martes, 12 de diciembre de 2017

Garrucha, ¿una pequeña Gran Bretaña?



Vista panorámica de Garrucha a principios de siglo XX. Fotógrafo: F. de Blain
(http://www.portalmanzora.es/a/modules.php?name=coppermine&file=displayimagepopup&pid=6217&fullsize=1)

En 1893 el vicecónsul inglés en Gijón escribió: “España está todavía muy atrasada en el desarrollo de sus recursos naturales, comerciales e industriales y no tiene muchas empresas privadas, por lo que ofrece pocas salidas a los jóvenes que desean seguir una carrera comercial; por consiguiente, el colocar a los hijos en la administración pública, la única salida posible para una mayoría de jóvenes, es una cuestión de gran importancia”.

No hemos de quitarle razón a la aseveración del diplomático en sentido general, aunque si hablamos de Garrucha lo cierto es que fue todo lo contrario. Lo que vivió este municipio del levante almeriense a partir de la segunda mitad del siglo XIX fue inaudito, pues en pocos años multiplicó su población un 200% y vivió un gran esplendor económico gracias al comercio y la industria minera.

En cierto modo, Garrucha se aproximó más a la rica Gran Bretaña de la Era Victoriana que a esa España rural, atrasada y eminentemente agrícola que se abría paso lentamente en la Revolución Industrial. Además, las malas infraestructuras terrestres dio a Garrucha un cierto carácter de isla, pues casi toda su actividad comercial e industrial se llevaba a cabo través de su playa.

El escritor Carlos Dardé, en su libro Cánovas y el Liberalismo Conservador, menciona la diferencia entre la España y la Gran Bretaña de finales del siglo XIX, donde parafraseando a su homónimo, el escritor José Varela, menciona que, en oposición a lo que ocurría en nuestro país, en la Patria de Shakespeare “un intenso proceso de movilidad social discurría a través del mundo de la empresa privada, mercantil e industrial” mientras que la política era un “coto reservado a una aristocracia con sentido del deber y voluntad de servicio, persuadida de su natural autoridad y misión superior”. ¿Acaso estas palabras sobre la realidad británica no podrían extrapolarse con matizaciones a la Garrucha decimonónica? Sin lugar a dudas, sí.

No conviene olvidar que la constitución de Garrucha fue una realidad gracias a la gestión de grandes empresarios, principalmente los Berruezo y los Orozco, que, moviendo los oportunos hilos en Madrid, consiguieron la firma de Isabel II para emanciparla de su matriz, Vera. Desde ese momento, aquella acaudalada burguesía, tomó las riendas del pequeño pueblo marinero que se hacía cada vez más importante en el concierto de las ciudades españolas debido a su gran actividad comercial e industrial, llegando a competir con puertos tan importantes como Málaga, Santander o Vizcaya.

En pocos años Garrucha fue la Patria Chica de renombradas familias de empresarios, donde aparte de las consabidos Berruezo y Orozco, se establecieron los Anglada, Gea, Huelin, Calvet, Lengo, Labernia, Pecket, Moldenhauer o Fuentes, entre otros. El establecimiento de estas Casas Comerciales y la exportación minera (producto de la intensa actividad metalúrgica de las fundiciones ubicadas en la zona) por la rada de Garrucha trajo consigo una gran cantidad de trabajo, llegando a emplear a muchas personas.

Mientras que la política en Gran Bretaña era ostentada por una antigua aristocracia comprometida con el porvenir del país, en Garrucha, en sustitución de ésta, fue la burguesía que se había hecho rica al calor de la minería y el comercio quién asumió el control de la política local. Un compendio de ilustrados hombres de negocios que trabajaron por el bien del municipio. Particularmente notorio fue el caso de los Berruezo, que llegó a crear una auténtica dinastía de Alcaldes y a ser una de las familias que más se involucró política y económicamente en el desarrollo y la prosperidad de Garrucha. Fueron seis los miembros de esta familia que ocuparon la Presidencia del Ayuntamiento, desde el primer Alcalde que tuvo el municipio, don Manuel Berruezo Ayora, uno de los principales promotores de la constitución de Garrucha como villa independiente en 1861, hasta don Pedro Berruezo Gerez, hijo y nieto de Alcaldes, que ostentó el bastón de mando durante 15 años, hasta la llegada de la II República en 1931.

Pero esto no fue todo, parejo a estos importantes hombres de negocios afincados en Garrucha y a la relevante actividad económica del levante almeriense, se establecieron en el municipio Viceconsulados, Casinos, Teatros, Sociedades Culturales… e incluso una logia masónica. Además, en la estación de baños, Garrucha fue destino veraniego de muchos pueblos de Almería y Murcia. Todo ello, en suma, dio a Garrucha este toque tan distinto y cosmopolita que tanto la caracterizaba, lo que de alguna manera, hizo a la localidad tener más en común con la industriosa y culta Gran Bretaña que con la España cañí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario