En la noche del 16 de febrero de
1826, Don Pedro Berruezo participó, junto a otros 17 compañeros del Resguardo,
en una reñida acción en la Cala del Plomo (Níjar, Almería) contra un gran
número de contrabandistas que se encontraban allí reunidos para el alijo de una
Palacra. Este hecho le valió que Fernando VII, mediante la Real Orden de 12 de
marzo del citado año, le otorgara una paga extraordinaria en recompensa por el
gran servicio realizado. Este tipo de acciones, en muchas ocasiones adquirían
carácter de actos de guerra, ya que estos funcionarios de Hacienda se solían
enfrentar en minoría a decenas de delincuentes perfectamente armados y que
solían presentar dura batalla para defender sus cargas de contrabando.
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Uniforme Carabinero de Costas y Fronteras, 1829. |
El 1 de enero de 1830, por
reestructuración de los cuerpos armados dependientes de Hacienda, ingresó en el
Real Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras. Este nuevo instituto fue
fundado mediante el Real Decreto de 9 de marzo de 1829 y nacía "para hacer la guerra al contrabando,
para prevenir o atacarlo vigorosamente en sus puntos de generación, y
perseguirlo en todas las direcciones hasta su exterminio". La vida de
estos carabineros no era fácil, obligados a costear su uniforme, armamento y
equipo, no eran bien vistos en las poblaciones costeras propensas al
contrabando, donde en alguna que otra ocasión se los emboscaba y asesinaba.
Además, para desempeñar este empleo se exigía una honradez extrema, ya que la
tentación y el soborno estaban a la orden del día, por lo que se solían ordenar
duros castigos a aquellos empleados corruptos.
La muerte de Fernando VII el 29
de septiembre de 1833 iba a cambiar el devenir del país. España se embarcó en
una sangrienta guerra civil entre los cristinos o isabelinos, los partidarios
de Isabel II, la hija del Rey fallecido, y los carlistas, partidarios del
infante Don Carlos, hermano de Fernando VII, que no aceptaban la Pragmática
Sanción de 1830. Los primeros abogaban por la implantación en España de una
monarquía liberal, constitucional, al símil de los países más desarrollados de
Europa, mientras que los segundos apostaban por la continuidad de la monarquía
tradicional. Así pues, dio comienzo la que fue conocida como Primera Guerra
Carlista (1833-1840).
A finales de octubre de 1833 D.
Pedro Berruezo pasó a prestar servicio de campaña contra los carlistas a las
órdenes del Capitán General de Galicia. El Real Cuerpo de Carabineros fue
movilizado en casi toda España y lucharon junto al Ejército regular en columnas
y batallones. Nuestro biografiado se halló en las acciones que se verificaron contra “los enemigos de la libertad” en el
noroeste peninsular hasta que el 27 de mayo de 1834 obtuvo licencia absoluta al resultar herido. Inhábil para el servicio temporalmente
fue jubilado de su empleo en la Real Hacienda el 30 de mayo.
Desde 1834 estuvo en Almería
convalenciente y cuidó de su padre D. Cleofás Berruezo de Aro, que comenzaba a
tener una precaria salud. También se dedicó en mayor medida a la administración
de las posesiones familiares y se preocupó de asistir económicamente a su cuñada Dña. María Cañadas, viuda de su hermano D. Cleofás Berruezo Ayora.
Asimismo, se centró en la educación de su extensa prole.
Años más tarde, restablecida
su salud, el 6 de noviembre de 1845 volvió a ingresar en la Real Hacienda como
Dependiente de la Ronda de Visita de los Derechos de Puertas de Almería.
Posteriormente se trasladaría a vivir a Garrucha, donde su hermano D. Manuel
Berruezo se había asentado como un potente empresario.
A nivel familiar, Don Pedro
Berruezo Ayora se casó en Viator (Almería) con Dña. María Teresa López Moraga
el 1 de enero de 1824. Fruto del matrimonio nacieron los siguientes ocho hijos:
Don Cleofás, Don Pedro, Don Miguel, Doña María, Doña Josefa María, Doña María
Josefa, Don Francisco y Don Diego Berruezo López.
Finalmente, Don Pedro Berruezo
Ayora falleció en su casa de la calle Libertad Nº 42 de Garrucha el 3 de enero
de 1873, a la edad de 72 años. Su muerte fue muy sentida, ya que dejaba este
mundo el mayor de los Berruezo Ayora al que, por la diferencia de edad, alguno
de sus hermanos consideraban casi como un segundo padre. Hombre curtido en un
tiempo convulso para España tuvo que soportar a nivel personal, con resignación
cristiana, la muerte de seis de sus ocho hijos. Sólo sus vástagos Dña. María
Josefa y D. Francisco Berruezo López le sobrevivieron. Este último se convirtió en uno de los personajes más importantes de la Historia de Garrucha. (Ver la primera parte de su biografía y siguientes: D. Francisco Berruezo López (1841-1917). Parte I)
Como homenaje póstumo qué mejor
que dejar el comentario que le tributó su hijo D. Francisco a su muerte:
Hoy
a la una de la tarde ha entregado su alma a Dios N.S. mi queridísimo y
venerable padre D. Pedro Berruezo Ayora, a la edad de 72 años.
Dios
lo haya acogido en su seno y lo tenga en su Santa Gloria.
Ha
sido modelo de esposo y cariñosísimo padre, muy cristiano y amante a la Santa
Religión; y por su bondad y natural sencillez le hicieron amable a cuantos le
conocieron y trataron.
ya el solo llenaria una novela, porque es historia pura, las vivencias del personaje, Don Pedro Berruezo, es merecedor de los mejores homenajes.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario.
ResponderEliminarUn cordial saludo.