Un aspecto escasamente estudiado de la rica actividad comercial e industrial de Garrucha en el siglo XIX fue la exportación de mármol que se hacía por su rada. Quizás eclipsado por las poderosas industrias del plomo y del hierro que afamaron a la comarca en la época, el comercio del mármol ha pasado en cierta manera desapercibido pese a existir importantes evidencias del mismo desde antiguo. Ya en la visita que realizó en 1571 el Ingeniero militar don Antonio de Berrío, en su misión de inspección de la Costa del Reino de Granada para la mejora de su defensa, referencia a Garrucha como lugar de encuentro de los marmolistas de la región para su venta:
«Estancia
de Garrucha de Vera,
Es
mui neçesario hazelle torre, porque, de mas de ser descubierta de Vera para su
aviso, es lugar donde los enemigos acuden muchas vezes, repeto de la mucha
gente de pescadores y marmoleros que
alli acuden, porque es aquí donde tienen gran cantidad de mármol para de aquí
llevallo a muchas partes.»
De la repercusión económica que
tuvo la industria del mármol para Garrucha a finales del siglo XIX dan idea dos
informes del Cuerpo Consular del municipio. El Vicecónsul inglés D. Jorge
Clifton Pecket afirmaba en 1899: “Además
de las canteras de mármol de Macael, a las que frecuentemente me he referido en
informes anteriores, una fuente importante de este mineral se explota mucho más
cerca de la costa (El Chive, Lubrín), y grandes bloques de mármol
blanco-veteado y uniforme se han traído aquí, donde talleres completos se han
establecido para aserrarlos y cortarlos por medio de energía de vapor. Aquí se
corta y manufacturan baños, escaleras, pilas, chimeneas, fuentes, etc, con
tallado y pulido, y competirán favorablemente en calidad y precio con los
talleres hasta ahora exclusivos de Macael”. Por otra parte, unos años más
tarde, en 1910, su colega diplomático, el Vicecónsul austrohúngaro D. Fernando
Moldenhauer comentó: “Pocas tierras
habrá, tan ricas en mármol blanco, a veces con veta negruzca, como este
Distrito Consular. Saliendo de Garrucha en dirección a Poniente, encontramos ya
mármoles en la Ballabona, y más a la izquierda, hacia Lubrín, en el mismo río
de Antas atraviesa un potente filón del mismo mármol. Pero más aprovechable se
presenta entre Lubrín y El Chive; allí se cortan piezas de gran tamaño. Pero
estos ya considerables criaderos de mármol nada son al lado de las montañas de
este material cerca de Albanchez y Cobdar, donde existen fábricas para cortar y
moldear el mármol, una inglesa y otra de una Sociedad de Madrid; y pasando adelante
se viene a las desde inmemorial tiempo conocidas minas de mármol de Macael, no
lejos de Fines, donde aprovechan las aguas del Almanzora para mover las sierras
que cortan los bloques de mármol en tablas de todo tamaño. En Garrucha trabaja
ahora a vapor una sierra para cortar tablas de bloques de mármol. Antiguamente
todos estos mármoles se transportaban a Garrucha para su embarque para
Barcelona, Sevilla, Málaga, etc. Hoy van al puerto de Águilas, desde donde se exportan al extranjero.”
La Casa Berruezo, entre su
variada actividad empresarial, también se dedicó a la industria del mármol en
Garrucha. Se conoce que, al menos, desde 1855 don Manuel Berruezo Ayora
comerciaba con ello exportando losas de distinta clase y medidas con destino
Barcelona. Asimismo, D. Cleofás Berruezo Castaño poseía una fábrica para
aserrar mármoles en el municipio a principios del siglo XX, seguramente la
mencionada por el vicecónsul Moldenhauer. También se tienen datos que indican
que el rico comerciante don Francisco Berruezo López estaba involucrado en la
industria marmolera, pues adquirió en 1882 los derechos de explotación de una
cantera en Macael y se sabe que buques de su flota mercante transportaban
mármol para su venta en Málaga.
Para hacernos unas idea
aproximada de lo que suponía el comercio de esta roca metamórfica tan usada
para embellecer las construcciones, daremos algunas cifras estimativas tanto de
su precio como las de otras mercancías demandadas y exportadas por Garrucha en
1870. El mármol se pagaba muy bien, a 12 pesetas el quintal, lo que justificaba
que incluso fuera rentable traerlo del lejano Macael, a más de 50 km de
Garrucha. Era más caro que el jaboncillo (10 pesetas/quintal), el plomo (4-6
pesetas/quintal) o el hierro (0,1 pesetas/quintal), lo que denota que era un
producto muy apreciado en el mercado, como lo es hoy día. Obviamente, estos
datos varían enormemente en función de la demanda y en los años, por lo que
deben tomarse simplemente como orientativos.
No cabe duda de que el negocio del
mármol fue importante para el municipio en su época, pues, como se ha visto,
aparte de ser Garrucha el lugar preferente por donde se exportaba desde tiempos
remotos, también contaba con fábricas para su manufactura.