la verdad, la austeridad
y el talento, se suspenden las luchas mezquinas, se deponen los odios, y todos
sin excepción, se descubren con respeto a su paso y le aclaman con júbilo.
Almería, sojuzgada por la majestad
del sabio, dirige hacia él su mirada anhelante, como demandándole su redención.
Los buenos, los laboriosos, los patricios esperan justicia; los malos, los
malversadores de la hacienda pública, los holgazanes, los falseadores de las
leyes, los opresores del pueblo esperan perdón.
Salmerón, inmaculado llega a Almería, su tierra natal. Vuelve allí a la
vida pública, después de un largo y forzado silencio, durante el cual la patria
ha sufrido grandes desastres y está amenazada de mayores peligros por los
desaciertos de sus gobernantes, que han quedado desprestigiados por su
|
Don Nicolás Salmerón y Alonso |
torpe
gestión. Muerto el jefe del partido conservador e inhabilitado por los años el
del partido liberal, ambos partidos están llamados a desaparecer, destruidos
por las rencillas de sus prohombres, y arrumbados por los nuevos vientos
purificadores político-económico-sociales que ya soplan en la moderna Europa.
Muertos también aquellos buenos patriotas que como Pi, Figueras, Castelar y
otros, no lograron ver arraigados sus ideales, sólo queda Salmerón, como único
capaz de sacar a nuestra patria de su postración.
Se ha dicho ha poco que Almería podía ser la Covadonga de la Marina, pero
hay algo más importante que la reconquista de nuestro poderío naval: la
redención nacional. Y para eso sí que tiene Almería su D. Pelayo.
Hay que purificar la Administración Pública; hay que suprimir tanto
despilfarro, para economizar dinero con que hacer buenos edificios para
escuelas públicas, en que se instruya al pueblo, y suprimir el odioso y
desmoralizador impuesto de consumos que veja al pobre y arrebata al obrero una
buena parte de su jornal. La ignorancia y los consumos son las dos grandes
plagas de la Nación, por las cuales vive y se desarrolla el parasitario
caciquismo. Hay que reformar la administración de justicia, introduciendo,
entre otras mejoras, la de que sean gratuitos para el bracero los
procedimientos en las reclamaciones por débitos de su salario. Hay que dar
nuevo ambiente y nuevas orientaciones a la vida patria.
A él, a nuestro gran Salmerón, parece estar reservado dar el impulso que
nos ha de sacar del cautiverio de los Faraones, sin que necesitemos para ello,
ni pasar el mar Rojo, ni caminar por el desierto. Aquí está nuestra tierra
prometida, y si es que nos falta vigor para sacudirnos los ambiciosos y
aduladores, él nos alentará para ello con la vara mágica de su poderoso genio.
Sólo se necesita que él mande y nosotros obedezcamos.
De aquella pléyade de varones ilustres que aparecieron al calor de la
revolución del 68, sólo él parmanece en su puesto. Los unos han muerto; los
otros han mixtificado sus opiniones. Sólo nos queda Salmerón, encarnando la
verdad. Agrupémonos en torno de él para seguir sus consejos.
Si no, ¡ay de España! ¡Ay de
nosotros!
Age (Pedro Gea)
(El Eco de Levante,
Garrucha, 30 de septiembre de 1902)
El objetivo general del
partido era presentarse con una sóla candidatura republicana a las Elecciones
Generales de 1903, donde consiguieron 30 escaños sobre un total de 403 en el
Congreso de los Diputados, habiendo subido, con respecto a las Elecciones Generales
de 1901, un 114,3%. No obstante, no lograron sacar diputado por la
circunscripción de Almería en estas elecciones.
En su programa electoral los
republicanos pretendían la restauración de la Constitución de 1869, la
proclamación de la República y la convocación de Cortes Constituyentes. Además,
como se deja ver en el siguiente artículo de El Eco de Levante, exigían más democracia y la administración
federal de los municipios.
O atrás o adelante
– O la autonomía municipal, o lo alcaldes corregidores – cuentan que decía
Cánovas a Martos, en un momento de franca expansión, abominando así de nuestro
actual régimen constitucional.
– Desde primero de Enero próximo compondrán los Ayuntamientos los mayores
contribuyentes de cada municipalidad – dicen que había dicho Maura al tomar
posesión del ministerio de Gobernación, en el actual gabinete de Silvela.
En efecto, es preciso a todo trance salir de este término medio que tiene
a la nación empantanada en el lodazal de la inmoralidad y de la ignorancia,
arrojando la pesada carga de la farsa y la mentira que la inmoviliza.
Si, la centralización, o la descentralización. Por el sistema mixto, ya
está comprobado que no podemos mejorar; pues al vado, o al puente.
¿Para qué sufragio universal que no se ejercita? ¿Para qué leyes de
asociación que no se practican? ¿Para qué Jurado que se bastardea? ¿Para qué
matrimonio civil que se consagra en la iglesia? ¿Para qué Registro Civil que no
se cumple? ¿Para qué, en fin, tantas leyes que se burlan, y que solo anuncian
el derecho, sin que se lleven al hecho?
Pues sí; la centralización. Más razón tiene Maura que Cánovas. ¡Cuánto más
vale estar regidos por los que más contribuyen al sostenimiento de las cargas
de la Nación, que no por la cuadrilla de perdidos o aventureros que invaden
ahora muchos puestos públicos, y que son el azote de los pueblos! Ni alcaldes
corregidores, ni concejales insolventes. ¡Mejores son hombres de
responsabilidad!
Si la ley ha de ser cuerda tirante de arriba abajo, más vale cuerda de
seda que cuerda de esparto. Ya que ahorque, que no pinche además. Mejor es que
constituyan el Concejo los ricos que no ganapanes manejados por caciques
ambiciosos, y en vez de alcaldes extraños enviados por el Rey, gobernarán mejor
los pueblos los vecinos de los mismos que algún más amor que aquellos han de
tener a sus municipalidades. Piensa más razonablemente Maura que Cánovas y su doctrina
de gobierno es mejor que la que nos rige hoy en esta nuestra monarquía,
vergonzantemente democrático.
Porque democracia es el gobierno del pueblo, y aquí el pueblo no es nada
más que víctima del caciquismo. Ni él interviene en las elecciones, ni él fiscaliza
los actos de la Administración Pública, ni nadie le da cuenta de la inversión
de los fondos comunales. ¿Y para qué? El pueblo es indocto y nada entiende, se
deja explotar y siente el malestar y calla, paga lo legal y lo ilegal, y sufre.
Por eso, lo menos malo será que seamos gobernados por los pudientes, por los
que tengan lo bastante para cubrir sus necesidades; y si además son gentes
educadas y de buenos sentimientos, procurarán nuestra instrucción y el alivio
de los tributos.
Se me dirá que los ricos son todavía más ambiciosos que los desarrapados,
con lo cual estoy conforme; pero dadas nuestras malas costumbres públicas, esas
ambiciones toman incremento por lo regular, en el ejercicio de las funciones
administrativas del Estado, de la Provincia o del Municipio, y no serían por
cierto esos ricos propietarios que son ahora políticos, los que vendrían a
administrar los municipios, en el caso de que se pudiera cumplir la idea que se
atribuye al Sr. Maura, porque esos mangoneadores de la cosa pública son los que
menos pagan, aunque sean los que más posean. Ellos se las saben arreglar de
modo que en los amarillamientos figuran por bajo de muchos que tienen menos.
¡Ah! ¡Qué chasco se llevarían si de pronto se ordenase que compusiesen los
ayuntamientos los que figuraran como mayores contribuyentes!
Si se han de imponer a los pueblos sus gobernantes – como ocurre
actualmente por tetras de la política, –
procúrese a lo menos que tengan esa representación los que valgan o
signifiquen algo, y no se fomente la vagancia abriendo las puertas de los
Ayuntamientos a los desocupados y a los holgazanos, que son los que componen
por lo regular las camarillas de los caciques.
Ahora bien, si se quiere de buena fe que los pueblos se rijan por sí
mismos, entonces desbarátense esas marañas de expedientes de incapacidad,
procesos de Ayuntamientos, competencias, etc. en que tanto papel juegan los
gobernadores, Comisiones provinciales y demás servidores de caciques y
ministros de doble faz. Simplifíquese la ley electoral, para que a todos los
electores les sea fácil su comprensión y su ejercicio. Respétese el resultado
del escrutinio. No intervenga el Estado para nada en la administración de los
pueblos, y que cada uno se vote los tributos que juzgue indispensables para su desenvolvimiento.
Pida el gobierno a cada uno prudentemente lo necesario para las cargas
generales del Estado, y cada municipio cobre y reparta, sin intervención del
Poder central, lo bastante para cubrir su presupuesto. Obren con independencia
los pueblos y las regiones, aunque eslabonadas en la organización del Estado.
Implántese, en conclusión, el régimen federal. Cuando los pueblos sean dueños
de sus destinos, pobres o ricos, los ciudadanos más dignos serán los elevados,
y no como ahora los que menos merecen.
De ese modo la prosperidad de España sería indudable. Regiones y pueblos
habría que quedarían atrasados por lo pronto; pero el estímulo de las otras les
haría tomar su ejemplo para adelantar como ellas.
Más razón tenía Cánovas que Maura, cuando aquel deseaba para España la
autonomía municipal.
Nuestros políticos, ni irán atrás, ni irán adelante, ni procurarán tampoco
la instrucción del pueblo. Así continuaremos todavía en este modus vivendi, emprociéndonos y sin
ilustrarnos; sin democracia y sin despotismo, hasta que los extranjeros se
hayan apoderado de todas nuestra riqueza; y entonces pensaremos en nuestro
mejoramiento, y ya será tarde.
Malpocado.
(El Eco de Levante, Garrucha, 16 de
diciembre de 1902)
Los republicanos españoles unidos
bajo la Unión Republicana se
prepararon para dar un nuevo empujón a su unificada fuerza en las Elecciones
Generales del 10 de septiembre de 1905. Aunque perdieron tres escaños respecto
a las Elecciones de 1903, se produjeron importantes victorias en
|
D. Augusto Barcia |
Madrid, Cataluña
y Valencia. En Almería consiguieron que el íntimo amigo de la familia Berruezo, Pepe Jesús, como era popularmente
conocido D. José Jesús García Gómez, fuera diputado por la circunscripción
almeriense.
Unos años más tarde, próximo a
su fallecimiento en 1917, Don Francisco Berruezo López militaba en las filas de
su amigo Don Augusto Barcia Trelles, diputado a Cortes por el distrito de Vera
de 1916 a 1923 y que llegó a ser Ministro de la Gobernación, de Estado y Presidente
del Consejo de Ministros de la II República durante la Guerra Civil Española.
[Continuará]