Don Rodrigo Sánchez Ortiz de Cózar, prohombre de la Garrucha
de mediados del siglo XIX, fue uno de los hombres fuertes del Partido Moderado
en el municipio, representando en la política local la facción conservadora durante
el periodo isabelino. Gracias a la amabilidad de su descendiente, don Enrique
González Hernández, que nos ha hecho llegar la reseña que exponemos a
continuación, podemos conocer la interesante biografía de este singular hombre
que fue Alcalde de Garrucha y Juez de Paz.
DON RODRIGO SÁNCHEZ ORTIZ DE CÓZAR
D. Rodrigo Sánchez Ortiz de Cózar. Retratado por José Almunia en Garrucha en 1858 Cortesía familia Hernández Segura |
Poco se sabe de su infancia y
juventud, salvo que transcurrió en el domicilio familiar en la Calle del Pontón
de Linares, junto con su hermana mayor Polonia (nacida en 1806) y sus hermanos
pequeños Ildefonso (1820) y Antonio (1824), pero en diciembre de 1835, cuando
aún no contaba con 20 años de edad y no hacía dos años que había
comenzado la primera de las Guerras Carlistas, ingresó voluntario en el
Depósito de Quintos de Jaén para realizar el servicio militar obligatorio.
A primeros de abril de 1836, tras
finalizar el periodo de cuatro meses de instrucción militar, y gracias a la
formación que recibió en su juventud, Rodrigo pasó destinado como escribiente a
Leganés (Madrid), al entonces llamado Cuartel de las Reales Guardias Walonas,
en el edificio Sabatini. Al mes siguiente pasó comisionado, también como
escribiente, a la Inspección General del Arma de Infantería, en Madrid, y en
julio al Regimiento de Infantería Ligera de Voluntarios “Navarra” Nº 6,
igualmente en la Capital.
Un año después, en mayo de 1837,
y siendo ya Cabo 1º en el Regimiento Navarra, fue nombrado Sargento por
elección, circunstancia que aprovechó al mes siguiente para solicitar, debido a
su ilustre linaje (su abuelo materno, Don Rodrigo Ortiz de Cózar, había sido
hidalgo), su reconocimiento en la Orden del Cuerpo como “Distinguido entre los
de su clase”, una circunstancia privilegiada en aquella época, recogida en las
Reales Ordenanzas y Reglamento del Arma vigentes, que iba acompañada de
determinadas exenciones y dispensas por hidalguía.
En julio de 1838, y por haber
ascendido a Subteniente el día 17, finalizó su comisión como escribiente en la
Inspección General del Arma y, por lo tanto, en el Regimiento Navarra,
incorporándose con su nuevo empleo al Regimiento de Infantería de Línea
“Almansa” Nº 18, en el Ejército del Norte y de guarnición en Barcelona,
haciéndose efectivo el destino el primero de noviembre de ese mismo año.
Era el 1 de marzo de 1839 cuando
Rodrigo fue comisionado como Ayudante de Órdenes de la 2ª Brigada de la 2ª
División del Ejército del Norte, que se encontraba ya luchando en Navarra
contra las fuerzas carlistas. Su primera acción en campaña tuvo lugar entre el
29 de abril y el 1 de mayo, cuando participó en la toma del fuerte y el puente
de Belascoáin. Le siguieron la toma de Arróniz el 11 de mayo, la de Montejurra
al día siguiente, la de Bermeo el 3 de junio, donde recibió el grado de Teniente
por méritos de guerra, la de Allo el 15 de julio, la de Dicastillo el 18 de
agosto y, por último, las de la toma de Cirauqui y Mañeru, el 23 de ese mismo
mes, con el General de Caballería Don Diego de León.
Rodrigo volvió con su Regimiento a la guerra el primero de febrero de 1840, partiendo desde Barcelona con la misión de escoltar un convoy de abastecimiento que marchaba desde Cervera a Solsona, en la provincia de Lérida. Cuando iniciaron su regreso, el 24 de abril, sufrieron un ataque en las inmediaciones de dicha localidad en el que fue herido de bala de fusil en la rodilla izquierda, recibiendo por ello la Cruz de San Fernando sencilla de primera Clase. Dos días después, tras reanudar la marcha el convoy de regreso, vuelven a ser atacados en las inmediaciones de Peracamps. En el enfrentamiento, que duró dos días, Rodrigo volvió a ser herido de bala de fusil, esta vez en el pecho, la cual le atravesó entrando por la clavícula derecha y saliendo por el omóplato. Era el 28 de abril, y debido a sus heridas, el primero de mayo tuvo que finalizar su comisión como Ayudante de Órdenes de la 2ª Brigada. El 11 de junio fue condecorado por Real Orden con la Medalla de Perecamps.
Acciones en Peracamps en las que se vio envuelto nuestro biografiado (1840). Cortesía Enrique González Hernández |
Por prescripción facultativa, y
como consecuencia de las heridas recibidas en campaña en el hombro y espalda
derechos, el 24 de junio de 1840 se le concedió una Real Licencia de cuatro
meses con todo su sueldo, a disfrutar a partir del 1 de septiembre. Tras poner
en orden sus asuntos, Rodrigo se trasladó a Linares el día 17 para poder recuperarse.
A finales de noviembre, próxima la finalización de su licencia temporal,
solicitó al Comandante de Armas de Linares reconocimiento médico facultativo
para acreditar el estado de sus heridas, las cuales no terminaban de sanar. En
dicho reconocimiento el cirujano titular de Linares, Don Ramón Gilabert,
certificó que, aunque inicialmente prometía esperanzas de sanar tras una larga
curación, el herido aún padecía fuertes punzadas por tener alojadas en la
herida algunas pequeñas esquirlas de metal, las cuales todavía no habían sido
expulsadas. Además, como consecuencia de dichas esquirlas, Rodrigo también
tenía irritado el pulmón derecho, lo que le hacía padecer fuertes dolores, que
no se atajaban ni siquiera con medicamentos, y que le hacían sufrir un fuerte
ahogo al intentar andar o realizar movimientos violentos, por lo que, en su
opinión médica, no podía ser útil para el servicio activo.
A la vista del informe médico
recibido, con fecha 24 de diciembre, se le concedió por Real Orden una prórroga
de dos meses de su licencia temporal, a contar a partir del 1 de enero, en las
mismas condiciones que la anterior, la cual fue nuevamente prorrogada por Real
Orden de 6 de abril de 1841, hasta el 1º de mayo, fecha en la que se
reincorporó a su Regimiento, que entonces se encontraba el Tudela, aunque a
finales de ese mismo mes volvieron a Barcelona, por haber finalizado la guerra.
Comenzó el año de 1842, y Rodrigo
aún no había terminado de restablecerse, en términos de ser útil en la carrera militar,
de las heridas recibidas hacía casi dos años, por lo que el 10 de junio se le
concedió, por Real Orden, destino pasivo de Interventor Tenedor de Libros en la
Inspección de Minas del Distrito de Valencia, cesando en el Regimiento “Almansa”
el día 30 de dicho mes. Unos meses después, el 6 de noviembre, y ya viviendo en
Alicante, contrajo matrimonio por poderes (representado en Linares por su padre),
con Antonia Ochoa López, joven linarense de 23 años, hija de un fabricante de
munición de la misma localidad, quien días después se trasladó a vivir con su
marido, donde ratificaron el matrimonio el día 23 del mismo mes.
Una gran alegría llegó a su casa
en 1845 con el nacimiento en Alicante de su primera hija, Isabel, aunque la
dicha se vio empañada por el fallecimiento de su padre, Don Ildefonso Sánchez
de Alba, el 19 de agosto, de 63 años de edad, en su domicilio de la calle
Alonso Poves de Linares.
Su situación personal de
incapacidad permanente para el servicio militar llevó a Rodrigo a remitir dos
años después, el 20 de abril de 1847, una Súplica a la Reina Isabel II, para
que le concediera el sueldo de retiro, una vez comprobado su estado de
inutilidad para el servicio activo y pasivo por las heridas recibidas el 28 de
abril de 1840. Tras someterse a reconocimiento médico en Madrid el 8 de mayo,
el Jefe Facultativo Local del Hospital Militar, Don Pedro Alonso Valencia, lo
declaró inútil para el servicio activo de las armas, y en acuerdo de 23 de
julio del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, concedido por la Reina el 6 de
agosto, se le autorizó el retiro con el 90% del sueldo de su empleo efectivo de
Subteniente (téngase en cuenta que su grado de Teniente no era efectivo, al no
haber pasado por la Academia Militar, sino obtenido por méritos de guerra, un
tema complejo incluso entonces). Al año siguiente, en 1848, la familia se
trasladó desde Alicante hasta Garrucha de Vera (Almería), donde Rodrigo ejerció
el cargo de Interventor Especial del Ramo de Minas del Distrito de Garrucha desde
agosto de 1850 hasta agosto de 1854, ocupando temporalmente ese mismo cargo en
la Inspección de Minas del Distrito de Roquetas entre los meses de febrero a
junio de 1854. No obstante, en agosto de este último año Rodrigo cesó también
en el cargo de Inspector de Minas, tras más de doce años de servicio, por los
mismos motivos de salud que le llevaron a cesar en la carrera militar.
También en Garrucha nació en 1848
su segundo hijo, Ildefonso, una gran alegría para la familia que pronto se
convertiría en una gran tristeza, pues falleció de fiebre tifoidea en dicha
localidad el 25 de octubre de 1855, donde fue enterrado con tan sólo siete años
de edad. Vivían por aquel entonces en el domicilio familiar, además del
matrimonio y sus dos hijos, Doña Isabel Ortiz de Cózar, madre de Rodrigo y
viuda desde hacía diez años, y una criada llamada Rosa Moya, que había entrado
a servir cuando la familia se trasladó desde Valencia. La tercera y última hija
del matrimonio, Antonia, nació en Garrucha en 1849, donde también falleció muy
joven, en 1863, a los catorce años de edad.
Unos meses antes del
fallecimiento de su hijo, en enero de 1855, viviendo ya retirado en Garrucha, Rodrigo
recibió de la Reina el grado de Capitán de Infantería en recompensa de los
servicios prestado durante la guerra, y en enero de 1857 solicitó a Su Majestad
la concesión de la nueva Cruz de San Fernando, creada por Real Orden de 24 de
agosto del año anterior para aquellos que la habían obtenido por méritos de
guerra. En 1858 Rodrigo fue retratado por el pintor José Almunia vistiendo el
uniforme de Oficial retirado, caracterizado por el bicornio sin galón, las dos
carreras de botones en la levita, las sardinetas en las bocamangas, y los vivos
encarnados del cuello y la solapa. En él se distinguen, además, las charreteras
de Capitán (con flecos en las dos hombreras), el sable modelo 1840 para Oficial
de Infantería, el emblema de cuello del león, propio también de la Infantería,
los botones dorados con la corona y el número 18 del Regimiento de Infantería
de Línea “Almansa” (la Infantería Ligera los llevaba plateados), la cruz de San
Fernando sencilla de primera clase (para Oficiales) creada según el Reglamento
de 1815 (arriba), la medalla de Peracamps, creada por Real Orden de 11 de junio
de 1840 y concedida por las acciones del 24 al 28 de abril en dicha localidad
leridana (abajo) y sus dos cruces de San Fernando del modelo aprobado en 1856,
y que se autorizaban a llevar en determinadas circunstancias.
Adicionalmente, en la cartela firmada
que acompaña al retrato se indica que, en aquel momento, Rodrigo tenía 48 años
de edad, lo cual no sería correcto si nos atenemos a que, según su documentación
militar y su partida de bautismo, nació en 1815, por lo que debería tener cinco
años menos. Dando por hecho que la fecha de la cartela es correcta (el grado de
Capitán se le concedió en 1855, luego no puede ser anterior), es de suponer que
se trata de un error en la edad.
Cartela explicativa del retrato al óleo de D. Rodrigo Sánchez Ortiz de Cózar. Cortesía familia Hernández Segura |
Para el año 1862, y quizá respaldado
por la experiencia adquirida como Interventor en la Inspección de Minas del
Distrito de Valencia primero y en la del Distrito de Garrucha después, Rodrigo
ya se había adentrado en el negocio de las sociedades mineras de la zona,
siendo presidente de la sociedad “Confianza”, que explotaba la mina San Antonio
(antes San Gonzalo), ubicada en Sierra Almagrera, y constando su amigo Don Pedro
Berruezo Soler como Tesorero de la compañía. Adicionalmente, en diciembre de ese
mismo año Rodrigo fue nombrado por la Audiencia de Granada para ejercer el
cargo de Juez de Paz en Garrucha durante el bienio de 1863 y 1864. El 6 de
febrero de este último año, fallecía de un ataque apoplético en su casa de la
calle Tercia de Linares su hermana Polonia, de 58 años, seguida de su madre,
Doña Isabel Ortiz de Cózar, que lo haría el 20 de julio del mismo año a los 84
años de edad, en su domicilio de la calle Virgen de la Cabeza de dicha
localidad.
Al año siguiente, el 9 de octubre de 1865, su hija Isabel contrajo matrimonio en Garrucha con don José Segura Berruezo, joven burgués de 23 años perteneciente a la familia Berruezo y que fue Administrador Principal de Loterías de Garrucha, así como Administrador de Rentas Estancadas de la misma localidad en 1867, uno de los cargos de la Real Hacienda más importantes de la provincia. También estuvo involucrado en el sector minero y fue accionista en diversas sociedades mineras de la época desde 1871. El matrimonio tuvo cinco hijos e Isabel tuvo que hacerse cargo de los negocios mineros de su difunto marido tras su prematuro fallecimiento en 1888.
D. José Segura Berruezo y Dña. Isabel Sánchez Ochoa. Hacia 1880 Cortesía familia Hernández Segura |
Durante los años siguientes a su
periodo como Juez de Paz en Garrucha, Rodrigo formó parte del reducido grupo de
electores que podían tomar parte en las votaciones para la elección de
Diputados provinciales y de Diputados a Cortes por la provincia de Almería, y
en 1867 fue nombrado Concejal y Alcalde Presidente del Ayuntamiento
Constitucional de la localidad durante el bienio de 1867 y 1868 (el sexto Alcalde en su
historia, pues Garrucha se constituyó como municipio independiente de Vera el 1
de enero de 1861). Durante su mandato Rodrigo tuvo que hacerse cargo junto a
sus concejales, entre otros asuntos, de las medidas de vigilancia y represión ordenadas
por el Gobernador Provincial en virtud de Real Orden, para hacer frente al
movimiento revolucionario que recorría España y que pretendía acabar con el
Gobierno moderado y con la monarquía de Isabel II. La sublevación militar tuvo
lugar finalmente en septiembre de 1868, ya durante el mandato de su sucesor en
la alcaldía de Garrucha, Don Asensio Fernández Morán, pues en febrero de ese
mismo año Rodrigo remitió al Gobernador provincial de Almería una petición
solicitando ser relevado de los cargos ocupados en el Ayuntamiento de la
localidad por encontrarse físicamente imposibilitado para ello, adjuntando un
certificado emitido por el médico que le atendía en su dolencia. Tras una
abstención inicial al respecto por parte del Consejo Provincial, el Gobernador
accedió finalmente a la petición de Rodrigo, cuyo padecimiento había empeorado
con posterioridad a su toma de posesión de los cargos, relevándolo de los
mismos.
Rodrigo falleció en su domicilio de la calle Mayor de Garrucha el 2 de agosto de 1871, a las siete de la tarde, como consecuencia de un derrame cerebral, siendo enterrado en el cementerio de la localidad.